Hoy, algunos considerarían irreverente si se les dice que lo hispánico llegó a
la isla antes que lo africano, aunque así sucedió en realidad.
Por Pedro Samuel Rodríguez
El presente escrito no posee pretensión académica
alguna y a su autor solo le mueve el simple interés por el tema en cuestión. Es
probable, además, que los aspectos aquí tratados hayan sido planteados por
especialistas e investigadores del lenguaje en quién sabe cuántos autorizados
ensayos. No obstante, quien escribe, un caribeño-antillano-dominicano, no ha
leído esos textos y en consecuencia, escribe como resultado de una reflexión
personal sobre aquello que aún no ha examinado.
Aclarado lo que precede, entremos en materia.
En términos generales y con diversas gradaciones y
matices según la región, la mutilación de la letra ese en el Caribe hispanohablante parece caracterizarse por:
1- la supresión de la letra ‘s’ cuando a ésta le sigue otra consonante.
Ejemplos: sp: esperó (eperó), áspero
(ápero), st: poste (pote), esto (eto), visto (vito), sc: oscuro (ocuro), buscó (bucó), sb: esbirro (ebirro), sl: muslo (mulo), sq: esquina (equina), sf: esfera (efera), sm: esmalte (emalte)...
2- la supresión de la ‘s’ cuando ésta se encuentra al
final de la palabra. Ejemplo: jamás
(jamá), manos (mano),
compás (compá), mujeres (mujere)…
En ambos casos (1 y 2) lo mismo ocurre con la ‘z’ (en función de ‘s’). Ej.:
zc: mezcla (mecla), y al final de la
palabra: feliz (felí), veloz (veló), luz (lú)… Lo mismo ocurre con la x (en función de 's'): texto (teto), experto (eperto), antrax (antra)...
Sin embargo no hay problemas con la pronunciación de
la ‘s’ cuando a ésta le sigue una vocal. Eje.:
sa: mesa (mesa), casa (casa), sala (sala), so: peso
(peso)… Lo mismo vale para la consonante
‘z’ (en función de ‘s’): maza
(masa), marzo (marso), caza
(casa)… e igual para la x: léxico (lésico), Máximo (Másimo)...
Hay que destacar que los ejemplos aquí expuestos son
más notorios en el habla coloquial cotidiana popular, y se atenúan en las
exposiciones discursivas formales y de modo relativo en los medios de
comunicación masiva.
Posible origen de este fenómeno fonético
Los "sonidos de alta frecuencia":
Los "sonidos de alta frecuencia":
Pensamos que la supresión de las eses en el Caribe
hispanohablante ha ocurrido por influencia
de las lenguas africanas cuya presencia histórica data de la época de la
esclavitud africana en esta zona. Si escuchamos algunos de los actuales
dialectos hablados hoy en Africa,
podremos notar que el aparato fonológico de sus hablantes les imposibilita
pronunciar "sonidos de alta frecuencia" como aquellos que precisamente deben
emitirse cuando se encuentra una ‘s’ a la que sigue una consonante: (Sc) oScuro,
(Sp) eSpina, (Sl) muSlo, (St) eStufa, (Sf) eSfera; y
la ese
colocada al final de las palabras: compáS, manoS.
-
-
Así, los esclavizados africanas recién traídos al Caribe a
partir del siglo XVI al iniciarse la época colonial, evitarían tales incómodos
y extraños sonidos mediante el recurso de la supresión de una de las letras (la
S) de ese par de consonantes que obliga a producir lo que para ellos sería un
impronunciable sonido (Sc, Sp, Sl, St...) así como la 's' final.
Si escuchamos con atención algunas de las lenguas habladas hoy en Africa, nos percatamos
de la ausencia de esos "sonidos de alta
frecuencia" que mencionamos. Oigamos
un africano actual hablando en su lengua nativa y observemos la carencia de
sonidos como los producidos por el par de consonantes mencionado, así
como la falta del sonido que produce la 's' al final de una palabra castellana:
Corrección del vídeo: "los esclavos eran sacados del continente africano por las costas del Océano Indico, al ESTE".
En efecto, para los recién llegados hablantes de esas
lenguas africanas, la solución por la que optaron sería simple y efectiva:
suprimir la incómoda letra ‘s’ cuando le sigue otra consonante y cuando está al
final de la palabra. Así, la adaptación del idioma castellano a su propia
posibilidad fonológica de origen se
hizo evidente y de esa forma aquellos africanos se gestionaron un castellano
parecido al sonido plano y gutural propio de sus lenguas originarias. Esa necesaria acomodación resultó en posibles sonidos tales como: bucó
eperó mulo pote eto ocuro equina efera vito lu felí veló ecuela epaña…,
solucionando así un problema no sólo por la vía de lo más fácil sino por la vía
de lo fonéticamente posible.
Presencia de la ‘s’ en ausencia de lo africano:
En regiones de Iberoamérica en donde los españoles
colonizadores no llevaron esclavos africanos en razón de que no fue necesario
por motivos de la abundante cantidad de nativos allí encontrados, como fue el
caso de –digamos- vastas regiones de México, no se da el fenómeno de la
mutilación de la ‘s’ que aquí tratamos.
Así, hoy, a muchos mexicanos incluso analfabetos de la
zona rural de esa nación les escuchamos pronunciar sin dificultad alguna,
expresiones como la siguiente: “nosotros
estamos esperando las medidas anunciadas por nuestros congresistas”. Sin embargo, en el Caribe hispanohablante, ya sea Cuba,
República Dominicana, Puerto Rico, la costa caribeña de América Central, de
Colombia y demás zonas en donde hubo alguna notable presencia africana, esa
misma expresión se escucharía de una manera muy semejante a la siguiente:
“nosotro etamo eperando la medida anunciada por nuetro congresita”.
El origen de las diferencias entre aquellos mexicanos
y estos caribeños podría ser fisiológica. Es posible que la naturaleza del
aparato fonológico de los hablantes de las lenguas nativas de México facilitara
su adaptación a aquel sonido que obliga a emitir la pronunciación del
mencionado par de consonantes en el idioma castellano; no sucediendo así en
la fisiología del aparato fonológico de los hablantes de las lenguas africanas
recién llegados en aquel tiempo.
Nota: indígenas mexicanos hablando su lengua nativa:
Lo que llamamos 'sonidos de alta frecuencia' son aquí evidentes. En sus palabras detectamos sonidos muy similares a los producidos por las consonantes sc: "retscoya", "scuen", sp: "spikan"..., y como aquel que produce la 's' al final de una palabra. En consecuencia, la adaptación de su aparato fonológico al idioma español no le urgió a realizar cambios considerables al idioma castellano.
En México, las fuerzas telúricas que gestaron la base de la cultura popular y mayoritaria, provienen de las milenarias etnias indígenas originarias, las que, con los ingredientes de los procesos de aculturación y transculturación, han ido perfilando las formas de lo autóctono. En Santo Domingo, lo autóctono es producto de la combinación de dos culturas llegadas desde el exterior [españoles y africanos] hace apenas quinientos años en donde la fusión étnica fue gestando una base cultural híbrida. Los esclavos africanos llegados al Caribe a partir del siglo XVI, tuvieron la necesidad de modificar el castellano para adaptar ciertos sonidos a sus lenguas de origen y esa modificación parece haber gestado las formas del lenguaje hasta el presente. Si en términos de fonética del lenguaje quisiéramos detectar cuál ha sido aquí el protagonista más influyente [entre españoles y africanos] parece que ese protagonismo se inclina claramente a favor del vector cultural de ascendencia africana. Las formas del lenguaje que en este escrito tratamos sería demostración de ello.
El fenómeno fonético de la supresión o mutilación de la consonante ‘s’ según lo describimos, parece que fue conformándose a partir de los núcleos humanos esclavizados provenientes de las costas occidentales del continente africano. Su influencia se expandiría mediante la masiva presencia de los descendientes de tales núcleos; consolidándose mediante los procesos de mestizaje y luego generalizándose a partir de los respectivos procesos de emancipación e independencia de estas sociedades caribeñas hispanohablantes. En la República Dominicana de hoy, se observa que las inserciones sociales obtenidas mediante las luchas políticas de los últimos cinco decenios se encargaron de consolidar definitivamente la magnitud de la influencia de ese vector cultural de ascendencia africana en el resto de la población.
Nota: indígenas mexicanos hablando su lengua nativa:
Lo que llamamos 'sonidos de alta frecuencia' son aquí evidentes. En sus palabras detectamos sonidos muy similares a los producidos por las consonantes sc: "retscoya", "scuen", sp: "spikan"..., y como aquel que produce la 's' al final de una palabra. En consecuencia, la adaptación de su aparato fonológico al idioma español no le urgió a realizar cambios considerables al idioma castellano.
En México, las fuerzas telúricas que gestaron la base de la cultura popular y mayoritaria, provienen de las milenarias etnias indígenas originarias, las que, con los ingredientes de los procesos de aculturación y transculturación, han ido perfilando las formas de lo autóctono. En Santo Domingo, lo autóctono es producto de la combinación de dos culturas llegadas desde el exterior [españoles y africanos] hace apenas quinientos años en donde la fusión étnica fue gestando una base cultural híbrida. Los esclavos africanos llegados al Caribe a partir del siglo XVI, tuvieron la necesidad de modificar el castellano para adaptar ciertos sonidos a sus lenguas de origen y esa modificación parece haber gestado las formas del lenguaje hasta el presente. Si en términos de fonética del lenguaje quisiéramos detectar cuál ha sido aquí el protagonista más influyente [entre españoles y africanos] parece que ese protagonismo se inclina claramente a favor del vector cultural de ascendencia africana. Las formas del lenguaje que en este escrito tratamos sería demostración de ello.
El fenómeno fonético de la supresión o mutilación de la consonante ‘s’ según lo describimos, parece que fue conformándose a partir de los núcleos humanos esclavizados provenientes de las costas occidentales del continente africano. Su influencia se expandiría mediante la masiva presencia de los descendientes de tales núcleos; consolidándose mediante los procesos de mestizaje y luego generalizándose a partir de los respectivos procesos de emancipación e independencia de estas sociedades caribeñas hispanohablantes. En la República Dominicana de hoy, se observa que las inserciones sociales obtenidas mediante las luchas políticas de los últimos cinco decenios se encargaron de consolidar definitivamente la magnitud de la influencia de ese vector cultural de ascendencia africana en el resto de la población.
Es necesario destacar que en el presente, el grado de mutilación
de la ‘s’ varía de acuerdo a la magnitud numérica de los individuos africanos
llegados en el transcurso de la época colonial a estos territorios caribeños.
Así, observamos que esa mutilación es mucho más evidente en la ciudad de
Cartagena de Indias (Colombia) que en la capital de esa nación, Bogotá, en
donde el sonido de la ‘s’ es generalmente bastante claro. Esta variación
relativa sería una adicional confirmación a la tesis que
sustentamos sobre el origen africano de la mutilación de las eses en la cuenca
del mar Caribe. En la caribeña ciudad de Cartagena, la presencia de esclavos
africanos fue infinitamente superior a la de Bogotá. Por su parte, en la costa
caribeña de Venezuela, se presenta un fenómeno bastante parecido al colombiano,
pero en Caracas más bien se tiende a sustituir la ‘s’ por un
sonido parecido a la ‘j’: “los invito pues” (loj invito puej), “cuando
estés acá” (cuando estej acá)… Esta sustitución de la ‘s’ por ‘j’ se
observa también en ciertas regiones de
Cuba y Puerto Rico. Con menor intensidad, ciertos segmentos de la población
dominicana también hacen tal sustitución.
Pronunciación de las eses, criollidad
y machismo:
Probablemente en áreas geográficas específicas como la
actual República Dominicana, el crecimiento de la histórica influencia africana
ha llegado a ser más poderosa que su correlato hispánico. Es posible que ello
se deba al intenso proceso de mestizaje ocurrido desde principios de la colonia
en ese pueblo antillano. Se trata del pueblo caribeño más mezclado, cuya mezcla
se operó en la particular condición (caso único en Iberoamérica) de unos amos
en aislamiento y en casi permanente estado de pobreza. Esta condición está
documentada en muchas cartas del siglo XVII dirigidas por los obispos al rey y
en incontables escritos coloniales que lo reseñan.
Ciertamente la tendencia general del dominicano es la
de adscribirse a la cultura Occidental. No obstante, en las últimas décadas, el
sustrato de ascendencia africano es el que parece protagonizar la cultura de la
nación. Esta dicotomía se hace evidente incluso en sectores minoritarios de
individuos blancos provenientes de las clases altas cuyos ancestros no fueron
esclavos. Por un lado sus gustos y preferencias son marcadamente los de la
cultura occidental pero cuando deben expresarse con énfasis y determinación lo
hacen utilizando las formas del habla proveniente del histórico sector
africano.
Al menos en el ámbito de la lengua se percibe que el
poderoso sector ancilar africano es asumido como factor constitutivo de la criollidad, mas no ocurre así respecto a
la debilitada influencia hispánica. Actualmente y como resultado de las luchas
políticas y el avance de la democracia de los últimos cincuenta años, las
élites sociales y económicas que antaño eran los protagonistas de los salones y de las calles, han cedido ese protagonismo al conglomerado mayoritario. La
presencia del pueblo mayoritario en el escenario
de la nación, evidencia que la cultura de filiación ancilar es el
sustrato influyente y protagónico. Hoy, en el ámbito del conglomerado social mayoritario, aquel que pretenda sacar a relucir
lo hispánico podría ser culturalmente proscrito. En ese conglomerado no parece simpático adoptar las formas culturales que puedan evocar al amo de la colonia.
Si quisiéramos conocer cuándo históricamente inició
esa tendencia tendríamos tal vez que remitirnos a mediados del siglo XIX cuando
empezaría a generalizarse en forma inconsciente la solidaria piedad
con que el religioso humanismo español conformó a la población de esta nación
caribeña. Pero no debemos olvidar que también hubo en ese tiempo la necesidad de utilizar a los ex
esclavos en función de soldados (de peones-soldados) para las guerras que consolidaron
la Independencia.
Si quisiéramos hurgar en un pasado aún más remoto,
entonces es probable que factores tales
como la pobreza de los amos en nuestros primeros siglos, fuera conformando en éstos un
sentido de vital dependencia respecto a sus esclavos, y a la vez estos esclavos
desarrollarían un sentido particular de su importancia, con tanta fuerza, que
al paso del tiempo su impronta ancilar (esclava) iría validándose como el sustrato
fundamental a pesar de su posición social subordinada. En lo que al presente
escrito concierne, ese enorme poder sumergido iría imponiendo sus formas
culturales al resto de la población, no sólo en el lenguaje sino en lo atinente
a casi toda la carga simbólica de lo
vernáculo. Hoy, la magnitud de ese poder no permitiría que algún irreverente se
atreva a insistir en que lo hispánico llegó a la isla antes que lo africano,
aunque así haya ocurrido efectivamente.
Hoy en día, en la República Dominicana, quien ose
hablar “poniendo las eses donde van” puede ser despectivamente sindicado de pretencioso,
ampuloso y hasta de poco varonil. Esos cuasi
agresivos señalamientos pueden interpretarse como definitiva declaración que
sella y oficializa la victoria de unas formas culturales (africanas) sobre
otras (hispánicas).
Para poner todo esto en perspectiva, se nos ocurre
indicar que sería perfectamente posible que estas acusaciones y señalamientos
sorprendan a aquellos mexicanos rurales antes mencionados; éstos no atinarían a
comprender la relación existente entre una cosa y la otra; es decir, entre la
pronunciación de las eses, lo pretencioso, lo ampuloso y el machismo. A su vez,
para muchos dominicanos resultaría extraña la incomprensión de esos mexicanos.
Reflexiones finales:
Nuestra intención es precisamente la de
vincular tales extrañezas mediante la facilitación de espejos externos que nos
permitan mirarnos en el otro, y mediante el examen histórico de
particularidades como el lenguaje, para así entender por
qué somos de determinada forma y por qué actuamos como lo hacemos, y
además para concienciarnos de que no se trata de una naturaleza nacional
inamovible y eterna sino de que hemos estado adaptándonos a fenómenos
dinámicos, los que si no son pasibles de revertir a voluntad al menos podemos mantener a conciencia.
Así, el estudio de nuestra identidad nacional puede entonces empezar a ser
abordado, contando con herramientas tales como el simple y cotidiano lenguaje
popular.
En el ámbito dominicano seguiremos suprimiendo las
eses al hablar, pero luego de mirarnos en aquellos espejos estaríamos
habilitados para mantener o modificar esas formas por propia decisión y no sólo como instancias que creíamos inmodificables costumbres de
nativos. Así, al menos, sabremos cuál es el origen del temor a “poner las eses
donde van” cuando hablamos, y el por qué de otros tantos, tontos, subjetivos y
múltiples miedos e inseguridades semejantes. Es cierto que “Somos así y así
somos” pero seguiremos siéndolo sólo hasta que decidamos modificar ese
modificable destino.
Notas:
1- Campesino mexicano
1- Campesino mexicano
Podemos escuchar los mencionados sonidos de alta frecuencia en sus palabras:
http://youtu.be/_E2jcEPXYm8
2- Afromexicanos de la costa. La proporción étnica de su mezcla los aproxima o aleja de la pronunciación de los sonidos de alta frecuencia que mencionamos. Mientras más cerca de la etnia nativa más presencia de dichos sonidos en su fonética:
2- Afromexicanos de la costa. La proporción étnica de su mezcla los aproxima o aleja de la pronunciación de los sonidos de alta frecuencia que mencionamos. Mientras más cerca de la etnia nativa más presencia de dichos sonidos en su fonética:
3- Campesina suramericana hablando en su lengua nativa.
Obsérvense los sonidos de alta frecuencia presente en sus palabras:
4- Platanero ambulante en Santo Domingo. Observemos la carencia de los
mencionados sonidos de alta frecuencia en
sus expresiones:
5- Breve documental sobre la trata esclavos africanos. Es obvio, pero parece que hay que repetirlo constantemente, que todo africano llegado a América en la era colonial fue traído en función de trabajador esclavo; en contra de su voluntad. A lo largo y ancho del continente americano (Estados Unidos, el Caribe, Centroamérica, México, Suramérica), todo aquel que hoy poesee una gota de sangre africana tuvo un ancestro esclavo:
6- Video relacionado con el tema:
"Los negros y la esclavitud en Santo Domingo", Texto: Carlos
Larrazábal Blanco, parte I
7- Lectura relacionada:
¿Existe un dialecto
dominicano?