EL CARÁCTER AUTONOMO
DE LA MARCHA DE LA HISTORIA
Breve mirada a 115
años de historia dominicana, 1900-2015
Pedro Samuel Rodríguez R.
Tratemos de comprimir el tiempo y
de realizar una rápida síntesis de los últimos 115 años de historia dominicana.
Mencionemos sólo algunos aspectos útiles del experimento:
1- observar cómo han interactuado
los ciclos históricos en el entramado de un tiempo determinado.
2- descubrir el carácter independiente y
autónomo de la Historia.
3- comprender que la marcha de la Historia
avanza sobre sus propios procesos; que no da saltos ni se deja acelerar ni
detener ni dar reversa por factores externos a su propia naturaleza.
4- entender que la Historia es independiente y
fiel en el cumplimiento de su cronología, de sus ritmos y designios.
La Historia no es sólo tiempo a secas sino contenedor
de hechos humanos y, por tanto, un ente con un funcionamiento de carácter cuasi
orgánico como lo es el hombre que le da sentido. Nos estamos refiriendo a una
historia lineal y acumulativa en donde las experiencias humanas se convierten
en memoria y en pedagogía social y colectiva; no nos referimos a una
inexistente historia circular que se repite como ley de la Física.
Es la diferencia entre Historia e
historiografía. La primera marcha como expresión colectiva e independiente, la
historiografía es estática, personal e interpretativa.
Para ofrecer un ejemplo elemental
de ese carácter independiente y autónomo de la Historia sólo mencionemos que en
los tiempos presentes (en el último medio siglo), a ninguno de los gobernantes
de la República Dominicana se le ha ocurrido ni se le ocurriría implementar una
dictadura con un régimen de Consecuencias Tenebrosas con el vago objetivo de
acabar con unos inexistentes caciques primitivos y desestabilizadores a quienes
debía pagarse la gobernabilidad como en términos generales ocurría entre 1900 y
1930. Pero tampoco ningún grupo de valientes necesitaría hoy ajusticiar a un
inexistente dictador que implementa el terror, como ocurrió en 1961.
Si nos ubicamos en épocas
pasadas, digamos al final del período de desestabilización política comprendido
entre 1900 y 1930, es obvio que en aquellos momentos el pueblo no vería
factible el iniciar luchas para la obtención de libertades generalizadas como
lo hizo después, en 1961; ya que en aquellos tiempos las prioridades eran la
estabilidad política y la gobernabilidad. Se trata entonces de que la Historia
no da saltos ni da marcha atrás sino que cumple fielmente con sus propios
designios. Cada ciclo posee sus propios héroes y dictadores; por tanto, héroes
y dictadores no son necesariamente eternos sino circunscritos a su particular
‘momentum’. Esos ciclos son sólo las huellas de la marcha de la Historia.
A nuestro modo de ver, el proceso histórico dominicano
de los últimos 115 años (1900-2015) posee tres períodos bien definidos y
contentivos de sus particulares prioridades y costos sociales. Pongamos un
nombre a cada uno de estos períodos:
1- De la inestabilidad política y
la ingobernabilidad (1900-1930) (30años)
2- Del orden y la estabilidad del
terror trujillista (1930-1961) (31 años)
3- De las libertades
generalizadas (1961-2015) (54 años)
Haciendo una brevísima
explicación sobre cómo fueron interactuando entre sí cada uno de estos
períodos, lo intentaremos con las siguientes palabras: abatido y cansado el
pueblo de tanta inestabilidad, su prioridad era poner término a ese estado de
cosas, y necesitando con urgencia la aparición de alguien con condiciones que
se considerasen adecuadas para apoyarlo en esa urgente misión, en 1930 aparece
un Rafael Trujillo y lo respaldan. El dictador inaugura su régimen de orden,
estabilidad y terror en ese año, iniciándose así el final del primer período de
inestabilidad política (1900-1930). Treinta y un años más tarde, asegurado el orden
pero harto el pueblo de tanto horror, ese mismo pueblo considera intolerable la
prolongación de aquel régimen, y el dictador es emboscado y asegurada su
desaparición física en Mayo de 1961. Concluye así el segundo período
(1930-1961) y se inicia el tercero cuya prioridad inmediata fue las luchas por
la conquista de las libertades ciudadanas conculcadas en los 31 años recién
pasados. Dicho tercer período iniciado en 1961 dura hasta el presente
(1961-2015).
La valoración crítica del primero
de estos períodos podría ser expresado de la siguiente forma: el vacío de poder
dejado tras el asesinato del dictador Ulises Heureaux –Lilís- en 1899, inició
aquella inestabilidad provocada por líderes políticos que pugnaban por tomar el
poder. Consideramos que no es necesario ir más atrás de la Era de Lilís en el
análisis de las interacciones entre un período histórico y su período
precedente. Dentro del rango de la secuela de costos sociales y sufrimientos
humanos propios de cada uno de estos ciclos, y para tener una idea de los
costos en el régimen de Lilís, bastaría con señalar el título de un libro
escrito por una de sus víctimas, Juan Vicente Flores: “Lilí, el sanguinario
machetero dominicano”, y su correspondiente subtítulo: “Titulado ‘Pacificador’
de la República, en vez de ‘Sacrificador’ y ‘Verdugo’ de sus conciudadanos”.
Las víctimas y sufrimientos
humanos del ciclo trujillista están descritos en cientos de libros que los
narran.
La valoración crítica de los 31
años del período trujillista (1930-1961) podría ser expuesta así: ciertamente
el dictador cumplió con la misión de instaurar la estabilidad política y la
gobernabilidad, pero a un costo humano muy elevado y en un tiempo muy extenso.
La valoración crítica del período
de los presentes 54 años de libertades generalizadas podría ser explicado de la
siguiente forma: A partir de los reclamos de libertad en 1961 el pueblo
dominicano ha mostrado su verdadero rostro actuando en libertad y sin miedo.
Como es usual, el presente ciclo no ha estado exento de costos en sufrimientos
y en la actualidad ha estado pagando en inversión de valores sociales, en mala
administración de las libertades conquistadas; en inseguridad ciudadana, en
corrupción. No obstante a ese costo, hoy el balance puede considerarse positivo
como articulación de una pedagogía social expresada en lento pero sostenido
progreso para la nación. Mediante esa pedagogía -aún inconclusa y con apenas
medio siglo- este pueblo ha iniciado las luchas y los enfrentamientos
necesarios para la atenuación y el acomodamiento de antiquísimas tensiones
sociales generadas en el prolongado régimen colonial esclavista de más de 300
años de duración (1492-1822).
Las duras luchas y los
enfrentamientos por inclusiones sociales iniciadas en 1961 no han producido
necesariamente fractura social traumática sino lento y sostenido avance
respecto a su ciclo anterior (1930-1961). De igual manera, los 30 años del
régimen trujillista (1930-1961) produjeron avances respecto a su anterior
período (1900-1930).
Como vemos, cada ciclo histórico en estos últimos 115
años representa un avance respecto a su ciclo anterior aunque a la vez contiene
sus dolorosos costos que el conjunto social paga en su momento, mientras la
marcha de la historia continúa su curso.
Es obvio que el presente proceso (1961-2015),
iniciado con reclamos de libertades generalizadas en 1961, ha devenido en
necesarias luchas y enfrentamientos por la inclusión social, tal vez
representando una suerte de toma de consciencia en cuanto a que si por siglos
todos hemos estado en el mismo barco y así continuaremos y de que es tiempo de
abrir espacios en donde todos nos acomodemos. Esta podría ser la mejor
expresión de que nuestra historia marcha permanentemente hacia su meta en el
largo plazo, cuya meta es atenuar y acomodar aquellas antiquísimas tensiones
gestadas en los 300 años de la Era colonial esclavista.
Estas conquistas –inconclusas
aún- era imposible de iniciarse en un régimen dictatorial como el de Trujillo,
pero menos posible aún era comenzar tales avances en aquellas tres décadas
anteriores a la aparición de este dictador (1900-1930). En 1930 el pueblo
necesitaba estabilidad política y gobernabilidad; es decir, le urgía poner
término al ciclo de gobiernos de sólo algunos meses de duración en donde
(excepto poquísimos gobiernos) la gobernabilidad debía ser pagada a unos
caciques políticos siempre amenazantes, tumultuosos y desestabilizadores. Es
evidente entonces que en el ciclo histórico de 1900 a 1930 no era el tiempo
propicio para iniciar un proceso de libertades generalizadas como el iniciado
posteriormente en 1961. Esto confirma que la Historia no admite saltos y que
cada ciclo histórico ha sido cronológicamente necesario.
Es por ello que la historia no
admitiría hoy una dictadura similar a la de Trujillo (¿para terminar con un
inexistente caciquismo desestabilizador?). Pero tampoco permitiría la aparición
de aquellos primitivos caciques y montoneros pues hoy la historia vomitaría
cuerpos extraños de tal naturaleza. Y es que la historia no tiene cambio de
reversa; marcha siempre hacia metas específicas e inextricables.
Los retos de estos relativamente
cortos períodos históricos son diferentes cada vez. Lo verdaderamente
permanente es el dinámico trasfondo histórico de atenuación de contrastes
económicos y sociales generado en la prolongada y lejana Era colonial
esclavista cuyas influencias aún permanecen pero cuyos contrastes
necesariamente la nación continuará tratando de reducir mediante políticas de
corte social que tímidamente empezamos a implementar desde 1961 hace apenas
medio siglo.
Se trata pues de que la Historia
como contenedor de hechos humanos, posee un carácter autónomo, independiente,
inmutable y orgánico en su marcha.
-
Pedro Samuel Rodríguez R.
Santo Domingo, República Dominicana,
15/6/2015