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5.8.14

La Crisis de los Misiles de 1962 y sus repercusiones en República Dominicana

Mariscal Rodion Y. Malinovsky


Llamada por los cubanos “La Crisis de Octubre”; por los soviéticos “La Crisis del Caribe” y por los norteamericanos “La crisis de los misiles en Cuba”.

(I)


Por Pedro Samuel Rodríguez R.


RESUMEN:

Es esta una materia pendiente por muchos años en República Dominicana. En esta primera parte abordaremos el tema de la Crisis de Octubre desde una perspectiva poco tratada en Latinoamérica, esto es, desde sus orígenes en el mismo territorio de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS, hoy Rusia). Si se quiere, el presente trabajo muestra la casi desconocida ‘mirada soviética’ a esa Crisis.

Después que examinemos el origen y las implicaciones de aquella Crisis, entonces será más fácil comprender el terrible impacto que representó para el gobierno norteamericano el descubrimiento del subrepticio emplazamiento en su vecina Cuba de misiles soviéticos portadores de ojivas nucleares capaces de lanzar una carga total destructiva de 67.5 megatones a la profundidad estratégica de Estados Unidos,  como efectivamente descubrieron en octubre de 1962 cuando estaban en fase operativa los 36 portadores (cohetes) nucleares R-12 y 7 submarinos con 21 cohetes R-13, sin contar con los 51,000 efectivos soviéticos, dotados con todos sus armamentos y medios de combate, cuyo poderoso arsenal y efectivos militares provenían del lejano territorio de su potencia enemiga, la URSS.

Mientras avancemos en la lectura del presente escrito, será más fácil entender cómo, a partir del fin de esa Crisis, los efectos políticos de tales aterradores acontecimientos se prolongarían por varias décadas en Cuba, en República Dominicana y en toda la geografía latinoamericana, cuyos efectos recién empiezan a finalizar en agosto del presente año 2015 con el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre EE UU y Cuba.

La Crisis del Caribe no se origina en el Caribe sino en el lejano territorio de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas cuando la dirigencia soviética decide, mediante una arriesgada operación, desembarazarse de los amenazantes misiles nucleares “Júpiter” que los norteamericanos habían emplazado en Turquía, cerca de la frontera con la URSS. Es decir, la Crisis de los misiles soviéticos en Cuba se origina a causa de otros misiles que los norteamericanos ya habían emplazado en territorio turco y que apuntaban hacia territorio soviético, como explicaremos más adelante. Para decirlo en forma muy elemental, el planteamiento que hace la URSS a Estados Unidos fue: 'Como me apuntas con tus misiles desde Turquía, te apuntaré con los míos desde Cuba'.

Ciertamente, en abril de 1962 los misiles norteamericanos emplazados en Turquía que apuntaban hacia la URSS hacían inseguros los cielos de esa potencia socialista, y por este motivo la alta dirigencia de la Unión Soviética toma el riesgo de trasladar secretamente hacia la lejana Cuba el arsenal mencionado con el objetivo de hacer también inseguros los cielos de los Estados Unidos y “dar a Norteamérica su mismo remedio”, como comentaría el máximo líder soviético. Cuando la crisis estuviera en su punto más álgido entonces la URSS haría la propuesta a los norteamericanos: “me retiro de Cuba si te retiras de Turquía”. Pero, para la Unión Soviética, Cuba y los hermanos Castro eran la llave para el éxito de esa operación.

Empezamos a ver claramente que se trataba de una Crisis cuya motivación básica  era el balance nuclear estratégico entre las dos súper-potencias de aquel momento: Estados Unidos de Norteamérica y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Fue una Crisis que empezó en la URSS y concluye en una lejana isla del mar Caribe. Su origen nada tiene que ver con ‘solidaridad de los pueblos’ ni nada parecido; lo ideológico y la solidaridad entran en escena luego de concebida la operación, sólo con rango secundario y como el útil lubricante que aseguraría el éxito del proyecto de Equilibrio Armamentístico. En efecto, ‘la solidaridad y la ideología’ no fueron elementos protagónicos pero desempeñaron un rol de capital importancia para el convencimiento de los dirigentes de aquella isla caribeña en donde se emplazarían los misiles soviéticos.

La URSS provoca la Crisis y también la termina. Ella concluye cuando los norteamericanos son obligados a desmantelar sus “Júpiter” en Turquía a cambio del retiro de los R-12 y R-13 soviéticos en Cuba, como planificado por la dirigencia soviética. Ciertamente, el éxito de la operación fue soviético y el perdedor Estados Unidos. La URSS gana la seguridad de sus cielos y EE UU pierde sus “Júpiter”.

Al finalizar aquella Crisis los norteamericanos quedan petrificados por la extrema temeridad de la alta dirigencia soviética al ejecutar tan peligrosa operación; entretanto, en Latinoamérica crece la admiración por la ‘solidaridad’ de la gran URSS hacia la pequeña y ‘acosada’ isla de Cuba. Un plan soviético perfecto y oportuno aunque extremadamente arriesgado para la paz mundial.

¿QUIÉN SACÓ PROVECHO A QUIÉN?

Así, en La Habana, Cuba, en abril de 1962, era previsible saber quién sacaría provecho de quién cuando empiezan las ‘negociaciones’ entre soviéticos y cubanos. Sucedió lo que tenía que suceder cuando dos grupos de negociadores tan disímiles hacían tratos en temas tan sensibles. En un lado de la mesa de negociaciones, Mariscales y generales soviéticos (Malinovski, Rashídov, Biriuzov) veteranos de la primera y la segunda guerra mundial; vencedores de las tropas hitlerianas y cuyos ancestros pudieron haber sido soldados del Zar que vencieron a los ejércitos napoleónicos…, y en el otro lado, inexpertos jóvenes caribeños imbuidos de ideología (Fidel, Raúl, Ché). Como veremos, solo imaginar ese grupo élite de oficiales experimentados soviéticos frente a aquellos jóvenes nos da una idea de lo que allí ocurrió.

Como telón de fondo, hoy, aún casi se puede escuchar el eco de las cándidas consignas del pueblo llano cubano, repitiendo: “Nikita, amigo, lo que se da no se quita”, refiriéndose a los misiles R-12 y R-13 con sus 67.5 megatones soviéticos que debían ser retirados de aquella lejana geografía caribeña. Y es que, al final de aquella crisis, queda demostrado que la experiencia histórica, militar y política soviética no podía comparase con aquellos chicos caribeños.

Finalmente, veintisiete años después, en 1989, desaparece la URSS y Cuba es rápidamente olvidada por la ex potencia socialista a pesar de que los cielos de la URSS eran seguros desde 1962 gracias a la ya no recordada Cuba. Con ello se inicia en esa isla el llamado “Período Especial” de carencias y en 2015 Estados Unidos decide dar inicio al fin del ‘castigo’ (embargo, rompimiento de relaciones diplomáticas) aplicado a la dirigencia cubana por su complicidad en la generación de aquella crisis. 

Se ha dicho que los imperios no hacen pedagogía sino que aplican castigos y dan lecciones que muchas veces los aleccionados no logran entender a corto plazo. El imperio soviético sacó provecho de Cuba y el imperio norteamericano la castigó por medio siglo.

LA CRISIS DE LOS MISILES Y SUS REPERCUSIONES EN REP. DOMINICANA:

A partir de la conclusión de aquella Crisis, el gobierno norteamericano no cesó de enviar claros mensajes a su potencia enemiga, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas de que no le permitiría la reiteración de la temeraria experiencia recién concluida ni tampoco la expansión de la influencia soviética en ‘su zona cercana’, lo que se expresaba –por un lado- con el despliegue en esa zona de las poderosas fuerzas ideológicas de la Unión Soviética y, por el otro lado, con el empeño norteamericano en detener a la URSS a fin de que ‘sus territorios cercanos’ no cayeran bajo la esfera de ese osado  y poderoso enemigo. Fue el típico modus operandi de la Guerra Fría entre USA y la URSS.

Por su ubicación geográfica, la República Dominicana fue uno de los ‘territorios en disputa’ en aquel teatro de operaciones entre estas dos súper-potencias. Y es que, el derrocamiento de Bosch, la intervención de los marines norteamericanos en territorio dominicano en 1965 y la 'sintonía' norteamericana con el régimen de los 12 años del gobierno de Joaquín Balaguer, tenían claras zonas de contacto con aquella Crisis y serían algunas de las respuestas que los dirigentes Norteamericanos enviarían a la alta dirigencia de la URSS frente a la gravedad de los eventos dirigidos por sus líderes en territorio cubano en 1962 y frente a las posteriores amenazas expansionistas generadas por ‘el interés de la URSS en ayudar a los países oprimidos por el capitalismo’ a través de su base de irradiación ideológica en la isla de Cuba.

Por decenios, los dominicanos hemos conocido detalles sobre el derrocamiento del gobierno del Prof. Juan Bosch; todos tenemos informes respecto a la invasión norteamericana al territorio dominicano en 1965; todos poseemos abundante información en cuanto al período llamado de ‘los 12 años de gobierno de Joaquín Balaguer’, y todos poseemos informes probablemente difusos respecto a aquella Crisis del Caribe.  No obstante, en República Dominicana aún muy pocos escritos (o quizás ninguno) han vinculado esos acontecimientos acaecidos en nuestro territorio con aquella Crisis de Octubre.

Para empezar, creemos que el examen de algunos detalles del origen de esa Crisis del Caribe podría ofrecernos unas perspectivas mejor definidas que nos ayuden a comprender aquellas vinculaciones. Veamos, ante todo, los orígenes soviéticos de dicha Crisis.

MISILES NORTEAMERICANOS EN TURQUÍA COMO ANTECEDENTE A LA CRISIS DE OCTUBRE:

En 1962 el balance armamentístico nuclear entre Estados Unidos y la URSS estaba a favor de USA no sólo en cuanto a cantidad de Medios Portadores sino también en relación al ‘tiempo de impacto’ de esos medios. En adición, ya en abril de ese año entraban en su fase operativa los misiles nucleares “Júpiter” emplazados por Estados Unidos en territorio de Turquía, cercano a la frontera con la Unión Soviética.

El siguiente relato es bien conocido por la comunidad internacional de entendidos en la materia y se refiere a que a mediados de ese mismo mes de abril, durante un viaje de vacaciones del Primer Ministro y máximo dirigente soviético Nikita S. Khruschev a la costa del Mar Negro (Crimea) en compañía del Ministro de Defensa Rodion Y. Malinovsky, éste último señala hacia el horizonte y comenta con entendible preocupación sobre la presencia de esos cohetes norteamericanos, indicando que “esos medios podían impactar en la URSS a los 10 minutos de ser lanzados, mientras que los proyectiles continentales soviéticos necesitaban 25 minutos para alcanzar sus blancos en Estados Unidos”.

A esta observación de Malinovsky, Khruschev responde: “también nosotros podemos crear a los norteamericanos una situación similar cerca de la frontera de Estados Unidos si ubicamos cohetes en Cuba. Después de todo –continuaba expresando el Primer Ministro-, los norteamericanos no nos pidieron permiso para situar estos armamentos junto a nuestra frontera” (1): Véase en Raymont L. Garthoft: ‘Reflextions on the Cuban Missile Crisis’. Revised Edition. The Brookings Institution, Washington, D.C., 1989, p. 12. Cfr* Tomás Díez Acosta: “Octubre de 1962: A un paso del Holocausto”, Editora Política, La Habana, 2002.

En los día finales de ese mes de abril de 1962, cuenta Sergo Mikoyan -el hijo del Viceministro, Anastas Mikoyan-, que su padre visitó a Khruschev en su residencia en las afueras de Moscú y, mientras caminaban por el jardín, el máximo dirigente soviético le confió que “dentro de pocos días pensaba proponerle al gobierno cubano el despliegue de cohetes nucleares en su territorio” (2): Sergo Mikoyan, Conferencia sobre la Crisis de octubre en Cambridge, 11 al 12 de octubre de 1987. Véase James G. Bright y David A. Welch: ‘On the Brink. American and Soviet Reaxamine the Cuban Missile Crisis’. Hill and Wang, New York, 1989, pp. 238-239. Cfr*  'A un paso del holocausto. [Anastas Mikoyan, padre de Sergo, era Viceministro, es decir, Segundo en el mando soviético después del Primer Ministro Khruschev].

EL PLAN DE “APOYO SOLIDARIO SOVIETICO” ES COMUNICADO A LOS DIRIGENTES CUBANOS:

En la edición del 30 de mayo de 1962, el periódico cubano ‘Revolución’, daba la noticia en sus páginas 1 y 5, de la llegada el día anterior al aeropuerto de La Habana de una delegación de 18 ‘especialistas soviéticos en hidrotecnia’. La noticia fue acogida con beneplácito por los lectores cubanos en vista de la severa sequía que sufría una amplia zona del territorio de esa isla. Lo que no podían conocer los lectores de “Revolución” ni aún su mismo director, era que con la llegada de esa delegación, los soviéticos iniciaban la operación ultrasecreta ‘Anadyr’; ni podían saber que dicha visita tenía la misión de proponer personalmente a la alta dirigencia cubana el interés del Primer Ministro y Secretario General del Partido de la Unión Soviética (PCUS), Nikita S. Khruschev, de  instalar en territorio cubano misiles soviéticos portadores de ojivas nucleares que apuntarían hacia las profundidades del territorio norteamericano con el argumento de frenar las intenciones de Estados Unidos de una agresión directa a la isla.

La delegación recién llegada al aeropuerto habanero estaba presidida por Sharaf Rashídov, miembro del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) en Uzbekistán. Acompañaba la comitiva Alexander Alexeev, quien poco después ocuparía el cargo de embajador de la URSS en Cuba. Dentro del grupo figuraban tres ‘técnicos’ encabezados por el ‘ingeniero Petrov’ cuya misión no tenía relación alguna con el resto de la delegación. Este ingeniero Petrov era realmente el Mariscal Sergei Biriuzov, Viceministro de Defensa y jefe de las Fuerzas Coheteriles Estratégicas de la URSS, a quien acompañaban el Teniente General Sergei F. Ushakov, Subjefe del Estado Mayor Central de la Fuerza Aérea Soviética y el General Pyotr V. Agreyev, Director de Operaciones del Estado Mayor Central de las Fuerzas Armadas de la URSS. Cfr*

Como ya hemos visto, la idea de desplegar cohetes  con cargas nucleares fuera del territorio de la URSS estaba directamente vinculada a la necesidad de desembarazarse de la amenaza que significaba para la seguridad soviética la instalación de bases coheteriles norteamericanas no sólo en Turquía sino también en Italia e Inglaterra. El plan general de los dirigentes soviéticos era el de tratar de desplegar una cantidad de sus misiles en territorio cubano y cuando llegara el momento forzar a los norteamericanos a retirar sus amenazantes armas en Turquía a cambio del retiro de los suyos de Cuba. La operación no dejaba de tener altísimos riesgos para la paz mundial y una eventual torpeza en su ejecución podría activar el inicio de un horroroso holocausto nuclear de consecuencias globales. Más adelante veremos cómo el mismo Ministro de Relaciones Exteriores soviético, Andrei A. Gromyko, manifestaba esos temores.

Entretanto, la dirigencia soviética tenía un argumento para presentar a los líderes cubanos: “El inminente peligro de una agresión militar directa de Estados Unidos sobre Cuba, después de la frustrada invasión auspiciada por Norteamérica en Bahía de Cochinos" (Playa Girón) ocurrida en el mes de abril del año anterior, 1961. Se trataba de un argumento válido y verdadero, aunque ocultaba la otra verdad; la de los inseguros cielos de la URSS.

La determinación de instalar cohetes soviéticos cercanos al territorio norteamericano era clara y concluyente para el máximo líder de la URSS, e incluso, tal determinación fue comunicada a sus aliados de Europa del Este. Esto se comprueba cuando vemos que unas dos semanas antes de la llegada de aquella delegación soviética a La Habana, el propio Khruschev, en visita a Varna, Bulgaria, y en ocasión de la llamada ‘Declaración de Varna’, expresaba su idea de “emplazar subrepticiamente proyectiles nucleares en Cuba”. (3): Esto lo testimonia Khruschev en su libro de memorias “Khruschev Remembers”. Boston: Litle Brown, 1970. La declaración en Varna, Bulgaria, fue efectuada entre el 14 y el 20 de mayo de 1962. Cfr*

En esa Declaración de Varna es notorio la ausencia de argumentos que se refieran a ‘respaldo solidario’ de la URSS con alguna isla del mar Caribe. Probablemente aquel escenario búlgaro no era propicio para argumentaciones ideológicas ni para anuncios que tuviesen que ver con solidaridad internacional. Eso se dejaría para el posterior consumo del liderazgo cubano y para el resto del mundo.

Veintisiete años después, en un artículo escrito por el entonces Ministro de Relaciones Exteriores de la URSS, Andrei A. Gromyko, publicado por el diario moscovita “Izvestia” el 15 de abril de 1989 -pocos días antes de su fallecimiento-, éste relata que en aquel abril de 1962, durante un viaje de regreso a Moscú, Nikita Khruschev le manifestó su consideración de que “para preservar a Cuba como Estado Independiente era preciso instalar en la isla cierta cantidad de cohetes nucleares, pues sólo eso podría salvarla ya que a Washington no lo detendría el fracaso de la invasión a Playa Girón” (Bahía de Cochinos). Era este el perfecto juicio con alto sentido de la oportunidad que se presentaba a favor de la URSS.

Es obvio que lo narrado por Gromyko sobre la consideración de Khruschev era el argumento que se esgrimiría para justificar la operación de instalar los misiles en aquella isla. Esta premisa tenía la especial característica de ser creíble para la dirigencia cubana, y así debería repetirse. Pero Gromyko tenía sus objeciones a esa idea, basadas en los peligros que ese paso podría entrañar para la paz y así lo expresó a Khruschev durante aquel viaje. A tales objeciones Khruschev replicó: “La Unión Soviética no quiere una guerra nuclear y no pretende combatir. En los próximos días plantearé la cuestión al Presidium del Comité Central”. Gromyko intuyó que el tema ya lo había tratado Khruschev con los militares soviéticos porque –como escribió- “me llamó la atención que Khruschev me expusiera sus ideas sin señales de ningún tipo de vacilación y por tanto deduje que este asunto por lo menos él lo había acordado previamente con la dirección militar del país”. (4): Testimonio ofrecido por Andrei A. Gromyko en un artículo titulado “La Crisis del Caribe: sobre lo revelado ahora y lo oculto entonces”. Traducido y publicado en “Comentarios, artículos y editoriales”, DOR-CCPCC, No. 22, el 21/6/1989. Cfr*

Veamos el caso de Alexander Alexeev quien era en 1962 Consejero de la embajada de la URSS en La Habana y cuyos testimonios representan una interesante fuente sobre el caso que nos ocupa. Alexeev revela que “a inicios de mayo de ese año me llamaron de Moscú. Al día siguiente de mi llegada Khruschev me mandó a citar a su despacho en el Kremlim. Permanecí por espacio de una hora a solas con Khruschev; le informé de la situación en Cuba y le respondí todas sus preguntas. Al terminar el encuentro, me dijo: ‘Usted lleva mucho tiempo trabajando en Cuba, hace casi dos años, y hemos decidido nombrarlo embajador; lo volveré a llamar cuando estén otros compañeros del Presidium’ y terminó la conversación”. (5): A. Alexeev. Transcripciones de la Conferencia Tripartita sobre la Crisis de Octubre, celebrada en La Habana, 9 al 12 de enero de 1992. Cfr*

Cuatro días después Alexeev fue vuelto a citar a su despacho en el Kremlim. Además de Khruschev, estaban presentes Kozlov, Mikoyan, Gromyko, Rashídov y los mariscales Malinovsky y Biriuzov. Alexeev repitió la misma información sobre Cuba que había dado en la primera entrevista. Khruschev habló con mucha más emoción del pueblo cubano, en particular de sus dirigentes, de su capacidad y decisión de oponerse a las presiones estadounidenses y preguntó a Alexeev: “¿cómo reaccionaría Castro si el gobierno soviético le propusiera instalar cohetes nucleares?”

Es el mismo Alexeev, quien 26 años después, escribe que se quedó desconcertado y le respondió: “es poco probable que lo acepte. Los cubanos han estructurado una estrategia basada en la disposición combativa del pueblo y la solidaridad de la opinión pública mundial, sobre todo de América Latina”. Entonces Malinovsky pidió la palabra para acotar: “El pueblo español había accedido a recibir ayuda armada soviética en su lucha contra el fascismo”. (6): Alexander Alexeev, artículo publicado en la revista “Eco del Planeta”, No. 33. Moscú, noviembre de 1988, pp. 26-33. Cfr*

Probablemente los comentarios de Alexeev, desfavorables a los planes de sus interlocutores, pudo haberle alejado de la posibilidad de colocarse como embajador de la URSS en Cuba.

En ese momento Khruschev tomó la palabra y expuso: “Estoy absolutamente seguro que en venganza por la derrota en Playa Girón los norteamericanos van a emprender una invasión contra Cuba ya no con mercenarios, sino con sus propias fuerzas armadas y tenemos informaciones fidedignas al respecto”. (Ibídem). La sagacidad de Khruschev era incuestionable; para él la oportunidad que se presentaba debía de ser aprovechada a toda costa.

El premier soviético hizo una pausa en su conversación, pensando en los argumentos que seguidamente expondría y exclamó: “¡Hay que hallar un medio eficaz que contenga a los norteamericanos para que no den ese paso riesgoso!”.  Y a seguidas expresó: ¡Está claro que nuestras declaraciones en defensa de Cuba ya no son suficientes, por eso hay que hacerles entender que si atacan a Cuba van a tenérselas que ver no sólo con un país indómito, sino también con el poderío nuclear de la Unión Soviética. Hay que hacer pagar el máximo por una aventura bélica contra Cuba y, en cierta medida, equiparar la amenaza a Cuba con otra a los mismos Estados Unidos. La lógica hace ver que ese medio puede ser sólo el emplazamiento de nuestros cohetes de ojivas nucleares en territorio cubano. Tenemos que pagarles con la misma moneda, darles su propio remedio, y obligarlos a sentir en su propio cuerpo lo que significa vivir rodeados por armas nucleares enemigas. Hay que llevar a cabo la operación de forma estrictamente confidencial a fin de que los norteamericanos no detecten los misiles antes de que estén totalmente listos para combatir. Sobre todo hay que evitar la publicidad debido a las exacerbaciones de pasiones en el período de campaña iniciadas con vistas a las elecciones para el Congreso norteamericano, programadas para el 6 de noviembre [de 1962]. Después podrá hacerse público”. (7): Ibídem.

Fue una exposición clara y contundente; como si fuese una declaración de principios de esta operación. Entretanto no se debe olvidar que el objetivo básico de los soviéticos, como cualquier lector medianamente avezado puede entender, era -cuando llegara el momento oportuno- de presionar a Norteamérica para que retirara sus amenazantes misiles “Júpiter” de sus fronteras a cambio de retirar los suyos de Cuba.

En esta fase los norteamericanos y los cubanos aún desconocían completamente lo que en secreto articulaba la dirigencia soviética. Por fortuna para la dirigencia soviética, las ideas de Khruschev sobre las probables amenazas norteamericanas a Cuba se le habían presentado como anillo al dedo con el fracaso de Playa Girón (Bahía de Cochinos) hacía apenas un año. Era una oportunidad excelente ‘para mostrar solidaridad’ con la isla caribeña.

El repentino surgimiento de esa solidaridad de la URSS hacia la débil y combativa isla de Cuba frente a la amenaza del ‘poderoso Imperio norteamericano’ sería asimilado positivamente por las máximas autoridades y por el pueblo cubano. Por supuesto, el tema de los inseguros cielos soviéticos era secreto de Estado; eso no debía mencionarse en absoluto a esa dirigencia cubana, y menos aún publicitar que preparaban a los norteamericanos el plan para “pagarle con la misma moneda y darle su propio remedio”. El tema de los inseguros cielos de la URSS era estrictamente para consumo de la alta dirigencia de la URSS. De lo que estaba segura esa dirigencia era de que al presentar el plan a los cubanos y pese a que éstos podrían manifestar algún temor, todo se estaba preparando para incluso inspirar profundo agradecimiento y una gran simpatía hacia ‘la solidaria URSS’. He ahí la genialidad de la gran potencia socialista.

Los altos mandos militares soviéticos no pusieron objeciones al proyecto. Por el contrario, se mostraron interesados en él pues el plan ayudaría a compensar la situación de desventaja de la URSS respecto a Estados Unidos en ojivas nucleares, medios portadores y tiempo de impacto de esas armas. Reiteramos que para la URSS, se trataba de un problema de correlación de fuerzas entre esas dos potencias; no de algo que en esencia tuviese que ver con solidaridad a una lejana y casi desconocida isla en el mar Caribe. El tema de Cuba se presentó en aquel momento como posible solución a esa disparidad armamentística y Cuba sería la llave maestra de la URSS para compensar aquella desfavorable correlación entre dos gigantes, pues lo básico era que desde la isla de Cuba sus medios coheteriles podrían reducir substancialmente el tiempo de impacto a territorio norteamericano y ello representaría una enorme ventaja para la URSS.

BALANCE ARMAMENTISTICO USA–URSS EN 1962:

Respecto a esta disparidad de armamentos nucleares favorable a Estados Unidos, el Secretario de Defensa de la administración Kennedy, Robert McNamara reveló que durante la Crisis de Octubre de 1962 ellos poseían 5,000 ojivas nucleares mientras que los soviéticos apenas contaban con 300; esto es, una correlación de 17 a 1 a favor de Estados Unidos. (8): Véase en Robert McNamara: transcripción de las intervenciones en las sesiones de la Conferencia Tripartita sobre la Crisis de Octubre. Moscú, enero de 1998. Cfr* En adición se señala que en el mismo año el Pentágono poseía 377 cohetes estratégicos en tierra y mar y se avanzaba en la construcción de 1,000 cohetes avanzados del tipo Minuteman. (Véase la Conferencia Tripartita sobre la Crisis de Octubre ya citada, Moscú, 1998). Cfr*

En ese mismo tenor, el ex subdirector de la CIA, Ray Cline, señaló que “Estados Unidos estaba convencido que los soviéticos tenían cientos de misiles, pero en agosto de 1961 se realizó la primera misión eficaz de reconocimiento por satélites que volaban a 90 millas de altitud fotografiando vastas zonas del territorio de la URSS. Esas fotografías fueron la clave que hizo que Estados Unidos descubriera lo que realmente pasaba. En el otoño de 1961 se supo que sólo había 25 misiles en territorio soviético. En septiembre y octubre del año siguiente (1962) se realizó una nueva misión de exploración por satélite y se estimó que los soviéticos sólo poseían 50 misiles y que, incluso, muchos de ellos no eran aún operacionales estando emplazados solo con fines de prueba. Por su lado, Estados Unidos había creado un sistema de producción muy rápido de los Minuteman, comprobando que se poseían cuatro veces más misiles de este tipo que los soviéticos”. (9): Véase Conferencia Tripartita de La Habana sobre la Crisis de Octubre, en enero de 1992. Cfr*

Estos datos confirman que uno de los objetivos soviéticos al colocar cohetes de alcance medio e intermedio en el territorio cubano era mejorar el balance estratégico respecto a Estados Unidos pues –como señalamos- esos medios soviéticos al estar ubicados en una geografía cercana al territorio norteamericano ofrecían a la URSS una paridad o quizás una ventaja en el ‘tiempo de impacto’. Esta ventaja geográfica que conseguiría la URSS compensaría su potencial de respuesta hasta tanto la URSS estuviera en capacidad de lograr la deseada paridad nuclear en el número de medios coheteriles y ojivas nucleares.

Treinta años más tarde, en 1992, el propio Fidel Castro lo admitía al señalar que “Nikita fue muy astuto al presentar el problema a los demás dirigentes del partido soviético y cómo realmente pensaba. A la luz de los hechos que conocemos hoy, sobre la real correlación internacional de fuerzas, se ve claro que aquello [el despliegue de cohetes nucleares soviéticos en Cuba] resultaba una necesidad. Si realmente lo que tenían era 50 ó 60 proyectiles, no hay duda que la presencia [en territorio cubano] de aquellos 42 proyectiles [36 cohetes de alcance medio R-12 operativos y 6 para instrucción] mejoraría considerablemente la situación” [del balance estratégico de la URSS frente a Estados Unidos]. (10): Fidel Castro Ruz: Conferencia Tripartita de La Habana sobre la Crisis de Octubre de 1962, del 9 al 12 de enero de 1992. Transcripción de las intervenciones de las sesiones. Cfr*

La decisión preliminar de instalar los cohetes en Cuba se tomó en el Consejo de Defensa de la URSS el 21 de mayo, 9 días antes de la llegada de la delegación soviética a La Habana, formulándose la tarea al Alto Mando de las Fuerzas Armadas Soviéticas. A partir de ese momento empezó el análisis de los aspectos de carácter militar que hizo factible la misión. Este Consejo de Defensa estaba encabezado por Nikita S. Khruschev, y en él se incluyó a Frol Kozlov y Leonid Brezhnev (quien luego sustituiría a Khruschev como Primer Ministro de la URSS), ambos miembros del Comité Central del PCUS; a Aleksei Kosygin y Anastas Mikoyan, miembros del Presiduim del PCUS; por el Ministerio de Defensa a los mariscales Rodion Y. Malinovsky, Andrei Grechko, el general Aleksei Yepishev, y el Coronel General Semyon P. Ivanov, quien era el jefe de la Dirección de Operaciones Principales del Estado Mayor Central y se desempeñaba como secretario de este Consejo de Defensa.

El día 24 de mayo de ese 1962, El proyecto se llevó al seno del órgano que tenía la facultad para su aprobación definitiva, es decir, el Presidium del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS).

La mayoría de los participantes dieron su apoyo a la propuesta, pero Anastas Mikoyan opinó que los dirigentes cubanos no aceptarían tal riesgo para su país y agregó que, en su criterio, no se podría realizar la operación de los cohetes de manera oculta. En ese sentido, Khruschev propuso entonces la salida inmediata hacia Cuba del Mariscal Biriuzov para transmitir directamente la propuesta y, de ser aceptada, estudiar en el terreno con dos o tres especialistas la posibilidad de construir las rampas de lanzamiento sin que fueran descubiertas por los medios de exploración de Estados Unidos. (11): La referencia a esa reunión la hace Sergo Mikoyan en su artículo “La Crisis del Caribe en retrospectiva”, publicado en la Revista “América Latina”, No. 4, URSS, 1988. Cfr*

Esa delegación cuya salida inmediata propuso Khruschev en el seno del Presiduim aquel 24 de mayo, es la misma que arriba al aeropuerto habanero cinco días después y que es reseñada por el periódico “Revolución” con la cobertura de los “especialistas en hidrotecnia” que enmascaraba el viaje a Cuba del jefe de las Fuerzas Coheteriles Estratégicas de la URSS y de los altos mandos militares que le acompañaban.

67.5 MEGATONES DE LA URSS HACIA CUBA:

En la residencia oficial de protocolo del Ministerio de Relaciones Exteriores de La Habana, en donde fue trasladada desde el aeropuerto “José Martí” la misión soviética recién llegado ese 29 de abril de 1962, Alexander Alexeev expresó su interés en conversar de inmediato con el comandante Raúl Castro, con quien había cultivado buenas relaciones personales en el transcurso los casi dos años que el primero llevaba en la Embajada de la URSS en La Habana, y en la tarde de ese mismo día se produce la entrevista en donde Alexeev comunica a Raúl Castro, Ministro de Defensa de Cuba, que con el grupo viaja de incógnito el Mariscal Biriuzov junto a otros generales soviéticos quienes tienen la encomienda del máximo dirigente de la Unión Soviética, Nikita S. Khruschev, de hacer una importante propuesta al Primer Ministro cubano, Fidel Castro Ruz. (12): A. Alexeev, artículo citado. Cfr*

En la noche de ese mismo día, el comandante Fidel Castro se encuentra reunido con el mariscal Sergei Biriuzov, quien –recordemos- era Viceministro de Defensa y Jefe de las Fuerzas Coheteriles Estratégicas de la URSS; estando presentes, además, Raúl Castro, el Mariscal Sharaf Rashídov y Alexander Alexeev, quien servía de traductor. En un momento determinado de dicho encuentro, el mariscal Biriuzov le pregunta a Fidel Castro: “¿qué sería necesario hacer para evitar una invasión de Estados Unidos?”, y Castro le contesta: “Adoptar medidas que de manera inconfundible expresen al imperialismo que cualquier agresión a Cuba significaría una guerra no solo con Cuba”. (13)- Véase, Fidel Castro Ruz: Conferencia Tripartita de La Habana sobre la Crisis de Octubre de 1962. Documento citado.

El mariscal Biriuzov entonces formula a Castro las preguntas siguientes: “Pero en concreto, ¿cómo? ¿Hay que hacer actos que indiquen eso?”. Sin esperar la respuesta de Castro, Biriuzov, meditando sus palabras, pasó de inmediato a explicar la idea de Khruschev de otorgar máxima demostración de garantía solidaria con la instalación de cohetes nucleares en territorio cubano. Entonces Castro pregunta qué tipo de cohetes eran y cómo pensaban llevar a cabo la operación, a lo que el Jefe de las Fuerzas Coheteriles de la URSS, pasó a referir algunas de las características básicas de los proyectiles; de su alcance y el potencial nuclear de sus ojivas. En cuanto a la instalación de esos medios en territorio cubano, el mariscal Biriuzov explicó a Castro que la operación sería realizada de manera rápida, secreta y oculta; a lo que Casto le pidió tiempo para discutir la cuestión en el Secretariado de la Dirección Nacional de las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI) y que, entonces, le daría una respuesta definitiva.

El Secretariado de las ORI lo integraban en aquel momento el propio Fidel, Raúl Castro, Ernesto Guevara, Osvaldo Dorticós, Emilio Aragonés y Blas Roca.

Respecto a este encuentro con el mariscal soviético Sergei Biriuzov, Fidel Castro, seis años después, en una reunión del Comité Central del Partido Comunista de Cuba del 25 de enero de 1968, confiesa que: “Por aquella época la dirección cubana tenía un alto grado de confianza en la Unión Soviética, en su experiencia en cuestiones internacionales y militares; tal vez, teníamos “más confianza de la cuenta”.

Fidel Castro Ruz, en otra ocasión posterior rememora que “después de escuchar la propuesta y las explicaciones de Biriuzov sobre las características de los cohetes a ser instalados, percibió de inmediato que ese ofrecimiento podría consolidar el poder defensivo de todo el campo socialista, y desde ese punto de vista se inclinaba a aceptarlo, aunque estaba convencido que para defender a Cuba no eran imprescindibles los cohetes, porque con un pacto militar que expresara claramente que una agresión armada al país equivaldría a un ataque a la URSS, se hubiera podido obtener los mismos fines, sin la presencia de esos medios. “Estados Unidos tiene muchos de esos acuerdos en el mundo y los demás países los respetan”, habría señalado Castro a Biriuzov. (14): Ver, Fidel Castro Ruz; Conferencia Tripartita de La Habana sobre la Crisis de Octubre de 1962 [Doc. Cit.].

Y así lo manifestó Fidel Castro a los demás integrantes del Secretariado de las ORI, al día siguiente de su primer encuentro con el mariscal Biriuzov, argumentando a sus compañeros que “a su juicio, la instalación de los proyectiles fortalecía al campo socialista, y si el partido era del criterio que el campo socialista debía de estar dispuesto a ir a la guerra por cualquier país socialista, no se debía hacer ningún tipo de consideración acerca de los peligros que tal decisión pudiera entrañar para Cuba. Los presentes coincidieron en que la medida contribuiría también a la defensa del país, al ser un fuerte disuasivo que influiría en los gobernantes estadounidenses antes de emprender cualquier acción militar”. (15): Acta de la reunión del Comité Central del Partido Comunista de Cuba del 25 de enero de 1968. Fondo Crisis de Octubre. [Archivo del IHC]. Cfr*

“NO NOS GUSTABAN LOS COHETES”:

No obstante, en las Transcripciones de la Conferencia Tripartita de La Habana, efectuada treinta años después, es decir, del 9 al 12 de enero de 1992, Fidel Castro, rememorando aquella reunión de las ORI explica que: “A nosotros no nos gustaban los cohetes. Si de nuestra defensa exclusiva se hubiese tratado, nosotros [el Secretariado de las ORI] no hubiésemos aceptado los proyectiles. Pero no vayan a pensar que era por el temor a los peligros que pudieran sobrevenir de los proyectiles aquí, sino por la forma en que eso dañaría la imagen de la Revolución y nosotros éramos muy celosos con la imagen de la Revolución en el resto de América Latina; y que la presencia de los proyectiles, de hecho, nos convertía en una base militar soviética y eso tenía un costo político alto, para la imagen de nuestro país que tanto apreciamos nosotros”. En otra ocasión, y refiriéndose a aquella misma reunión del Secretariado de las ORI, Fidel Castro expresa que: “Sin embargo, todos los miembros del Secretariado, sin vacilación de ninguna índole, y honestamente pensando, con un verdadero sentimiento internacionalista, convinieron en responder afirmativamente a la proposición soviética”. (16): Reunión del CC del PCC, el 25 de enero de 1968. Cfr*

El mismo día en que se efectuó la reunión del Secretariado de las ORI, y como le fue prometido; se le comunica al mariscal Biriuzov la decisión del Secretariado y, en esta segunda entrevista, Fidel Castro Ruz le dijo al Jefe de las Fuerzas Coheteriles Estratégicas de la (URSS): “Mire, si esto conviene a los intereses del campo socialista, aquí nosotros estamos dispuestos a que se instalen mil cohetes”. (17): Fidel Castro Ruz. Transcripciones de la Conferencia Tripartita de La Habana sobre la Crisis de Octubre de 1962 [Doc. Cit.].

Deteniéndonos a hacer una breve reflexión respecto a las implicaciones y el significado de esta respuesta al mariscal Biriuzov, pensamos que probablemente el joven Fidel Castro (34 años de edad en ese momento) no tenía una idea de la carga total de fuego que la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) se proponía instalar en territorio cubano y sus mares circundantes; reiteramos los datos: 67.5 megatones, dirigidos hacia la profundidad estratégica de los Estados Unidos; 36 portadores nucleares R-12 y 7 submarinos con 21 cohetes R-13, sin contar con los 51,000 efectivos soviéticos, dotados con todos sus armamentos y medios de combate.

Pero el joven máximo dirigente cubano ni sus compañeros del Secretariado de las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI) estaban en ese momento enterados de la preocupante situación en que se encontraban los altos dirigentes políticos y militares de la URSS respecto a la inseguridad de los cielos soviéticos debido a los cohetes “Júpiter” norteamericanos instalados en Turquía que entraron en su fase operativa en abril de 1962.

Al día siguiente, el comandante Raúl Castro, en compañía del mariscal Sergei Biriuzov y los generales soviéticos que le acompañaban, realizaron una exploración para determinar las regiones donde se desplegarían las unidades soviéticas. La demostración de ‘solidaridad’ de la experimentada y poderosa URSS hacia la pequeña ex colonia española de Cuba apenas empezaba.

CONCLUSIONES:

Para la dirigencia soviética, los riesgos de la operación Anadyr serían recompensados por la oportunidad única del momento. Pienso que el planteamiento que inspiraría a Nikita Khruschev era entendible: ‘nuestros cielos son inseguros a causa de los misiles “Júpiter” norteamericanos emplazados en Turquía cerca de nuestra frontera con ese vecino país; por tanto, como no todos los días surgen unos jóvenes ‘revolucionarios’ que toman el poder a 90 millas del territorio norteamericano y a los que el año pasado invadieron (Bahía de Cochinos) bajo el patrocinio de los dueños de esos misiles; entonces, todos los riesgos deben ser tomados pero jamás desaprovecharemos la oportunidad que ahora se nos presenta’.

El fruto estaba maduro para que la URSS diera el paso de involucrarse en la operación. Esa maduración la venía trabajando la URSS desde hacía al menos dos años. Esbocemos una breve cronología de los eventos que así lo confirma: en julio de 1960 los EE UU reducen la cuota azucarera de Cuba como respuesta a las nacionalizaciones a empresas norteamericanas, y al mismo tiempo la URSS decide compra azúcar cubano a precios preferenciales y ofrece venderle petróleo a precios también de preferencia; en 1961 el presidente J. F. Kennedy aprueba la invasión militar a Playa Girón la cual es derrotada en 72 horas por el ejército y las milicias revolucionarias de Cuba; los jóvenes dirigentes cubanos celebran el éxito decretando su revolución como socialista; y en 1962 Khruschev pone en marcha su operación para liberar los cielos soviéticos de los amenazantes misiles “Júpiter”.

 ¿Quién podría convencer al máximo líder soviético de que no era el momento perfecto para activar la peligrosa operación? Pero, ¿quién pone en duda que esta solidaridad inicial de la URSS ofreciendo precios preferenciales a Cuba estaba vinculada al cercano proyecto de ‘cielos soviéticos seguros’?

Una jugada redonda y perfecta propia de un imperio con suficiente experiencia histórica, militar y política.-


Nota: El precedente texto está inspirado en el libro “Octubre de 1962: A un paso del Holocausto; Una mirada cubana a la Crisis de los Misiles”, del escritor cubano Tomás Díez Acosta, editado por Editora Política, La Habana, 2002, en donde se puede consultar la bibliografía mencionada en el presente trabajo. (Fin de la parte I / Pedro Samuel Rodríguez R., Santo Domingo, República Dominicana, agosto, 2015).-
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