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12.1.16

EL ANTI-HAITIANISMO DOMINICANO Y EL ANTI-DOMINICANISMO HAITIANO



Pedro Samuel Rodríguez R.

El llamado anti-haitianismo dominicano y el anti-dominicanismo haitiano tienen orígenes divergentes. El anti-haitianismo histórico dominicano se genera en las luchas por la existencia misma del pueblo dominicano frente al Estado haitiano agresor a lo largo de gran parte del siglo XIX  como histórico y necesario patriotismo defensivo. El anti-dominicanismo haitiano tuvo su génesis en la frustración y la rabia de los dirigentes haitianos cuando generales dominicanos detuvieron sus aspiraciones de expansión territorial y exterminio de la población dominicana en ese mismo siglo XIX.

Se facilitaría un proceso de distensiones entre los dos Estados si ambos lograsen comprender el origen del anti-haitianismo dominicano y la génesis del anti-dominicanismo haitiano.

El propósito del presente escrito es tratar de llevar el necesario conocimiento de los hechos históricas que han alejado a República Dominicana y la República de Haití y con ese conocimiento ambos pueblos podrían intentar el inicio de un proceso que desmontara prolongados desencuentros y promover, si fuere posible, una cooperación que logre defendernos de los enemigos comunes externos del siglo XXI, de los efectos del cambio climático; facilitar la coordinación del control de enfermedades en ambos lados de la isla; hacer más fluido el comercio entre ambas naciones, y otros muchos temas de interés mutuo.

Algunos historiadores dominicanos contemporáneos (F. Moya Pons) plantean la tesis de que en República Dominicana existen dos tipos de anti-haitianismos, a saber: 1) el anti-haitanismo histórico, generado por una historia de agresiones haitianas a nuestro territorio, y 2) el anti-hatianismo de Estado, propiciado por el Estado dominicano y las élites de poder. En el presente escrito nos dedicamos al primero, es decir, al llamado anti-haitianismo histórico; el cual creemos, ha sido el verdaderamente determinante.

El llamado anti-haitianismo histórico dominicano no ha sido un simple capricho ni un elemental racismo como algunos piensan sino consecuencia de las innumerables invasiones, secuestros, degüellos, crímenes, incendios, planes de exterminio de la población blanca y mulata dominicana, y de todas las agresiones de los ejércitos de Haití al territorio dominicano desde el inicio del siglo XIX. Por tanto, el anti-haitianismo histórico dominicano no es nada nuevo; hunde sus raíces en unos escenarios de agresiones iniciados hace más de 200 años, cuando Haití era una nación poderosa, intimidante y expansionista.

Para cualquier interesado, un simple examen de las relaciones de ambas naciones demuestra que los culpables del origen de ese histórico Patriotismo Defensivo o anti-haitianismo histórico dominicano han sido las acciones del Estado haitiano y sus dirigentes en el curso de gran parte del siglo XIX, como trataremos de examinar más adelante.

Si los dirigentes haitianos de hoy lograsen deshacerse de la fantasía de aquel ya inexistente poder intimidante y expansionista  del siglo XIX y se sinceraran en cuanto a su enorme atraso generalizado, entonces darían un enorme paso de avance para iniciar su propio desarrollo.

MEMORIA HISTORICA DOMINICANA Y MEMORIA HISTORICA HAITIANA:

Ambas memorias históricas tienen orígenes contrapuestos. Aunque el dominicano común de hoy no conozca a cabalidad la historia de su nación, su memoria histórica no logra borrar los hechos horrendos sucedidos a sus antepasados a lo largo de gran parte de ese siglo XIX. Esa memoria se fue conformando a partir de las narraciones de las víctimas a sus hijos desde 1801 y luego los mismos hijos fueron víctima de otras agresiones haitianas posteriores y todo aquello fue transmitiéndose oralmente de generación en generación y por eso es entendible que el anti-haitianismo, en función de Histórico Patriotismo Defensivo, aún subyace en el inconsciente del dominicano.

Por su parte, y en este mismo contexto, la memoria histórica haitiana se genera cuando los ancestros de los haitianos de hoy eran poderosos dirigentes que alegaban necesitar adueñarse de todo el territorio insular como medida de ampliar su zona geográfica de seguridad contra las potencias esclavistas. Esa expansión era, en efecto, a expensas del territorio dominicano. Tan poderoso era Haití que los altos dirigentes de la Confederación de La Gran Colombia le solicitaban ayuda material para luchar contra España en su período emancipador. Todo ese proceso generó en los haitianos una memoria histórica con ínfulas de grandeza, expansión y victorias, pero como esos delirios de grandeza fueron frustrados por las derrotas infligidas por Pedro Santana y otros prohombres dominicanos, se genera entonces el anti-dominicanismo haitiano.

Como puede observarse, lo contrapuesto de ambas visiones consiste en que el llamado anti-haitianismo dominicano es fruto de las luchas del pueblo dominicano por existir frente a los dirigentes haitianos en el siglo XIX, mientras el anti-dominicanismo haitiano es expresión de rabia por la frustración de no haber podido satisfacer sus deseos de dominio permanente de un territorio ni exterminar su pueblo: el dominicano.

Lo equivocado consiste en que hoy en día algunos dirigentes haitianos han prolongado hasta el presente aquellos tiempos de grandeza que tuvieron en el siglo XIX y continúan actuando como si Haití aún conservara aquel pasado poderío.

BREVE RECUENTO DE LAS AGRESIONES HAITIANAS QUE FOMENTARON EL LLAMADO ANTI-HAITIANISMO HISTORICO DOMINICANO:

La simple lectura del rosario de agresiones haitianas al pueblo dominicano en el siglo XIX, convencería al lector de las razones que generaron ese anti-haitianismo histórico dominicano. Veamos:

1- la injustificada invasión de Toussaint Louverture a Santo Domingo en 1801 y su secuela de ejecuciones, sangre y terror.
2- los innecesarios degüellos, incendios y secuestros de Moca y Santiago por las tropas de Dessalines, Crhistopher y Moyse en 1805.
3- los 22 años de ocupación de nuestro territorio por el general haitiano Boyer desde 1822 hasta 1844.
4- las cinco invasiones de los ejércitos haitianos ocurridas a partir de nuestra independencia (o Separación) de Haití en febrero de 1844.

Después de este breve recuento, tomemos en consideración que ni el ejército ni el Estado dominicano traspasaron la frontera ni agredieron Haití en su territorio ni fueron expansionistas ni tuvieron planes de exterminar la población haitiana. Todas las agresiones han tenido una sola dirección: desde el Oeste (Haití) hacia el Este (República Dominicana).

Si Haití y sus elites mantuvieron la permanente obsesión de tomar nuestro territorio y de exterminar nuestra población blanca y mulata y la República Dominicana solo aspiraba a defenderse para sobrevivir, entonces el surgimiento de un sentimiento anti-haitiano era lo mínimo que podía esperarse de toda esa historia.

LOS AÑOS DE LA EXALTACION DEL PODER HAITIANO:

Para explicar el origen fundacional del anti-haitianismo histórico dominicano bastaría con centrarnos en las terribles ejecutorias del Emperador haitiano Faustino Soulouque en su empeño por exterminar la población dominicana blanca y mulata. Se trataba de su “solución final” a lo que él consideraba “el problema de la población de la parte española de la isla”, así como su obsesión en tomar nuestro territorio a toda costa. Fueron éstos los años de la mayor exaltación de poder de los dirigentes del vecino Haití y, por consecuencia directa, fueron también éstos los tiempos de la consolidación de ese Histórico Patriotismo Defensivo o anti-haitianismo dominicano.

Para exponer algunos detalles de aquella Era de poder haitiano y garantizar imparcialidad en las informaciones, no utilizamos fuentes dominicanas ni haitianas sino la correspondencia oficial de los cónsules extranjeros acreditados en Santo Domingo que, como testigos presenciales, informaban a sus respectivos gobiernos de lo que ocurría en Santo Domingo.

Veamos: El 13 de abril de 1849, en correspondencia del Agente Comercial norteamericano en Santo Domingo, Mr. Green, éste informaba a su gobierno en Washington, lo siguiente:

“La mayor consternación y alarma prevalece aquí debido a que el Presidente Haitiano Soulouque está a dos días de marcha para llegar a esta ciudad teniendo bajo su mando a diez mil negros; éste ha ordenado el exterminio de todos los blancos y mulatos y ha vencido a los dominicanos en todos los combates. Mi residencia ya está totalmente llena de mujeres atemorizadas”. (1)

Por su lado, Victor Place, cónsul francés en Santo Domingo, también informaba a su Canciller en París sobre estos dramáticos acontecimientos de abril del 49:

“Los haitianos se hicieron maestros de la situación en Azua y el ejército dominicano se dispersó. Un gran número de soldados desaparecieron adentrándose en la espesa foresta de la isla, donde ellos saben por mucho tiempo no serán buscados (…) Nadie puede dar una idea del terror que se apodera de la situación. La ciudad se colma de mujeres y niños que llegan desde las Matas, San Juan, de Azua, Baní y de San Cristóbal. En menos de cuatro días las casas han quedado atestadas y todos esos desdichados que han llegado sin provisiones han provocado una especie de escasez, tanto más grande cuando se considera que casi nada se ha traído del campo, al formar parte, la gran mayoría de los agricultores de ese disperso ejército. Previendo situaciones parecidas, reuní en mi casa algunas provisiones de harina, arroz, maíz, pollo, cordero, etc., pero ante una miseria tan grande, no he podido resistir y he hecho ya distribuciones a esos desdichados que mueren de hambre. Continuaré haciéndolas mientras me quede algo. ¿Pero qué nos pasará si este estado de cosas se prolonga?”. (2)

Poco antes, el 10 de febrero de ese mismo año de 1849, el recién llegado Cónsul de Gran Bretaña en Santo Domingo, Robert Schomburgk, había informado a su Canciller en Londres, Lord Palmertson, lo siguiente:

“Desembarqué en Sto. Domingo el 20 de enero y confirmé que los reportes de la invasión estaban confirmados por los hechos; por lo que la joven República Dominicana, quien tiene ya que luchar con numerosas dificultades respecto a sus asuntos financieros, se ha visto obligada a aumentar considerablemente su Ejército permanente con el fin de repeler la invasión. Por lo que he podido averiguar del Ministro de Guerra, hay unos 4,000 dominicanos en la frontera y se han embarcado 200 hombres más para Azua, y otros los seguirán (…) y debo agregar que el Presidente ha emitido una proclamación general para armar a todos los dominicanos de la edad de 12 años a 60 años. Parece ser la opinión general, fundada en anteriores acciones hostiles entre Haitianos y Dominicanos, que el ejército de estos últimos aunque numerados sólo en 4,000 hombres, podrán muy bien rechazar las fuerzas de Soulouque, si este sólo marcha [con] 12,000 hombres desde Puerto Príncipe, porque debilitados por enfermedades y deserciones probablemente no más de 8,000 llegarán a la frontera dominicana”. (3)

EL HISTÓRICO PATRIOTISMO DEFENSIVO DOMINICANO:

Pero hubo un cambio total de la situación. Entre el 17 y el 21 de abril de ese mismo año, sorpresivamente los dominicanos bajo el mando de Pedro Santana detienen los triunfos haitianos en el encuentro de El Número y en la batalla de Las Carreras los derrotan totalmente. Así lo comunica el agente norteamericano, Mr. Green, a su gobierno, el 2 de mayo de ese mismo año de 1849, cuando despachaba el siguiente mensaje:

“Debo informarle a Ud. que el ejército haitiano bajo el mando de Soulouque ha sido batido y derrotado en todas partes”. (4)

En el mismo tenor, el Cónsul británico Schomburgk informaba a su Canciller que:

“Los dominicanos, bajo el General Santana han derrotado a los haitianos, quienes continuamente retroceden en su huida hacia la frontera. Azua ha sido retomada y las Tropas dominicanas están en persecución de sus enemigos. Antes de la ocurrencia de este logro inesperado, la ciudad [de Santo Domingo] estaba bajo la más grande aprehensión y se creía generalmente que nada podía impedir que el Presidente Soulouque apareciera en Santo Domingo”. (5)

Víctor Place, Cónsul francés en Santo Domingo, también informaba a su Canciller en París: “El general Santana tomó la ofensiva y abatió completamente a los haitianos que abandonaron Azua y están actualmente en plena huida”. (6)

SOULOUQUE, SEDIENTO DE LA SANGRE DE LOS EXTENUADOS DOMINICANOS:

Pero a escasos dos meses de estas derrotas de abril de 1849, el presidente haitiano Soulouque, avergonzado y furioso, ya preparaba su nueva invasión a Santo Domingo; su guerra de exterminio definitiva, como él la llamaba. Esto puede verse en correspondencia del cónsul francés en Santo Domingo, Victor Place, a su canciller en París, del 2 de junio de 1849:

“Usted sabe, a través de la correspondencia del Cónsul General [francés] en Puerto Príncipe, que quizá esta ocasión esté próxima. El Presidente Soulouque anuncia públicamente que él se prepara a un último esfuerzo para una guerra de exterminio. Quiere, según lo que ha publicado, aniquilar a todo aquel que no sea de raza africana (…) y que debido al interés que hemos testimoniado a la República Dominicana, ellos van a convertir a esta bella isla en una nueva Guinea”. (7)

En marzo del próximo año (1850) siendo Soulouque Emperador, el mismo Canciller francés envía desde París una carta a su homónimo el Canciller británico en Londres, y entre otras cosas le decía:
“Veo por la correspondencia del Sr. Raybaud, Cónsul General [francés] en Puerto Príncipe, que el Emperador Soulouque está más sediento que nunca de la sangre de los dominicanos. Acaba de comprar un vapor de guerra y trataba la adquisición de un segundo barco, de dos corbetas y para el aprovisionamiento para una masa de 30,000 hombres que él tiene proyectado lanzar sobre el territorio dominicano ya sea por mar o por tierra. La abundancia de la última cosechad de café le han dado los recursos necesarios para esta expedición. Es de temer que los dominicanos, extenuados ya por una lucha tan grande y desproporcionada, esta vez sucumba, si no se deciden lanzarse a los brazos de los Estados Unidos, el cual, si damos fe a los rumores, les habrían hecho propuestas”. (8)

No obstante a que los dominicanos habían vencido continuamente a los haitianos, éstos parece que no tenían otra cosa más útil por hacer que no fuera después de cada derrota volver a preparar la próxima invasión a sus vecinos del Este.

¿Cómo evitar que tanta agresión del Estado haitiano se infiltrara en el tejido social dominicano y se aposentara en su memoria histórica? No obstante, ese llamado anti-haitianismo histórico no se ha dirigido necesariamente hacia el pueblo haitiano llano sino a su Estado y a sus élites, quienes, aún hoy en día, continúan mostrando las mismas ínfulas de poder como si estuviesen en aquel siglo XIX de grandeza imperial. Como muestra de la existencia y de la prolongación de ese anti-dominicanismo histórico haitiano solo hay que observar las permanentes actitudes prepotentes de sus autoridades hacia la nación dominicana de hoy; su falta de colaboración y sensatez.

REPÚBLICA DOMINICANA BUSCÓ MEDIADORES QUE GARANTIZASEN LA PAZ CON LOS GOBIERNOS DE HAITI:

En 1849, apenas cinco años después de la independencia (o Separación) de Haití, República Dominicana, aunque había rechazado y vencido en cada invasión, ya cansada de tanta guerra impuesta por los haitianos, anhelaba la paz definitiva y para ello convoca a las poderosas naciones del momento (Francia, Inglaterra y Estados Unidos) para que fuesen mediadoras y garantes de esa deseada paz. Necesitábamos que esas naciones interpusiesen sus buenos oficios para que tratasen de disuadir al Emperador haitiano a que pusiese término a la obsesiva idea de tomar el territorio de sus vecinos dominicanos y de aniquilar su población.

Como consecuencia del permanente rechazo de esas invasiones extenuantes, los dirigentes dominicanos hasta contemplaron la posibilidad de anexarse a alguna potencia, como extrema medida que podría salvarlos del continuo hostigamiento de los gobiernos de Haití. Ninguna potencia quiere nuestro exterminio -razonarían-; de ellas podríamos salir un día; pero de un nuevo dominio haitiano no sobreviviríamos como pueblo ni como nación. Bajo tales circunstancias el anti-haitianismo dominicano no hacía más que consolidarse.

LA CEGUERA DE ALGUNOS HISTORIADORES DESLUMBRADOS POR LA REVOLUCIÓN HAITIANA:

Da pena leer lo que escriben algunos historiadores extranjeros refiriéndose a ese proceso de las luchas dominicanas frente a Haití. Tales escritos, si queremos ser indulgentes con ellos, debemos atribuirlos a la ignorancia o a la falta de información de sus autores; no a la mala fe. Nos estamos refiriendo a un reciente escrito (2014) de dos historiadores cubanos contentivos de barbaridades como las siguientes:
“En los dominicanos, asombra la cantidad de ofertas que hacen a todo el que quisiera anexarse el país. En esto coincide el interés de la élite de poder dominicana de perpetuarse. También demuestra que existieron lagunas en la conformación de la nacionalidad. La amenaza de Haití le vino como anillo al dedo a este grupo”. (9)

Estas son visiones producto de la ceguera causada por el deslumbramiento de la revolución haitiana y que no toman en cuenta el hecho de que, si bien los haitianos querían ampliar su zona geográfica de seguridad, lo planeaban hacer a costa del territorio dominicano y a costa de la misma existencia del pueblo dominicano. El resultado de esa ceguera ha sido la permanente incomprensión de las luchas de los dominicanos por su propia existencia. Esa ciega admiración por la revolución haitiana es directamente proporcional a la incomprensión hacia la República Dominicana. Otros escritores, principalmente haitianos, se han empeñado en hacer creer que las luchas dominicanas por la defensa de su existencia, poseyeron una única, simple y elemental motivación racista y nada más.

AUSENCIA DE RACISMO DOMINICANO RESPECTO A LAS LUCHAS CON HAITÍ:

El sufrimiento ocasionado a nuestros ancestros por tales agresiones nada tuvo que ver con el color de piel de los agresores. Su color fue ciertamente negro pero pudo haber sido blanco o amarillo y el sufrimiento recibido y los sentimientos en contra del agresor no hubiesen variado. El origen de ese anti-haitianismo histórico, entonces, no posee conexión con racismo alguno. Para los dominicanos de aquellos tiempos las agresiones de los haitianos no fue una guerra racial; los agresores tenían la piel color negro; no más. El dolor sufrido por los dominicanos no hubiese sido menor si esos mismos haitianos hubiesen tenido un color de piel muy blanco pues el dolor, la angustia y el sufrimiento no eligen previamente un color de piel del agresor para adversarlo.

VALORES DEL ANTI-HAITIANISMO DOMINICANO FRENTE AL ANTI-DOMINICANISMO HAITIANO:

Reiterémoslo: el llamado anti-haitianismo dominicano se explica como genuino Patriotismo Defensivo. Sus razones están hundidas en una prolongada, permanente y bien documentada historia de agresiones. Debe haber nobleza y razones válidas cuando un pueblo lucha por su existencia como tal. No obstante, la permanencia del anti-dominicanismo de los haitianos a quienes los dominicanos no agredieron en su territorio, solo puede residir en una injustificada y permanente frustración de las élites haitianas al no lograr anexar nuestro territorio de forma permanente ni aniquilarnos como pueblo. ¿Qué nobles ideales puede haber en ello?

La continuación de un desenfocado anti-dominicanismo haitiano, carece de toda justificación, en donde está ausente la realidad histórica del presente. Es como si el Estado haitiano y sus élites, persistieran hoy en continuar auto-percibiéndose como si aún fuesen una poderosa monarquía o que aún tienen en el poder un temible emperador, o ¿acaso continúan creyendo que aún están en posición de satisfacer pedidos de ayuda material de la Gran Colombia como lo fue en el pasado?
Para concluir lo reiteramos: si los haitianos lograsen desmontar todas esas fantasías del pasado, entonces se facilitaría un entendimiento entre ambos lados de la frontera de la isla la Hispaniola que logre defendernos de los problemas comunes del siglo XXI. Ojalá así sea.

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BIBLIOGRAFIA:
1- Cfr./A. Lockward, ‘Documentos para la historia’, p. 81.
2- Cfr./E. Rodríguez Demorizi, ‘Correspondencia del cónsul’, tomo II, pp. 180-181.
3- Carta de Schomburgk a Palmerston, Núm. B-27-1 / Cfr./Wenceslao Vega, ‘La mediación extranjera en las guerras dominicanas de independencia, 1849-1856’, Archivo General de la Nación, Santo Domingo, 2011, pp 94-95
4- A. Lockward, p. 82.
5- Carta de Schomburgk a su Canciller, f.o., Núm. B-48/Cfr. W. Vega, p. 9).
6- E. Rodríguez Demorizi, ‘Papeles del cónsul’, tomo II, p. 190/Cfr. W. Vega, cit., p. 96.
7- E. Rodríguez Demorizi, ‘Correspondencia del cónsul’, tomo II, p. 205.
8- E. Rodríguez Demorizi, ‘Correspondencia del cónsul’, tomo II, p. 311/Cfr. W. Vega, cit., p. 100.

9- José Abreu Carder y Elia Sintes Gómez, ‘Los alzamientos de Guayubín, Sabaneta y Montecristi: Documentos’, Archivo General de la Nación, Santo Domingo, 2014, p.13.-