Mariscal Rodion Y. Malinovsky
Llamada por los cubanos “La Crisis de
Octubre”; por los soviéticos “La Crisis del Caribe” y por los norteamericanos
“La crisis de los misiles en Cuba”.
(I)
Por Pedro
Samuel Rodríguez R.
RESUMEN:
Es esta una materia pendiente por muchos años en República
Dominicana. En esta primera parte abordaremos el tema de la Crisis de Octubre
desde una perspectiva poco tratada en Latinoamérica, esto es, desde sus
orígenes en el mismo territorio de la Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas (URSS, hoy Rusia). Si se quiere, el presente trabajo muestra la casi
desconocida ‘mirada soviética’ a esa Crisis.
Después que examinemos el origen y las implicaciones de
aquella Crisis, entonces será más fácil comprender el terrible impacto que
representó para el gobierno norteamericano el descubrimiento del subrepticio emplazamiento
en su vecina Cuba de misiles soviéticos portadores de ojivas nucleares capaces
de lanzar una carga total destructiva de 67.5 megatones a la profundidad
estratégica de Estados Unidos, como
efectivamente descubrieron en octubre de 1962 cuando estaban en fase operativa los
36 portadores (cohetes) nucleares R-12 y 7 submarinos con 21 cohetes R-13, sin
contar con los 51,000 efectivos soviéticos, dotados con todos sus armamentos y
medios de combate, cuyo poderoso arsenal y efectivos militares provenían del
lejano territorio de su potencia enemiga, la URSS.
Mientras avancemos en la lectura del presente escrito, será
más fácil entender cómo, a partir del fin de esa Crisis, los efectos políticos de
tales aterradores acontecimientos se prolongarían por varias décadas en Cuba,
en República Dominicana y en toda la geografía latinoamericana, cuyos efectos
recién empiezan a finalizar en agosto del presente año 2015 con el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre EE UU y Cuba.
La Crisis del Caribe no se origina en el Caribe sino en el
lejano territorio de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas cuando la
dirigencia soviética decide, mediante una arriesgada operación, desembarazarse
de los amenazantes misiles nucleares “Júpiter” que los norteamericanos habían
emplazado en Turquía, cerca de la frontera con la URSS. Es decir, la Crisis de
los misiles soviéticos en Cuba se origina a causa de otros misiles que los
norteamericanos ya habían emplazado en territorio turco y que apuntaban hacia
territorio soviético, como explicaremos más adelante. Para decirlo en forma muy
elemental, el planteamiento que hace la URSS a Estados Unidos fue: 'Como me apuntas con
tus misiles desde Turquía, te apuntaré con los míos desde Cuba'.
Ciertamente, en abril de 1962 los misiles norteamericanos
emplazados en Turquía que apuntaban hacia la URSS hacían inseguros los cielos
de esa potencia socialista, y por este motivo la alta dirigencia de la Unión
Soviética toma el riesgo de trasladar secretamente hacia la lejana Cuba el
arsenal mencionado con el objetivo de hacer también inseguros los
cielos de los Estados Unidos y “dar a Norteamérica su mismo remedio”, como
comentaría el máximo líder soviético. Cuando la crisis estuviera en su punto
más álgido entonces la URSS haría la propuesta a los norteamericanos: “me
retiro de Cuba si te retiras de Turquía”. Pero, para la Unión Soviética, Cuba y
los hermanos Castro eran la llave para el éxito de esa operación.
Empezamos a ver claramente que se trataba de una Crisis cuya
motivación básica era el balance nuclear
estratégico entre las dos súper-potencias de aquel momento: Estados Unidos de
Norteamérica y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Fue una Crisis que
empezó en la URSS y concluye en una lejana isla del mar Caribe. Su origen nada
tiene que ver con ‘solidaridad de los pueblos’ ni nada parecido; lo ideológico
y la solidaridad entran en escena luego de concebida la operación, sólo con
rango secundario y como el útil lubricante que aseguraría el éxito del proyecto
de Equilibrio Armamentístico. En efecto, ‘la solidaridad y la ideología’ no fueron
elementos protagónicos pero desempeñaron un rol de capital importancia para el
convencimiento de los dirigentes de aquella isla caribeña en donde se
emplazarían los misiles soviéticos.
La URSS provoca la Crisis y también la termina. Ella concluye
cuando los norteamericanos son obligados a desmantelar sus “Júpiter” en Turquía
a cambio del retiro de los R-12 y R-13 soviéticos en Cuba, como planificado por
la dirigencia soviética. Ciertamente, el éxito de la operación fue soviético y
el perdedor Estados Unidos. La URSS gana la seguridad de sus cielos y EE UU
pierde sus “Júpiter”.
Al finalizar aquella Crisis los norteamericanos quedan
petrificados por la extrema temeridad de la alta dirigencia soviética al
ejecutar tan peligrosa operación; entretanto, en Latinoamérica crece la admiración por la
‘solidaridad’ de la gran URSS hacia la pequeña y ‘acosada’ isla de Cuba. Un plan soviético perfecto
y oportuno aunque extremadamente arriesgado para la paz mundial.
¿QUIÉN SACÓ PROVECHO A
QUIÉN?
Así, en La Habana, Cuba, en abril de 1962, era previsible saber
quién sacaría provecho de quién cuando empiezan las ‘negociaciones’ entre
soviéticos y cubanos. Sucedió lo que tenía que suceder cuando dos grupos de
negociadores tan disímiles hacían tratos en temas tan sensibles. En un lado de
la mesa de negociaciones, Mariscales y generales soviéticos (Malinovski, Rashídov, Biriuzov) veteranos de la primera y la segunda guerra
mundial; vencedores de las tropas hitlerianas y cuyos ancestros pudieron haber
sido soldados del Zar que vencieron a los ejércitos napoleónicos…, y en el otro
lado, inexpertos jóvenes caribeños imbuidos de ideología (Fidel, Raúl, Ché). Como
veremos, solo imaginar ese grupo élite de oficiales experimentados soviéticos
frente a aquellos jóvenes nos da una idea de lo que allí ocurrió.
Como telón de fondo, hoy, aún casi se puede escuchar el eco
de las cándidas consignas del pueblo llano cubano, repitiendo: “Nikita, amigo,
lo que se da no se quita”, refiriéndose a los misiles R-12 y R-13 con sus 67.5
megatones soviéticos que debían ser retirados de aquella lejana geografía
caribeña. Y es que, al final de aquella crisis, queda demostrado que la experiencia histórica, militar y política soviética no
podía comparase con aquellos chicos caribeños.
Finalmente, veintisiete años después, en 1989, desaparece la
URSS y Cuba es rápidamente olvidada por la ex potencia socialista a pesar de
que los cielos de la URSS eran seguros desde 1962 gracias a la ya no recordada
Cuba. Con ello se inicia en esa isla el llamado “Período Especial” de carencias y en 2015 Estados Unidos decide dar inicio al fin del ‘castigo’
(embargo, rompimiento de relaciones diplomáticas) aplicado a la dirigencia
cubana por su complicidad en la generación de aquella crisis.
Se ha dicho que los imperios no hacen pedagogía sino que aplican castigos y dan lecciones que muchas veces los aleccionados no logran entender a corto plazo. El imperio soviético sacó provecho de Cuba y el imperio norteamericano la castigó por medio siglo.
Se ha dicho que los imperios no hacen pedagogía sino que aplican castigos y dan lecciones que muchas veces los aleccionados no logran entender a corto plazo. El imperio soviético sacó provecho de Cuba y el imperio norteamericano la castigó por medio siglo.
LA CRISIS DE LOS
MISILES Y SUS REPERCUSIONES EN REP. DOMINICANA:
A partir de la conclusión de aquella Crisis, el gobierno
norteamericano no cesó de enviar claros mensajes a su potencia enemiga, la
Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas de que no le permitiría la reiteración
de la temeraria experiencia recién concluida ni tampoco la expansión de la
influencia soviética en ‘su zona cercana’, lo que se expresaba –por un lado-
con el despliegue en esa zona de las poderosas fuerzas ideológicas de la Unión
Soviética y, por el otro lado, con el empeño norteamericano en detener a la
URSS a fin de que ‘sus territorios cercanos’ no cayeran bajo la esfera de ese osado y poderoso enemigo. Fue el típico modus
operandi de la Guerra Fría entre USA y la URSS.
Por su ubicación geográfica, la República Dominicana fue uno
de los ‘territorios en disputa’ en aquel teatro de operaciones entre estas dos
súper-potencias. Y es que, el derrocamiento de Bosch, la intervención de los
marines norteamericanos en territorio dominicano en 1965 y la 'sintonía' norteamericana
con el régimen de los 12 años del gobierno de Joaquín Balaguer, tenían claras
zonas de contacto con aquella Crisis y serían algunas de las respuestas que los
dirigentes Norteamericanos enviarían a la alta dirigencia de la URSS frente a
la gravedad de los eventos dirigidos por sus líderes en territorio cubano en
1962 y frente a las posteriores amenazas expansionistas generadas por ‘el interés
de la URSS en ayudar a los países oprimidos por el capitalismo’ a través de su
base de irradiación ideológica en la isla de Cuba.
Por decenios, los dominicanos hemos conocido detalles sobre
el derrocamiento del gobierno del Prof. Juan Bosch; todos tenemos informes
respecto a la invasión norteamericana al territorio dominicano en 1965; todos
poseemos abundante información en cuanto al período llamado de ‘los 12 años de
gobierno de Joaquín Balaguer’, y todos poseemos informes probablemente difusos
respecto a aquella Crisis del Caribe. No
obstante, en República Dominicana aún muy pocos escritos (o quizás ninguno) han
vinculado esos acontecimientos acaecidos en nuestro territorio con aquella
Crisis de Octubre.
Para empezar, creemos que el examen de algunos detalles del
origen de esa Crisis del Caribe podría ofrecernos unas perspectivas mejor
definidas que nos ayuden a comprender aquellas vinculaciones. Veamos, ante
todo, los orígenes soviéticos de dicha Crisis.
MISILES NORTEAMERICANOS
EN TURQUÍA COMO ANTECEDENTE A LA CRISIS DE OCTUBRE:
En 1962 el balance armamentístico nuclear entre Estados
Unidos y la URSS estaba a favor de USA no sólo en cuanto a cantidad de Medios Portadores
sino también en relación al ‘tiempo de impacto’ de esos medios. En adición, ya
en abril de ese año entraban en su fase operativa los misiles nucleares
“Júpiter” emplazados por Estados Unidos en territorio de Turquía, cercano a la
frontera con la Unión Soviética.
El siguiente relato es bien conocido por la comunidad
internacional de entendidos en la materia y se refiere a que a mediados de ese
mismo mes de abril, durante un viaje de vacaciones del Primer Ministro y máximo
dirigente soviético Nikita S. Khruschev a la costa del Mar Negro (Crimea) en
compañía del Ministro de Defensa Rodion Y. Malinovsky, éste último señala hacia
el horizonte y comenta con entendible preocupación sobre la presencia de esos
cohetes norteamericanos, indicando que “esos medios podían impactar en la URSS
a los 10 minutos de ser lanzados, mientras que los proyectiles continentales
soviéticos necesitaban 25 minutos para alcanzar sus blancos en Estados Unidos”.
A esta observación de Malinovsky, Khruschev responde:
“también nosotros podemos crear a los norteamericanos una situación similar
cerca de la frontera de Estados Unidos si ubicamos cohetes en Cuba. Después de
todo –continuaba expresando el Primer Ministro-, los norteamericanos no nos
pidieron permiso para situar estos armamentos junto a nuestra frontera” (1): Véase en Raymont L. Garthoft:
‘Reflextions on the Cuban Missile Crisis’. Revised Edition. The Brookings
Institution, Washington, D.C., 1989, p. 12. Cfr* Tomás Díez Acosta: “Octubre de
1962: A un paso del Holocausto”, Editora Política, La Habana, 2002.
En los día finales de ese mes de abril de 1962, cuenta Sergo
Mikoyan -el hijo del Viceministro, Anastas Mikoyan-, que su padre visitó a
Khruschev en su residencia en las afueras de Moscú y, mientras caminaban por el
jardín, el máximo dirigente soviético le confió que “dentro de pocos días
pensaba proponerle al gobierno cubano el despliegue de cohetes nucleares en su
territorio” (2): Sergo
Mikoyan, Conferencia sobre la Crisis de octubre en Cambridge, 11 al 12 de
octubre de 1987. Véase James G. Bright y David A. Welch: ‘On the Brink.
American and Soviet Reaxamine the Cuban Missile Crisis’. Hill and Wang, New
York, 1989, pp. 238-239. Cfr* 'A un paso del holocausto. [Anastas Mikoyan, padre de Sergo, era
Viceministro, es decir, Segundo en el mando soviético después del Primer
Ministro Khruschev].
EL PLAN DE “APOYO
SOLIDARIO SOVIETICO” ES COMUNICADO A LOS DIRIGENTES CUBANOS:
En la edición del 30 de mayo de 1962, el periódico cubano
‘Revolución’, daba la noticia en sus páginas 1 y 5, de la llegada el día
anterior al aeropuerto de La Habana de una delegación de 18 ‘especialistas
soviéticos en hidrotecnia’. La noticia fue acogida con beneplácito por los lectores
cubanos en vista de la severa sequía que sufría una amplia zona del
territorio de esa isla. Lo que no podían conocer los lectores de “Revolución”
ni aún su mismo director, era que con la llegada de esa delegación, los
soviéticos iniciaban la operación ultrasecreta ‘Anadyr’; ni podían saber que
dicha visita tenía la misión de proponer personalmente a la alta dirigencia
cubana el interés del Primer Ministro y Secretario General del Partido de la
Unión Soviética (PCUS), Nikita S. Khruschev, de
instalar en territorio cubano misiles soviéticos portadores de ojivas
nucleares que apuntarían hacia las profundidades del territorio norteamericano con
el argumento de frenar las intenciones de Estados Unidos de una agresión
directa a la isla.
La delegación recién llegada al aeropuerto habanero estaba
presidida por Sharaf Rashídov, miembro del Partido Comunista de la Unión
Soviética (PCUS) en Uzbekistán. Acompañaba la comitiva Alexander Alexeev, quien
poco después ocuparía el cargo de embajador de la URSS en Cuba. Dentro del
grupo figuraban tres ‘técnicos’ encabezados por el ‘ingeniero Petrov’ cuya
misión no tenía relación alguna con el resto de la delegación. Este ingeniero
Petrov era realmente el Mariscal Sergei Biriuzov, Viceministro de Defensa y
jefe de las Fuerzas Coheteriles Estratégicas de la URSS, a quien acompañaban el
Teniente General Sergei F. Ushakov, Subjefe del Estado Mayor Central de la
Fuerza Aérea Soviética y el General Pyotr V. Agreyev, Director de Operaciones
del Estado Mayor Central de las Fuerzas Armadas de la URSS. Cfr*
Como ya hemos visto, la idea de desplegar cohetes con cargas nucleares fuera del territorio de
la URSS estaba directamente vinculada a la necesidad de desembarazarse de la
amenaza que significaba para la seguridad soviética la instalación de bases coheteriles norteamericanas no sólo en
Turquía sino también en Italia e Inglaterra. El plan general de los dirigentes
soviéticos era el de tratar de desplegar una cantidad de sus misiles en
territorio cubano y cuando llegara el momento forzar a los norteamericanos a
retirar sus amenazantes armas en Turquía a cambio del retiro de los suyos de
Cuba. La operación no dejaba de tener altísimos riesgos para la paz mundial y
una eventual torpeza en su ejecución podría activar el inicio de un horroroso
holocausto nuclear de consecuencias globales. Más adelante veremos cómo el
mismo Ministro de Relaciones Exteriores soviético, Andrei A. Gromyko,
manifestaba esos temores.
Entretanto, la dirigencia soviética tenía un argumento para
presentar a los líderes cubanos: “El inminente peligro de una agresión militar
directa de Estados Unidos sobre Cuba, después de la frustrada invasión
auspiciada por Norteamérica en Bahía de Cochinos" (Playa Girón) ocurrida en el
mes de abril del año anterior, 1961. Se trataba de un argumento válido y
verdadero, aunque ocultaba la otra verdad; la de los inseguros cielos de la
URSS.
La determinación de instalar cohetes soviéticos cercanos al
territorio norteamericano era clara y concluyente para el máximo líder de la
URSS, e incluso, tal determinación fue comunicada a sus aliados de Europa del
Este. Esto se comprueba cuando vemos que unas dos semanas antes de la llegada
de aquella delegación soviética a La Habana, el propio Khruschev, en visita a
Varna, Bulgaria, y en ocasión de la llamada ‘Declaración de Varna’, expresaba
su idea de “emplazar subrepticiamente proyectiles nucleares en Cuba”. (3): Esto lo testimonia Khruschev en
su libro de memorias “Khruschev Remembers”. Boston: Litle Brown, 1970. La
declaración en Varna, Bulgaria, fue efectuada entre el 14 y el 20 de mayo de
1962. Cfr*
En esa Declaración de Varna es notorio la ausencia de
argumentos que se refieran a ‘respaldo solidario’ de la URSS con alguna isla
del mar Caribe. Probablemente aquel escenario búlgaro no era propicio para
argumentaciones ideológicas ni para anuncios que tuviesen que ver con
solidaridad internacional. Eso se dejaría para el posterior consumo del
liderazgo cubano y para el resto del mundo.
Veintisiete años después, en un artículo escrito por el
entonces Ministro de Relaciones Exteriores de la URSS, Andrei A. Gromyko,
publicado por el diario moscovita “Izvestia” el 15 de abril de 1989 -pocos días
antes de su fallecimiento-, éste relata que en aquel abril de 1962, durante un
viaje de regreso a Moscú, Nikita Khruschev le manifestó su consideración de que
“para preservar a Cuba como Estado Independiente era preciso instalar en la
isla cierta cantidad de cohetes nucleares, pues sólo eso podría salvarla ya que
a Washington no lo detendría el fracaso de la invasión a Playa Girón” (Bahía de
Cochinos). Era este el perfecto juicio con alto sentido de la oportunidad que
se presentaba a favor de la URSS.
Es obvio que lo narrado por Gromyko sobre la consideración de
Khruschev era el argumento que se esgrimiría para justificar la operación de instalar
los misiles en aquella isla. Esta premisa tenía la especial característica de
ser creíble para la dirigencia cubana, y así debería repetirse. Pero Gromyko
tenía sus objeciones a esa idea, basadas en los peligros que ese paso podría
entrañar para la paz y así lo expresó a Khruschev durante aquel viaje. A tales
objeciones Khruschev replicó: “La Unión Soviética no quiere una guerra nuclear
y no pretende combatir. En los próximos días plantearé la cuestión al Presidium
del Comité Central”. Gromyko intuyó que el tema ya lo había tratado Khruschev
con los militares soviéticos porque –como escribió- “me llamó la atención que
Khruschev me expusiera sus ideas sin señales de ningún tipo de vacilación y por
tanto deduje que este asunto por lo menos él lo había acordado previamente con
la dirección militar del país”. (4): Testimonio ofrecido por Andrei A. Gromyko en un artículo titulado
“La Crisis del Caribe: sobre lo revelado ahora y lo oculto entonces”. Traducido
y publicado en “Comentarios, artículos y editoriales”, DOR-CCPCC, No. 22, el 21/6/1989. Cfr*
Veamos el caso de Alexander Alexeev quien era en 1962
Consejero de la embajada de la URSS en La Habana y cuyos testimonios
representan una interesante fuente sobre el caso que nos ocupa. Alexeev revela
que “a inicios de mayo de ese año me llamaron de Moscú. Al día siguiente de mi
llegada Khruschev me mandó a citar a su despacho en el Kremlim. Permanecí por
espacio de una hora a solas con Khruschev; le informé de la situación en Cuba y
le respondí todas sus preguntas. Al terminar el encuentro, me dijo: ‘Usted
lleva mucho tiempo trabajando en Cuba, hace casi dos años, y hemos decidido
nombrarlo embajador; lo volveré a llamar cuando estén otros compañeros del
Presidium’ y terminó la conversación”. (5): A. Alexeev. Transcripciones de la Conferencia Tripartita
sobre la Crisis de Octubre, celebrada en La Habana, 9 al 12 de enero de 1992.
Cfr*
Cuatro días después Alexeev fue vuelto a citar a su despacho
en el Kremlim. Además de Khruschev, estaban presentes Kozlov, Mikoyan, Gromyko,
Rashídov y los mariscales Malinovsky y Biriuzov. Alexeev repitió la misma
información sobre Cuba que había dado en la primera entrevista. Khruschev habló
con mucha más emoción del pueblo cubano, en particular de sus dirigentes, de su
capacidad y decisión de oponerse a las presiones estadounidenses y preguntó a
Alexeev: “¿cómo reaccionaría Castro si el gobierno soviético le propusiera
instalar cohetes nucleares?”
Es el mismo Alexeev, quien 26 años después, escribe que se
quedó desconcertado y le respondió: “es poco probable que lo acepte. Los
cubanos han estructurado una estrategia basada en la disposición combativa del
pueblo y la solidaridad de la opinión pública mundial, sobre todo de América
Latina”. Entonces Malinovsky pidió la palabra para acotar: “El pueblo español
había accedido a recibir ayuda armada soviética en su lucha contra el
fascismo”. (6): Alexander
Alexeev, artículo publicado en la revista “Eco del Planeta”, No. 33. Moscú,
noviembre de 1988, pp. 26-33. Cfr*
Probablemente los comentarios de Alexeev, desfavorables a los
planes de sus interlocutores, pudo haberle alejado de la posibilidad de
colocarse como embajador de la URSS en Cuba.
En ese momento Khruschev tomó la palabra y expuso: “Estoy
absolutamente seguro que en venganza por la derrota en Playa Girón los
norteamericanos van a emprender una invasión contra Cuba ya no con mercenarios,
sino con sus propias fuerzas armadas y tenemos informaciones fidedignas al
respecto”. (Ibídem). La sagacidad de Khruschev era
incuestionable; para él la oportunidad que se presentaba debía de ser
aprovechada a toda costa.
El premier soviético hizo una pausa en su conversación,
pensando en los argumentos que seguidamente expondría y exclamó: “¡Hay que hallar
un medio eficaz que contenga a los norteamericanos para que no den ese paso
riesgoso!”. Y a seguidas expresó: ¡Está
claro que nuestras declaraciones en defensa de Cuba ya no son suficientes, por
eso hay que hacerles entender que si atacan a Cuba van a tenérselas que ver no
sólo con un país indómito, sino también con el poderío nuclear de la Unión
Soviética. Hay que hacer pagar el máximo por una aventura bélica contra Cuba y,
en cierta medida, equiparar la amenaza a Cuba con otra a los mismos Estados
Unidos. La lógica hace ver que ese medio puede ser sólo el emplazamiento de
nuestros cohetes de ojivas nucleares en territorio cubano. Tenemos que pagarles
con la misma moneda, darles su propio remedio, y obligarlos a sentir en su
propio cuerpo lo que significa vivir rodeados por armas nucleares enemigas. Hay
que llevar a cabo la operación de forma estrictamente confidencial a fin de que
los norteamericanos no detecten los misiles antes de que estén totalmente listos
para combatir. Sobre todo hay que evitar la publicidad debido a las
exacerbaciones de pasiones en el período de campaña iniciadas con vistas a las
elecciones para el Congreso norteamericano, programadas para el 6 de noviembre
[de 1962]. Después podrá hacerse público”. (7): Ibídem.
Fue una exposición clara y contundente; como si fuese una
declaración de principios de esta operación. Entretanto no se debe olvidar que
el objetivo básico de los soviéticos, como cualquier lector medianamente
avezado puede entender, era -cuando llegara el momento oportuno- de presionar a
Norteamérica para que retirara sus amenazantes misiles “Júpiter” de sus
fronteras a cambio de retirar los suyos de Cuba.
En esta fase los norteamericanos y los cubanos aún desconocían
completamente lo que en secreto articulaba la dirigencia soviética. Por fortuna
para la dirigencia soviética, las ideas de Khruschev sobre las probables amenazas
norteamericanas a Cuba se le habían presentado como anillo al dedo con el
fracaso de Playa Girón (Bahía de Cochinos) hacía apenas un año. Era una
oportunidad excelente ‘para mostrar solidaridad’ con la isla caribeña.
El repentino surgimiento de esa solidaridad de la URSS hacia
la débil y combativa isla de Cuba frente a la amenaza del ‘poderoso Imperio norteamericano’
sería asimilado positivamente por las máximas autoridades y por el pueblo
cubano. Por supuesto, el tema de los inseguros cielos soviéticos era secreto de
Estado; eso no debía mencionarse en absoluto a esa dirigencia cubana, y menos
aún publicitar que preparaban a los norteamericanos el plan para “pagarle con
la misma moneda y darle su propio remedio”. El tema de los inseguros cielos de
la URSS era estrictamente para consumo de la alta dirigencia de la URSS. De lo
que estaba segura esa dirigencia era de que al presentar el plan a los cubanos
y pese a que éstos podrían manifestar algún temor, todo se estaba preparando
para incluso inspirar profundo agradecimiento y una gran simpatía hacia ‘la
solidaria URSS’. He ahí la genialidad de la gran potencia socialista.
Los altos mandos militares soviéticos no pusieron objeciones
al proyecto. Por el contrario, se mostraron interesados en él pues el plan
ayudaría a compensar la situación de desventaja de la URSS respecto a Estados
Unidos en ojivas nucleares, medios portadores y tiempo de impacto de esas armas. Reiteramos que para la URSS, se
trataba de un problema de correlación de fuerzas entre esas dos potencias; no
de algo que en esencia tuviese que ver con solidaridad a una lejana y casi
desconocida isla en el mar Caribe. El tema de Cuba se presentó en aquel momento
como posible solución a esa disparidad armamentística y Cuba sería la llave
maestra de la URSS para compensar aquella desfavorable correlación entre dos
gigantes, pues lo básico era que desde la isla de Cuba sus medios coheteriles podrían reducir
substancialmente el tiempo de impacto a territorio norteamericano y ello
representaría una enorme ventaja para la URSS.
BALANCE ARMAMENTISTICO
USA–URSS EN 1962:
Respecto a esta disparidad de armamentos nucleares favorable
a Estados Unidos, el Secretario de Defensa de la administración Kennedy, Robert
McNamara reveló que durante la Crisis de Octubre de 1962 ellos poseían 5,000
ojivas nucleares mientras que los soviéticos apenas contaban con 300; esto es,
una correlación de 17 a 1 a favor de Estados Unidos. (8): Véase en Robert McNamara:
transcripción de las intervenciones en las sesiones de la Conferencia
Tripartita sobre la Crisis de Octubre. Moscú, enero de 1998. Cfr* En adición se
señala que en el mismo año el Pentágono poseía 377 cohetes estratégicos en
tierra y mar y se avanzaba en la construcción de 1,000 cohetes avanzados del
tipo Minuteman. (Véase la Conferencia Tripartita sobre la Crisis de Octubre ya
citada, Moscú, 1998). Cfr*
En ese mismo tenor, el ex subdirector de la CIA, Ray Cline,
señaló que “Estados Unidos estaba convencido que los soviéticos tenían cientos
de misiles, pero en agosto de 1961 se realizó la primera misión eficaz de
reconocimiento por satélites que volaban a 90 millas de altitud fotografiando
vastas zonas del territorio de la URSS. Esas fotografías fueron la clave que
hizo que Estados Unidos descubriera lo que realmente pasaba. En el otoño de
1961 se supo que sólo había 25 misiles en territorio soviético. En septiembre y
octubre del año siguiente (1962) se realizó una nueva misión de exploración por
satélite y se estimó que los soviéticos sólo poseían 50 misiles y que, incluso,
muchos de ellos no eran aún operacionales estando emplazados solo con fines de
prueba. Por su lado, Estados Unidos había creado un sistema de producción muy
rápido de los Minuteman, comprobando que se poseían cuatro veces más misiles de
este tipo que los soviéticos”. (9): Véase Conferencia Tripartita de La Habana sobre la Crisis de
Octubre, en enero de 1992. Cfr*
Estos datos confirman que uno de los objetivos soviéticos al
colocar cohetes de alcance medio e intermedio en el territorio cubano era
mejorar el balance estratégico respecto a Estados Unidos pues –como señalamos- esos
medios soviéticos al estar ubicados en una geografía cercana al territorio
norteamericano ofrecían a la URSS una paridad o quizás una ventaja en el
‘tiempo de impacto’. Esta ventaja geográfica que conseguiría la URSS
compensaría su potencial de respuesta hasta tanto la URSS estuviera en
capacidad de lograr la deseada paridad nuclear en el número de medios coheteriles y ojivas nucleares.
Treinta años más tarde, en 1992, el propio Fidel Castro lo
admitía al señalar que “Nikita fue muy astuto al presentar el problema a los
demás dirigentes del partido soviético y cómo realmente pensaba. A la luz de
los hechos que conocemos hoy, sobre la real correlación internacional de
fuerzas, se ve claro que aquello [el despliegue de cohetes nucleares soviéticos
en Cuba] resultaba una necesidad. Si realmente lo que tenían era 50 ó 60
proyectiles, no hay duda que la presencia [en territorio cubano] de aquellos 42
proyectiles [36 cohetes de alcance medio R-12 operativos y 6 para instrucción]
mejoraría considerablemente la situación” [del balance estratégico de la URSS
frente a Estados Unidos]. (10):
Fidel Castro Ruz: Conferencia Tripartita de La Habana sobre la Crisis de
Octubre de 1962, del 9 al 12 de enero de 1992. Transcripción de las intervenciones
de las sesiones. Cfr*
La decisión preliminar de instalar los cohetes en Cuba se
tomó en el Consejo de Defensa de la URSS el 21 de mayo, 9 días antes de la
llegada de la delegación soviética a La Habana, formulándose la tarea al Alto
Mando de las Fuerzas Armadas Soviéticas. A partir de ese momento empezó el
análisis de los aspectos de carácter militar que hizo factible la misión. Este
Consejo de Defensa estaba encabezado por Nikita S. Khruschev, y en él se
incluyó a Frol Kozlov y Leonid Brezhnev (quien luego sustituiría a Khruschev
como Primer Ministro de la URSS), ambos miembros del Comité Central del PCUS; a
Aleksei Kosygin y Anastas Mikoyan, miembros del Presiduim del PCUS; por el
Ministerio de Defensa a los mariscales Rodion Y. Malinovsky, Andrei Grechko, el
general Aleksei Yepishev, y el Coronel General Semyon P. Ivanov, quien era el
jefe de la Dirección de Operaciones Principales del Estado Mayor Central y se
desempeñaba como secretario de este Consejo de Defensa.
El día 24 de mayo de ese 1962, El proyecto se llevó al seno
del órgano que tenía la facultad para su aprobación definitiva, es decir, el
Presidium del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética
(PCUS).
La mayoría de los participantes dieron su apoyo a la
propuesta, pero Anastas Mikoyan opinó que los dirigentes cubanos no aceptarían
tal riesgo para su país y agregó que, en su criterio, no se podría realizar la
operación de los cohetes de manera oculta. En ese sentido, Khruschev propuso
entonces la salida inmediata hacia Cuba del Mariscal Biriuzov para transmitir
directamente la propuesta y, de ser aceptada, estudiar en el terreno con dos o
tres especialistas la posibilidad de construir las rampas de lanzamiento sin
que fueran descubiertas por los medios de exploración de Estados Unidos. (11): La referencia a esa reunión la
hace Sergo Mikoyan en su artículo “La Crisis del Caribe en retrospectiva”,
publicado en la Revista “América Latina”, No. 4, URSS, 1988. Cfr*
Esa delegación cuya salida inmediata propuso Khruschev en el
seno del Presiduim aquel 24 de mayo, es la misma que arriba al aeropuerto
habanero cinco días después y que es reseñada por el periódico “Revolución” con
la cobertura de los “especialistas en hidrotecnia” que enmascaraba el viaje a
Cuba del jefe de las Fuerzas Coheteriles Estratégicas de la URSS y de los altos
mandos militares que le acompañaban.
67.5 MEGATONES DE LA
URSS HACIA CUBA:
En la residencia oficial de protocolo del Ministerio de
Relaciones Exteriores de La Habana, en donde fue trasladada desde el aeropuerto
“José Martí” la misión soviética recién llegado ese 29 de abril de 1962,
Alexander Alexeev expresó su interés en conversar de inmediato con el
comandante Raúl Castro, con quien había cultivado buenas relaciones personales
en el transcurso los casi dos años que el primero llevaba en la Embajada de la
URSS en La Habana, y en la tarde de ese mismo día se produce la entrevista en
donde Alexeev comunica a Raúl Castro, Ministro de Defensa de Cuba, que con el
grupo viaja de incógnito el Mariscal Biriuzov junto a otros generales
soviéticos quienes tienen la encomienda del máximo dirigente de la Unión
Soviética, Nikita S. Khruschev, de hacer una importante propuesta al Primer
Ministro cubano, Fidel Castro Ruz. (12): A. Alexeev, artículo citado. Cfr*
En la noche de ese mismo día, el comandante Fidel Castro se
encuentra reunido con el mariscal Sergei Biriuzov, quien –recordemos- era
Viceministro de Defensa y Jefe de las Fuerzas Coheteriles Estratégicas de la URSS; estando presentes, además,
Raúl Castro, el Mariscal Sharaf Rashídov y Alexander Alexeev, quien servía de
traductor. En un momento determinado de dicho encuentro, el mariscal Biriuzov
le pregunta a Fidel Castro: “¿qué sería necesario hacer para evitar una
invasión de Estados Unidos?”, y Castro le contesta: “Adoptar medidas que de
manera inconfundible expresen al imperialismo que cualquier agresión a Cuba
significaría una guerra no solo con Cuba”. (13)- Véase, Fidel Castro Ruz: Conferencia
Tripartita de La Habana sobre la Crisis de Octubre de 1962. Documento citado.
El mariscal Biriuzov entonces formula a Castro las preguntas
siguientes: “Pero en concreto, ¿cómo? ¿Hay que hacer actos que indiquen eso?”.
Sin esperar la respuesta de Castro, Biriuzov, meditando sus palabras, pasó de
inmediato a explicar la idea de Khruschev de otorgar máxima demostración de
garantía solidaria con la instalación de cohetes nucleares en territorio
cubano. Entonces Castro pregunta qué tipo de cohetes eran y cómo pensaban
llevar a cabo la operación, a lo que el Jefe de las Fuerzas Coheteriles de la
URSS, pasó a referir algunas de las características básicas de los proyectiles;
de su alcance y el potencial nuclear de sus ojivas. En cuanto a la instalación
de esos medios en territorio cubano, el mariscal Biriuzov explicó a Castro que
la operación sería realizada de manera rápida, secreta y oculta; a lo que Casto
le pidió tiempo para discutir la cuestión en el Secretariado de la Dirección
Nacional de las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI) y que,
entonces, le daría una respuesta definitiva.
El Secretariado de las ORI lo integraban en aquel momento el
propio Fidel, Raúl Castro, Ernesto Guevara, Osvaldo Dorticós, Emilio Aragonés y
Blas Roca.
Respecto a este encuentro con el mariscal soviético Sergei
Biriuzov, Fidel Castro, seis años después, en una reunión del Comité Central
del Partido Comunista de Cuba del 25 de enero de 1968, confiesa que: “Por
aquella época la dirección cubana tenía un alto grado de confianza en la Unión
Soviética, en su experiencia en cuestiones internacionales y militares; tal
vez, teníamos “más confianza de la cuenta”.
Fidel Castro Ruz, en otra ocasión posterior rememora que
“después de escuchar la propuesta y las explicaciones de Biriuzov sobre las
características de los cohetes a ser instalados, percibió de inmediato que ese
ofrecimiento podría consolidar el poder defensivo de todo el campo socialista,
y desde ese punto de vista se inclinaba a aceptarlo, aunque estaba convencido
que para defender a Cuba no eran imprescindibles los cohetes, porque con un
pacto militar que expresara claramente que una agresión armada al país
equivaldría a un ataque a la URSS, se hubiera podido obtener los mismos fines,
sin la presencia de esos medios. “Estados Unidos tiene muchos de esos acuerdos
en el mundo y los demás países los respetan”, habría señalado Castro a
Biriuzov. (14): Ver,
Fidel Castro Ruz; Conferencia Tripartita de La Habana sobre la Crisis de
Octubre de 1962 [Doc. Cit.].
Y así lo manifestó Fidel Castro a los demás integrantes del
Secretariado de las ORI, al día siguiente de su primer encuentro con el
mariscal Biriuzov, argumentando a sus compañeros que “a su juicio, la
instalación de los proyectiles fortalecía al campo socialista, y si el partido
era del criterio que el campo socialista debía de estar dispuesto a ir a la
guerra por cualquier país socialista, no se debía hacer ningún tipo de
consideración acerca de los peligros que tal decisión pudiera entrañar para
Cuba. Los presentes coincidieron en que la medida contribuiría también a la
defensa del país, al ser un fuerte disuasivo que influiría en los gobernantes
estadounidenses antes de emprender cualquier acción militar”. (15): Acta de la reunión del Comité
Central del Partido Comunista de Cuba del 25 de enero de 1968. Fondo Crisis de
Octubre. [Archivo del IHC]. Cfr*
“NO NOS GUSTABAN LOS
COHETES”:
No obstante, en las Transcripciones de la Conferencia
Tripartita de La Habana, efectuada treinta años después, es decir, del 9 al 12
de enero de 1992, Fidel Castro, rememorando aquella reunión de las ORI explica
que: “A nosotros no nos gustaban los cohetes. Si de nuestra defensa exclusiva
se hubiese tratado, nosotros [el Secretariado de las ORI] no hubiésemos
aceptado los proyectiles. Pero no vayan a pensar que era por el temor a los
peligros que pudieran sobrevenir de los proyectiles aquí, sino por la forma en
que eso dañaría la imagen de la Revolución y nosotros éramos muy celosos con la
imagen de la Revolución en el resto de América Latina; y que la presencia de
los proyectiles, de hecho, nos convertía en una base militar soviética y eso
tenía un costo político alto, para la imagen de nuestro país que tanto
apreciamos nosotros”. En otra ocasión, y refiriéndose a aquella misma reunión
del Secretariado de las ORI, Fidel Castro expresa que: “Sin embargo, todos los
miembros del Secretariado, sin vacilación de ninguna índole, y honestamente
pensando, con un verdadero sentimiento internacionalista, convinieron en
responder afirmativamente a la proposición soviética”. (16): Reunión del CC del PCC, el 25 de
enero de 1968. Cfr*
El mismo día en que se efectuó la reunión del Secretariado de
las ORI, y como le fue prometido; se le comunica al mariscal Biriuzov la
decisión del Secretariado y, en esta segunda entrevista, Fidel Castro Ruz le
dijo al Jefe de las Fuerzas Coheteriles Estratégicas de la (URSS): “Mire, si
esto conviene a los intereses del campo socialista, aquí nosotros estamos
dispuestos a que se instalen mil cohetes”. (17): Fidel Castro Ruz. Transcripciones de la Conferencia
Tripartita de La Habana sobre la Crisis de Octubre de 1962 [Doc. Cit.].
Deteniéndonos a hacer una breve reflexión respecto a las
implicaciones y el significado de esta respuesta al mariscal Biriuzov, pensamos
que probablemente el joven Fidel Castro (34 años de edad en ese momento) no
tenía una idea de la carga total de fuego que la Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas (URSS) se proponía instalar en territorio cubano y sus mares
circundantes; reiteramos los datos: 67.5 megatones, dirigidos hacia la
profundidad estratégica de los Estados Unidos; 36 portadores nucleares R-12 y 7
submarinos con 21 cohetes R-13, sin contar con los 51,000 efectivos soviéticos,
dotados con todos sus armamentos y medios de combate.
Pero el joven máximo dirigente cubano ni sus compañeros del
Secretariado de las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI) estaban en
ese momento enterados de la preocupante situación en que se encontraban los
altos dirigentes políticos y militares de la URSS respecto a la inseguridad de
los cielos soviéticos debido a los cohetes “Júpiter” norteamericanos instalados
en Turquía que entraron en su fase operativa en abril de 1962.
Al día siguiente, el comandante Raúl Castro, en compañía del
mariscal Sergei Biriuzov y los generales soviéticos que le acompañaban,
realizaron una exploración para determinar las regiones donde se desplegarían
las unidades soviéticas. La demostración de ‘solidaridad’ de la experimentada y
poderosa URSS hacia la pequeña ex colonia española de Cuba apenas empezaba.
CONCLUSIONES:
Para la dirigencia soviética, los riesgos de la operación
Anadyr serían recompensados por la oportunidad única del momento. Pienso que el
planteamiento que inspiraría a Nikita Khruschev era entendible: ‘nuestros
cielos son inseguros a causa de los misiles “Júpiter” norteamericanos
emplazados en Turquía cerca de nuestra frontera con ese vecino país; por tanto,
como no todos los días surgen unos jóvenes ‘revolucionarios’ que toman el poder
a 90 millas del territorio norteamericano y a los que el año pasado invadieron (Bahía
de Cochinos) bajo el patrocinio de los dueños de esos misiles; entonces, todos
los riesgos deben ser tomados pero jamás desaprovecharemos la oportunidad que ahora
se nos presenta’.
El fruto estaba maduro para que la URSS diera el paso de
involucrarse en la operación. Esa maduración la venía trabajando la URSS desde
hacía al menos dos años. Esbocemos una breve cronología de los eventos que así
lo confirma: en julio de 1960 los EE UU reducen la cuota azucarera de Cuba como
respuesta a las nacionalizaciones a empresas norteamericanas, y al mismo tiempo
la URSS decide compra azúcar cubano a precios preferenciales y ofrece venderle
petróleo a precios también de preferencia; en 1961 el presidente J. F. Kennedy
aprueba la invasión militar a Playa Girón la cual es derrotada en 72 horas por
el ejército y las milicias revolucionarias de Cuba; los jóvenes dirigentes
cubanos celebran el éxito decretando su revolución como socialista; y en 1962 Khruschev
pone en marcha su operación para liberar los cielos soviéticos de los
amenazantes misiles “Júpiter”.
¿Quién podría
convencer al máximo líder soviético de que no era el momento perfecto para
activar la peligrosa operación? Pero, ¿quién pone en duda que esta solidaridad
inicial de la URSS ofreciendo precios preferenciales a Cuba estaba vinculada al
cercano proyecto de ‘cielos soviéticos seguros’?
Una jugada redonda y perfecta propia de un imperio con
suficiente experiencia histórica, militar y política.-
Nota: El precedente texto está inspirado en el libro “Octubre
de 1962: A un paso del Holocausto; Una mirada cubana a la Crisis de los Misiles”,
del escritor cubano Tomás Díez Acosta, editado por Editora Política, La Habana,
2002, en donde se puede consultar la bibliografía mencionada en el presente
trabajo. (Fin de la parte I / Pedro Samuel Rodríguez R., Santo Domingo,
República Dominicana, agosto, 2015).-
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Reportaje sobre la invasión de los marines norteamericanos a la República Dominicana, en abril de 1965:
https://youtu.be/AutLXV9RdUY
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