Típica familia dominicana de raza mezclada
“El concepto de identidad muy utilizado por folkloristas, sociólogos y demás profesionales sociales es a nuestro entender un remanente del positivismo”. (David Arias Rodríguez)
“El concepto de identidad muy utilizado por folkloristas, sociólogos y demás profesionales sociales es a nuestro entender un remanente del positivismo”. (David Arias Rodríguez)
Por
David Arias Rodríguez
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Escucho a diario
muchos "doctos" y doctas hablar
con una seguridad y un desparpajo únicos sobre la “identidad cultural”. Toda esta mitología identitaria ejerce una función de mito oscurantista desempeñado por el sintagma “identidad
cultural” .La gran cantidad de brujos y curanderos que tenemos en las facultades y en las sociedades de
investigación dominicanas y del caribe donde tenemos muy pocos científicos sociales de verdad que han repetido por años este artificio
defectuoso. Todo esto en un afán por construir conceptos abstractos donde se oculten los
deseos de perpetuar ciertas condiciones favorables a determinados esquemas de dominación
cultural donde han popularizado este pastiche conceptual. Lo que mueve a ese anhelo
por la “pureza” y la preservación de las identidades culturales no es más que
la voluntad de las elites (mundiales o locales) que desean proyectar la autonomía política de los
pueblos o etnias en cuyo entorno les
conviene mantener aislado de todo el influjo civilizatorio o preservar
privilegios y ventajas de las civilizaciones autoproclamadas superiores. La
identidad cultural es sólo un mito, un fetiche.
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Recordamos la
anécdota de un amigo que nos comentaba cómo una ciudadana proveniente de Europa
del norte se quejaba amargamente de la poca identidad del pueblo dominicano
cuando nos comparaba con nuestros vecinos haitianos. Ella afirmaba que estos “si
tenían identidad” ya que hacían culto a la reproducción de sus identidades
africanas y que los dominicanos en cambio tenían una marcada tendencia hacia la
occidentalización. La ciudadana Noruega
había venido a la isla por medio de una Ong a hacer trabajos de investigación
tanto en la parte este como en la oeste. Nunca fue al fondo del asunto y solo
se limitó a expresar desprecio por la forma en que era asumida la dinámica
cultural de los dominicanos desconectada de los que son los códigos de la
negritud. Esto ignorando que lo que acontece en realidad es una desconexión por
desconocimiento del pueblo mayoritario de sus orígenes por falta de información
oportuna, pero que en todo caso el estudio histórico sobre nuestros orígenes
africanos y su reflexión histórica no supone validación del mito identidad
cultural.
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Esto nos hace
pensar que la identidad cultural es un mito práctico que presta, sin duda,
grandes servicios a aquellos que desean perpetuar condiciones favorables a la prolongación
hasta el infinito (como concepto
matemático que es la identidad) del estado de cosas desiguales entre los
grandes centros de la cultura occidental como son los países del llamado primer
mundo y aquellos que se suponen no deben imitar esos valores, sino buscar en
sus raíces más primitivas aquellos contenidos estáticos que le impidan avanzar
al ritmo del proceso civilizatorio.
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Así lo expresa Gustavo
Bueno, en “El mito de la cultura [1996],
séptima edición, Barcelona 2004 FGB 2011):
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“El concepto de
((identidad cultural)) o bien se utiliza con una intención gnoseológica,
neutra, (descriptiva) o taxonómica (la
identidad propia de las (áreas culturales) o (círculos culturales» de F.
Ratzel, de Karl O. Sauer, etc.) o bien se utiliza con una intención ontológica
o ideológica que comporta un conjunto de postulados metafísicos que
interpretamos como (megarismo cultural); en este segundo sentido se habla de la
(pérdida de la identidad) en un sentido parecido a como el teólogo habla de la
(pérdida de la fe» en lugar de hablar de
una ganancia de la razón)”.
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Para entender sus orígenes según afirma el
propio Gustavo Bueno citando a su vez a Esperanza Molina “La expresión “identidad
cultural”, en su sentido ideológico, se abre camino, con éxito creciente,
después de la Segunda Guerra Mundial, y alcanza su mayor floración a partir de
los años setenta. Va referida, desde luego, no ya referida a una «parte longitudinal) (rasgo,
nota, carácter,.) de la cultura, sino al «todo» de esa cultura, pero no ya de
la cultura tomada en la universalidad de su extensión (como cultura humana)
sino en tanto está distribuida en «esferas», o «círculos de cultura naciones en
sentido canónico, etnias, pueblos, ect., capaces de encabezar una línea transversal de
la matriz que venimos tomando como
referencia”.
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El concepto de
identidad muy utilizado por folkloristas, sociólogos y demás profesionales
sociales es a nuestro entender un remanente del positivismo.
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El concepto como
tal no explica las complejas dinámicas sociales que se suceden en la cultura a
través del tiempo.
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La identidad es
un axioma de las matemáticas y que fue extrapolado por las ciencias sociales a
mediado del siglo XX traída quizá de la mejor tradición del siglo XIX con el
afán de equipararlas a las ciencias exactas.
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Las culturas son
estructuras Morfodinamicas" jamás entidades que se reproducen de manera
axiomática. Dejemos de un lado la mitología y hagamos más ciencia,
comprometámonos a hacer aportes de mayor seriedad que los penosos esfuerzos
hechos por una gran parte por nuestros profesionales de las ciencias sociales.
Trabajemos más por tomar de los contenidos civilizatorios lo mejor de ellos y
desechar aquello que sea contrario a la vida y la preservación de los
ecosistemas mundiales que si son esenciales conservar intactos no las
sociedades humanas que son cambiantes.
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Orbe Quince
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Orbe Quince
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