.Frank Moya Pons
Palabras de clausura del Seminario "The Two Nations of Quisqueya: Haitian-Dominican Relations at the Turn of the Century" (Las Dos Naciones de Quisqueya: Relaciones Haitiano-Dominicanas a la Vuelta del Siglo) pronunciadas por Frank Moya Pons por invitación del Instituto de Estudios Dominicanos de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY), en The City College of New York, el día 8 de diciembre de 1995.
Palabras de clausura del Seminario "The Two Nations of Quisqueya: Haitian-Dominican Relations at the Turn of the Century" (Las Dos Naciones de Quisqueya: Relaciones Haitiano-Dominicanas a la Vuelta del Siglo) pronunciadas por Frank Moya Pons por invitación del Instituto de Estudios Dominicanos de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY), en The City College of New York, el día 8 de diciembre de 1995.
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Por Frank Moya Pons
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Las relaciones domínico-haitianas van a evolucionar en función de cómo evolucione el antihaitianismo en la República Dominicana.
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Fíjense que durante el día de hoy ninguna de las presentaciones tenía nada que ver con el antihaitianismo ni con el antidominicanismo, pero esos fueron dos temas que surgieron y se discutieron continuamente.
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He estado reflexionando durante todo el día de hoy, y quisiera proponerles que pensemos el antihaitianismo separadamente, en dos vertientes. A una de ellas vamos a llamarle "antihaitianismo histórico", y a la otra propongo que le llamemos "antihaitianismo de Estado".
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El antihaitianismo histórico surge de, y se sostiene en, la evolución real de ambos pueblos, de ambas naciones. En su origen remoto, este tipo de antihaitianismo tiene mucho que ver con las malas relaciones que sostenían franceses y españoles en el siglo 18 en la isla de Santo Domingo.
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Aquéllos que han tenido la ocasión de estudiar la historia colonial de la isla durante ese siglo deben recordar lo difíciles que eran las relaciones entre Francia y España en Santo Domingo, y los conflictos permanentes que existían entre autoridades francesas y españolas, y entre colonos franceses y españoles.
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Existe, pues, una raíz de malas relaciones entre ambas partes de la isla que se deterioran al comenzar la revolución haitiana, se agravan después que España cede la isla a Francia en 1795, y llegan a su peor momento durante las invasiones haitianas de 1801 y 1805, explicadas esta mañana por Max Manigat y comentadas por algunos de los participantes de este seminario.
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Estas invasiones marcan todavía la psicología dominicana y son realmente la raíz histórica del antihaitianismo. Recuerden ustedes que la invasión y ocupación de la parte oriental de la isla por Toussaint en 1801 y, luego, la invasión por Dessalines y Christopher, en 1805, produjeron violentos enfrentamientos entre haitianos y dominicanos que quedaron registrados en los textos históricos.
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En el diario de campaña de Dessalines, por ejemplo, hay descripciones de los horrores de esa guerra que, dicho sea de paso, no era una guerra de haitianos contra dominicanos, sino contra franceses que estaban gobernando en ese momento la parte oriental de la isla..Al final de la campaña de 1805, durante la retirada del ejército haitiano, quienes llevaron la peor parte fueron los plobladores dominicanos de las villas de Monte Plata, La Vega, Moca, Santiago y de algunas aldeas campesinas en la región central del país. Las matanzas de gente inocente y la destrucción de esos pueblos por las tropas de Dessalines marcaron el alma dominicana.
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Luego, la ocupación haitiana de la parte oriental de la isla ejecutada por Jean Pierre Boyer a partir de 1822 creó tensiones sostenidas durante 22 años que culminaron en la proclamación de independencia de los dominicanos en 1844.
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La rebelión independentista dominicana fue sucedida por una serie de invasiones militares haitianas y hubo una guerra de 17 años entre dominicanos y haitianos. Es durante esta guerra que comienza el antihaitianismo de Estado porque el Estado dominicano hace uso de la memoria colectiva, de los temores de la guerra y de los horrores de las invasiones de principios de siglo, y convierte esa memoria en material de propaganda de guerra para sostener vivo el espíritu bélico dominicano que lucha por su independencia.
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Ese temprano antihaitianismo de Estado cesa durante los años que siguen a la anexión a España en 1861 porque el gobierno haitiano, presidido por el general Fabré Gefrard, ofreció ayuda a los independentistas dominicanos que entraron en guerra contra España entre 1863 y 1865.
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La colaboración haitiana a los dominicanos en su lucha contra España generó un cambio en las relaciones entre las élites y los pueblos de ambos países, de tal manera que poco tiempo después de haber sido expulsados los españoles en 1865, los gobiernos de Haití y República Dominicana firmaron en 1867 el primer tratado de paz, amistad, comercio y navegación entre ambos países.
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A este acuerdo siguió un segundo tratado en 1874 para discutir la cuestión de los límites fronterizos que todavía no había sido resuelta. En el último cuarto del siglo 19, este tratado fue sucedido por una serie de negociaciones para definir los límites fronterizos en las cuales el Papa fue árbitro y mediador.
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Debo decir que en el curso de esas negociaciones, que tuvieron una duración de varias décadas (todavía en 1911 ambos gobiernos estaban negociando), el antihaitianismo de Estado resucitó junto con el antihaitianismo histórico en los escritos de intelectuales y en los periódicos.
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En realidad, el antihaitianismo histórico nunca desapareció. Como prueba, nada más hay que leer los interrogatorios que hicieron miembros de una comisión senatorial de los Estados Unidos a la República Dominicana en 1871 para que ustedes vean lo que opinaban los dominicanos de los haitianos ese año.
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Hay un antihaitianismo popular que pervive a través de los años y sigue vivo ya entrado el siglo 20. Por ejemplo, en el año 1918, el gobierno militar de la ocupación norteamericana hizo una encuesta para recoger las opiniones de los maestros e inspectores de educación de todo el país acerca del estado cultural de la población.Si ustedes leen esa encuesta podrán observar que cuando se preguntó acerca de los haitianos, las opiniones de los inspectores de educación, directores de escuelas y algunos maestros fueron consistentemente negativas.
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Las opiniones eran tanto más negativas cuanto más cerca de la frontera estaban los interrogados. Esto es muy importante tenerlo en cuenta porque esas opiniones reflejan las actitudes de los que tenían contacto directo o cercano con los haitianos. Hay que ver, por ejemplo, la opinión de Víctor Garrido, en ese momento inspector de educación de San Juan de la Maguana. Eran opiniones muy negativas. De manera que hay un antihaitianismo histórico subyacente, permanente, concreto, muy vivo.
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Durante la ocupación militar norteamericana había censura en ambos países. La prensa se recogió sobre sí misma, se perdieron muchas expresiones escritas, y parecería como si no hubiera antihaitianismo en la República. Sin embargo, el substrato cultural antihaitiano, el antihaitianismo histórico, siguió vigente, siguió existiendo, aunque no se encuentren publicadas muchas manifestaciones del mismo.
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Durante la ocupación militar norteamericana, la mentalidad antihaitiana persiste y se mantiene. Bernardo Vega ha mencionado cómo a partir de 1930 Trujillo hace un esfuerzo por mejorar las relaciones con Haití, por lo que se puede decir que el antihaitianismo de Estado entra en receso hasta la matanza de los haitianos en septiembre-octubre de 1937.
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Durante la ocupación militar norteamericana, la mentalidad antihaitiana persiste y se mantiene. Bernardo Vega ha mencionado cómo a partir de 1930 Trujillo hace un esfuerzo por mejorar las relaciones con Haití, por lo que se puede decir que el antihaitianismo de Estado entra en receso hasta la matanza de los haitianos en septiembre-octubre de 1937.
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A partir de este momento, el Estado recoge todos los contenidos del antihaitianismo histórico y los convierte en el material fundamental de la propaganda antihaitiana. Se elaboran entonces nuevas doctrinas antihaitianas, y el Estado trujillista convierte el antihaitianismo en un elemento consustancial a la misma interpretación oficial de la historia dominicana.
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Si ustedes quisieran resumir este esquema, que desde luego no es completo, aunque yo creo que refleja un poco esa dialéctica entre ambas dimensiones, la estatal y la histórica, uno podría decir que el antihaitianismo histórico fue siempre básicamente político y sociocultural.
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Fue político en el siglo 19 porque atendía el problema de la supervivencia nacional. Los dominicanos hicieron una guerra para instalar y preservar una república, y en el curso de esa guerra uno de los gobernantes haitianos, el emperador Faustino Souluque, como parte de la propaganda de guerra, juró que si los haitianos triunfaban, ni las gallinas quedarían vivas en Santo Domingo.
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Eso, desde luego, asustó terriblemente a los dominicanos porque en Moca, en La Vega, en Santiago, las gallinas no quedaron vivas en 1805, y los dominicanos recordaban muy bien lo que se hizo durante la invasión de Dessalines. Es bueno que tengamos bien presente esos contenidos de la memoria histórica dominicana porque ellos sirven mucho para explicar la persistencia del antihaitianismo dominicano, sobre todo al final de la dominación haitiana y durante la guerra domínico-haitiana.
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Eso, desde luego, asustó terriblemente a los dominicanos porque en Moca, en La Vega, en Santiago, las gallinas no quedaron vivas en 1805, y los dominicanos recordaban muy bien lo que se hizo durante la invasión de Dessalines. Es bueno que tengamos bien presente esos contenidos de la memoria histórica dominicana porque ellos sirven mucho para explicar la persistencia del antihaitianismo dominicano, sobre todo al final de la dominación haitiana y durante la guerra domínico-haitiana.
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Durante esa guerra la élite política dominicana utilizó como parte de su propaganda de guerra las diferencias raciales y las diferencias religiosas. Si ustedes leen los manifiestos de esos años, incluyendo el primer manifiesto de la independencia dominicana, observarán el esfuerzo que los dominicanos realizaban para marcar las diferencias nacionales que los separaban de Haití.
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Los dominicanos se veían a sí mismos diferentes de los haitianos, no solamente porque hablaban un idioma diferente, sino porque consideraban que su vida religiosa y sus instituciones eran diferentes a las haitianas, lo mismo que sus costumbres conyugales, familiares y domésticas.
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La autoconcepción nacional dominicana tendía entonces, como ahora, a marcar las diferencias con Haití. Ser dominicano durante la guerra de la independencia era no solamente no ser haitiano, sino también ser antihaitiano. "El que no sea mañé, que hable claro", era uno de los refranes más populares entonces. ¿Por qué? Porque el ejército estaba compuesto por muchos soldados procedentes de las clases populares que eran hombres jóvenes y viejos de color, y había zonas como San Cristóbal en donde la población era mucho más oscura que en otras zonas, y entonces los generales del ejército dominicano no sabían, recién terminada la dominación haitiana, cuál de esos negros podría ser todavía leal a Haití pues había sido justamente el gobierno haitiano derrocado el que los había sacado de la esclavitud 22 años antes. De ahí la importancia sociocultural del refrán: "el que no sea mañé, que hable claro".
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Ahora bien, el antihaitianismo de Estado también es un antihaitianismo político, pero a partir de la Era de Trujillo (1937 y 1938) su propósito fundamental no fue tanto mostrar las diferencias políticas con Haití, sino enfatizar las diferencias raciales con Haití.Durante la Era de Trujillo el antihaitianismo de Estado asume el racismo como elemento especial de su propia definición.
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Así ustedes pueden ver cómo los intelectuales de aquella época desarrollan un discurso racista que luego fue repetido "ad nausean" por los políticos y turiferarios del régimen trujillista durante 20 y tantos años, día tras día, en mensajes que trataban de acentuar las diferencias raciales, religiosas y también culturales del pueblo dominicano frente al pueblo haitiano. Los nombres de esos intelectuales y políticos no tengo que mencionarlos. Han sido mencionados aquí esta mañana: Peña Batlle, Balaguer, Rodríguez Demorizi y otros.
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Así ustedes pueden ver cómo los intelectuales de aquella época desarrollan un discurso racista que luego fue repetido "ad nausean" por los políticos y turiferarios del régimen trujillista durante 20 y tantos años, día tras día, en mensajes que trataban de acentuar las diferencias raciales, religiosas y también culturales del pueblo dominicano frente al pueblo haitiano. Los nombres de esos intelectuales y políticos no tengo que mencionarlos. Han sido mencionados aquí esta mañana: Peña Batlle, Balaguer, Rodríguez Demorizi y otros.
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Para concluir con esta primera parte, digamos que el antihaitianismo de Estado se asienta en el soporte sociocultural del antihaitianismo histórico, y se sostiene y trasmite a través del sistema educativo y a través de los medios de comunicación que el régimen de Trujillo usó muy eficientemente para inculcar entre los dominicanos el odio, el miedo y el desprecio a Haití.
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Todos los días, en todas las escuelas del país, durante los 25 años que siguieron a la matanza de los haitianos, a los niños dominicanos se les enseñaba cuáles eran las diferencias con los haitianos, y por qué ellos debían desconfiar de los haitianos..Este sistema de propaganda de Estado consolidó y transmitió la mentalidad tradicional del antihaitianismo histórico enarbolando una supuesta superioridad racial y política ya que la matanza del año 37 había demostrado la superioridad militar dominicana sobre Haití.
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Para enfatizar este último aspecto, el régimen hacía publicar frecuentemente que Trujillo gobernaba en Haití. Siendo yo muchacho escuché muchas veces decir que en Haití se hacía lo que Trujillo quería. Recuerdo muy bien cómo se nos predicaba eso en la escuela.
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No tengo que decirles a ustedes cómo ese antihaitianismo de Estado se prolonga después de la muerte de Trujillo. No crean ustedes que es solamente el neotrujillismo el que lo utiliza a partir de 1966 con el presidente Balaguer. El mismo presidente Bosch puso en movimiento el antihaitianismo de Estado cuando tuvo una confrontación con Duvalier en 1963.
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Para constatar esto ustedes nada más tienen que ver los periódicos dominicanos de esa época, y en ellos van a encontrar cómo los dominicanos se incorporaban a una campaña antihaitiana promovida por el gobierno de Bosch y derivada de un conflicto que está ocurriendo entre los presidentes de estas dos repúblicas y entre los gobiernos de estas dos repúblicas..Tan pronto comenzó el conflicto, los periódicos, los intelectuales, los políticos, los estudiantes, los profesores universitarios, y casi todos los demás sectores del país, se lanzaron inmediatamente a apoyar el movimiento oficial antihaitiano promovido por un gobierno electo democráticamente presidido por un presidente demócrata.
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De manera que el antihaitianismo de Estado no es una característica exclusiva del neotrujillismo. Ello explica que el antihaitianismo histórico no haya desaparecido, y muestra que en su persistencia interactúa y enriquece al antihaitianismo de Estado.
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Ahora bien, lo que esto nos dice a nosotros es que si queremos mejorar las relaciones entre ambos países y entre ambos gobiernos, de alguna manera tenemos que cambiar la mentalidad antihaitiana en la República Dominicana.
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En cuanto al lado haitiano, los mismos haitianos tienen que decirnos cómo cambiar el antidominicanismo en Haití, pero como Guy Alexandre muy bien puntualizó ayer, y lo repitió hoy, el antidominicanismo es poco sistemático en Haití, en tanto que el antihaitianismo es más sistemático en la República Dominicana.
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En Santo Domingo hay doctrina y discurso acerca de cómo enunciar y practicar el antihaitianismo. Además, hay también jurisprudencia y prácticas policiales: al haitiano se le golpea y luego se le interroga. Esto es muy importante tenerlo en cuenta.
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Así que, si no cambiamos la mentalidad, de nada sirven los tratados. En el año 1979 una delegación de alto nivel del gobierno haitiano, en un momento de apertura, visitó a la República Dominicana. Luego, el presidente Guzmán se reunió con el presidente Duvalier en la frontera y se firmaron varios tratados..Estos tratados han funcionado muy poco, muy poco, porque la mentalidad lo impide, la desconfianza entre ambas élites, ambas sociedades y ambas naciones, pero sobre todo entre las élites, lo ha impedido.
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Yo creo que a pesar de todo esto hay áreas en donde se pueden mejorar las relaciones. Voy a mencionar algunas pues estos tratados, más otros protocolos y acuerdos y negociaciones, siempre apuntan a diversas áreas de interés que las élites que manejan los gobiernos de ambos países o los que han manejado perciben que son áreas donde se puede trabajar conjuntamente.
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En la misma área del Estado se habla siempre de cuestiones comerciales, arancelarias, asuntos fronterizos propiamente dichos, de regulación de viajes, turismo, cuestiones de control militar y policial, de salud. Un ejemplo: en el año 79 tuvimos una epidemia de fiebre porcina que tuvo que ser manejada en toda la isla. De la misma manera, las autoridades sanitarias siempre mencionan el otro lado de la isla cuando discuten cuestiones epidemiológicas, como el control de la malaria, etcétera.
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A nivel social, a nivel de los pueblos, ya no del Estado, hay áreas en las cuales somos muy conscientes que hay que trabajar. La principal de esas áreas, me parece a mí, se refiere a la tolerancia racial, a las cuestiones de convivencia pacífica en ambos territorios para que un dominicano pueda circular libremente en Haití sin sentir miedo, y para que un haitiano pueda circular libremente en Santo Domingo si sentir miedo y sin ser golpeado o arrestado por la policía por su color. En cuestiones de comercio, de libertad de comercio, de turismo y de inversiones hay también áreas de interés común que se mencionan continuamente y se señalan como de alta prioridad para ambos países.
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A nivel social, a nivel de los pueblos, ya no del Estado, hay áreas en las cuales somos muy conscientes que hay que trabajar. La principal de esas áreas, me parece a mí, se refiere a la tolerancia racial, a las cuestiones de convivencia pacífica en ambos territorios para que un dominicano pueda circular libremente en Haití sin sentir miedo, y para que un haitiano pueda circular libremente en Santo Domingo si sentir miedo y sin ser golpeado o arrestado por la policía por su color. En cuestiones de comercio, de libertad de comercio, de turismo y de inversiones hay también áreas de interés común que se mencionan continuamente y se señalan como de alta prioridad para ambos países.
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He estado viendo de cerca algunos acontecimientos que han venido ocurriendo durante los últimos dos años y, particularmente, durante este último año, y creo que podemos decir que la situación está cambiando.
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Creo que las relaciones domínico-haitianas están cambiando y que, en última instancia, sólo tienen un camino posible que es el de su mejoría. Podrá haber recaídas y dificultades, pero las relaciones domínico-haitianas no pueden sino mejorar en el mediano y en el largo plazo. Y les voy a dar mi explicación del porqué creo eso.
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Debo decir, en primer lugar, que las relaciones domínico-haitianas difícilmente podrán ser peores de lo que fueron con Trujillo y de lo que han sido con Balaguer. Balaguer va a terminar aunque no quiera, va a terminar. Sin él, las relaciones no podrán ser peores, tendrán que ser mejores, pues durante su gobierno ha habido una política sistemática, consciente, dirigida personalmente por el presidente de la República Dominicana para que las relaciones domínico-haitianas no puedan mejorar.
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Una víctima propiciatoria de esta política ha sido el Embajador Guy Alexandre, y por más esfuerzos que el Embajador Alexandre ha realizado para que las relaciones mejoren, los que manejan el gobierno dominicano no permiten que mejoren más allá de un punto en que sean utilitariamente controladas.
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En segundo lugar, la República Dominicana y Haití están inmersos en un intenso proceso de cambio político. El régimen de partidos en la República Dominicana está cambiando, y el régimen de partidos en Haití también ha cambiado y seguirá cambiando. En la República Dominicana estoy absolutamente seguro de que el gobierno dominicano va a cambiar el año que viene, y con él también van a cambiar las relaciones domínico-haitianas, no importa quien gane las próximas elecciones. Hay tres candidatos con posibilidades presidenciales y cualquiera de los tres que gane va a manejar las relaciones domínico-haitianas en forma diferente a como las ha manejado Balaguer pues la sociedad dominicana hace tiempo que viene demandando que esas relaciones se manejen en forma diferente.
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En tercer lugar, existe algo que no existía antes, esto es, una prédica y un discurso intelectual que permean poco a poco, y que favorecen y demandan el mejoramiento de las relaciones domínico-haitianas. Este seminario forma parte de esa dinámica. Este es uno de los muchísimos eventos que han venido ocurriendo en Estados Unidos, en República Dominicana y en Haití, en donde intelectuales, académicos, hombres de negocios y gente común piden que haya una mejoría en las relaciones domínico-haitianas señalando, al mismo tiempo, cómo deben mejorar esas relaciones. De manera que hay todo un flujo, un aporte, una erupción de ideas que tienden a señalar caminos de mejoramiento entre ambos países.
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En cuarto lugar, existe un importante cambio en la conciencia racial dominicana. Yo estoy convencido de eso. He estado estudiando la evolución de la conciencia racial dominicana durante 20 años. He escrito sobre el asunto y puedo decir que la diáspora ha sido co-responsable de este cambio. Para demostrarlo voy a usar una frase fuerte, pónganla entre comillas, si quieren, pues aquí hay una señora presente que cuando la escuchó por primera vez se sintió un poco conmovida. Esta frase es:
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La diáspora ennegrece al dominicano.
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¿En qué sentido digo esto? Ustedes lo saben: el dominicano se cree blanco en su país, pero cuando llega a los Estados Unidos descubre que él no es blanco y, por lo tanto, aprende a convivir con los negros norteamericanos, con los negros de las Indias Occidentales y aprende a convivir con los haitianos.
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Tal vez cuando los intelectuales y los académicos nos reunimos en un mismo salón nos hablamos poco, pero en el trabajo, en la estación de taxi, en la calle, en la bodega y en la factoría, los dominicanos y los haitianos están viviendo hombro con hombro en los Estados Unidos: la diáspora está uniendo a ambas comunidades.
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Esto es muy importante tenerlo en cuenta porque eso no había tenido lugar antes. Hay un cambio en la conciencia racial dominicana, no solamente en la diáspora, sino también en la República Dominicana porque la diáspora actúa sobre la sociedad dominicana y sobre sus valores raciales. Hace ya cerca de 20 años que los valores raciales dominicanos están cambiando. Comenzaron a cambiar poco a poco, lentamente, pero hoy están cambiando aceleradamente. Al principio el cambio fue lento, pero hoy existe un cambio radical.
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Veamos un ejemplo: en el año 1977, Johnny Ventura vino a los Estados Unidos y se quedó deslumbrado por el movimiento de los derechos civiles, por el poder negro y por la importancia de la negritud en los Estados Unidos. Regresó a la República Dominicana, trató de hacer un concierto de música negra en el Centro de los Deportes, y muy pocas personas asistieron a ese concierto.
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En aquel momento, los dominicanos no querían asociarse a la música "negra". Sin embargo, hoy eso no es así. La música "soul", el "rap", los canales de televisión como MTV, en donde hay una activa presencia de grupos de color norteamericanos y de grupos de la diáspora caribeña que trabajan artísticamente, están haciéndole ver a los dominicanos cuán cercanos están ellos de sus vecinos caribeños y norteamericanos, y lo cerca que están también culturalmente de sus hermanos africanos.
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Una demostración práctica de mi argumento es la siguiente: el año pasado tuvo lugar en la República Dominicana una de las campañas antihaitianas, racistas y antinegras más feroces que la República Dominicana haya podido conocer. Ni siquiera cuando Trujillo hubo una campaña tan feroz. Sin embargo, más de la mitad del pueblo dominicano votó por el candidato negro a quien se le dijeron las peores cosas posibles. Eso fue un rechazo al racismo, al racismo del antihaitianismo de Estado.
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Las cosas están cambiando y hay que verlas en una dimensión de cambio, hay que verlas evolutivamente. No podemos pensar que las mentalidades puedan cambiar de la noche a la mañana, pero cambian. Las mentalidades son las estructuras más sólidas de la Creación, más sólidas que estos ladrillos, pero tarde o temprano las mentalidades cambian y las elecciones del año pasado demostraron que los dominicanos, no todos los dominicanos, es cierto, pero más de la mitad de los dominicanos, rechazan el racismo como arma política y como forma de vida.
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En quinto lugar, las dos sociedades están demandando cambios en las relaciones entre ambos países y existe una dinámica que se está generando de abajo hacia arriba. Veamos un caso que ilustra este fenómeno: el embargo comercial sobre Haití el año pasado produjo un inesperado cambio entre los empresarios dominicanos que súbitamente transformaron su discurso antihaitiano y acomodaron su codicia a las nuevas oportunidades de hacer negocio. Este fue un cambio de 180 grados y mucha gente se sorprendió al escuchar a los comerciantes e industriales que habían dado muestras de un antihaitianismo recalcitrante proponiendo el mejoramiento de las relaciones comerciales con Haití.
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¿Por qué cambiaron los empresarios dominicanos su discurso y su actitud de la noche a la mañana? Para mí la respuesta es simple: porque el comercio une. Desde los fenicios hasta nuestros días, el comercio une a los pueblos. Fue necesario el trauma del embargo para que del lado dominicano se produjera el descubrimiento de que Haití era el segundo mercado en la República Dominicana, como mencionaba el licenciado Vega esta tarde, y para que muchos industriales descubrieran que ellos estaban vendiéndole a Haití hace tiempo a través de los exportadores que negociaban en Haití.
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Hasta el embargo, los industriales no lucían interesados en controlar un negocio que no apreciaban en su justa magnitud. Ahora sí quieren controlarlo, pero para ello necesitan que las relaciones entre ambos países mejoren. Como muestra de ese interés, Jean Michel Caroit mencionó hoy que desde la instalación del gobierno del presidente Aristide hasta la fecha, no son decenas sino cientos de grupos, misiones y personas que han ido a Haití buscando oportunidades de negocios.
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En un discurso que pronunció el Embajador Alexandre el pasado verano en Puerto Príncipe, en el cual presentó una historia de las relaciones domínico-haitianas, él hizo un buen inventario de los eventos e intercambios que han tenido lugar en los últimos años entre ambos países. Ahora el movimiento hacia el mejoramiento de las relaciones domínico-haitianas tiene un nuevo aliado, inesperado, utilitariamente movido por los comerciantes, lo cual es natural. El comercio y los comerciantes unen las diferentes partes del globo y las diferentes sociedades.
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En un discurso que pronunció el Embajador Alexandre el pasado verano en Puerto Príncipe, en el cual presentó una historia de las relaciones domínico-haitianas, él hizo un buen inventario de los eventos e intercambios que han tenido lugar en los últimos años entre ambos países. Ahora el movimiento hacia el mejoramiento de las relaciones domínico-haitianas tiene un nuevo aliado, inesperado, utilitariamente movido por los comerciantes, lo cual es natural. El comercio y los comerciantes unen las diferentes partes del globo y las diferentes sociedades.
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Pero no son solamente los comerciantes los que están pidiendo que las relaciones mejoren: también los académicos lo están haciendo. En las escuelas y universidades dominicanas hay estudiantes haitianos, en el Instituto Superior de Agricultura, en Santiago, y en la UNPHU, en Santo Domingo, hay estudiantes haitianos estudiando agronomía y medicina.
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Conozco estudiantes haitianos compañeros de mi hija en la UNPHU. También los hay en la Universidad Católica Madre y Maestra y en FLACSO. Wilfredo Lozano, que está aquí presente, me invitó a dar seis conferencias en su programa de maestría en FLACSO hace un par de años. Debo decirles que los mejores estudiantes de ese grupo eran haitianos. De manera que hay un movimiento de abajo hacia arriba. No lo hemos estudiado, y no sabemos todavía cuán grande es, pero se siente, está ahí.
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Conozco estudiantes haitianos compañeros de mi hija en la UNPHU. También los hay en la Universidad Católica Madre y Maestra y en FLACSO. Wilfredo Lozano, que está aquí presente, me invitó a dar seis conferencias en su programa de maestría en FLACSO hace un par de años. Debo decirles que los mejores estudiantes de ese grupo eran haitianos. De manera que hay un movimiento de abajo hacia arriba. No lo hemos estudiado, y no sabemos todavía cuán grande es, pero se siente, está ahí.
Nota de Secretaría: Aquí se dañó la grabación:
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En sexto lugar, para terminar con esta enumeración, la conciencia popular también está cambiando en relación con Haití. los que de ustedes vieron un carnaval que los carnavales tienen tremendo ingrediente haitiano, pero no solamente los carnavales, los pueblos, los dominicanos han llegado a creer que una danza totalmente haitiana del tiene un gagá que es de origen no es verdad, no es dominicano el gagá, describiendo sus raíces haitianas sin embargo hoy los dominicanos bailan gagá y hay algunos bailes populares que están derivándose del gagá, los dominicanos hasta aceptan el gagá.
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Sin embargo, el gagá estuvo prohibido; lean ustedes el libro de Santiago Peña Ortiz para que ustedes vean que cuando se prohibió el vudú también se prohibía el gagá y la...Pero hay un vudú dominicano. Carlos Esteban Deive tiene una obra muy importante que... Un descubrimiento que hace Carlos Esteban Deive en esta obra es que los dominicanos han hecho sus propias innovaciones al vudú. ¿Cómo así? De manera que está también ocurriendo un proceso de transculturación.
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En el año 80, yo no sabía que era tanto, pero alguien me lo reportó... en el año 79 yo di una conferencia en el Club Rotario de Santiago y alguien me preguntó que cómo yo veía las relaciones domínico-haitianas en 50 años y recuerdo que expliqué un poco esto de la transculturación... pero lo cierto es que esto viene de lejos que lo único es que recientemente y desde luego, con la fractura de las resistencias culturales existieron anteriormente cuando la negritud era ahora con la transculturación están de manera que en 50 años en que a nivel popular las Ahora bien (Aquí se corrige la grabación):... el ejército nacional, en colaboración con agentes y activistas del partido oficial, impedían en las mesas electorales que los dominicanos negros votaran en las zonas cañeras. De manera que ese es un problema que tenemos por delante y que va a afectar el curso de las relaciones domínico-haitianas.
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Sin embargo, el gagá estuvo prohibido; lean ustedes el libro de Santiago Peña Ortiz para que ustedes vean que cuando se prohibió el vudú también se prohibía el gagá y la...Pero hay un vudú dominicano. Carlos Esteban Deive tiene una obra muy importante que... Un descubrimiento que hace Carlos Esteban Deive en esta obra es que los dominicanos han hecho sus propias innovaciones al vudú. ¿Cómo así? De manera que está también ocurriendo un proceso de transculturación.
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En el año 80, yo no sabía que era tanto, pero alguien me lo reportó... en el año 79 yo di una conferencia en el Club Rotario de Santiago y alguien me preguntó que cómo yo veía las relaciones domínico-haitianas en 50 años y recuerdo que expliqué un poco esto de la transculturación... pero lo cierto es que esto viene de lejos que lo único es que recientemente y desde luego, con la fractura de las resistencias culturales existieron anteriormente cuando la negritud era ahora con la transculturación están de manera que en 50 años en que a nivel popular las Ahora bien (Aquí se corrige la grabación):... el ejército nacional, en colaboración con agentes y activistas del partido oficial, impedían en las mesas electorales que los dominicanos negros votaran en las zonas cañeras. De manera que ese es un problema que tenemos por delante y que va a afectar el curso de las relaciones domínico-haitianas.
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En cuarto lugar, como mencionaban esta mañana algunas personas, tenemos el problema de los refugiados políticos. No los de ahora solamente, sino también los del futuro. Es cierto que continuaremos construyendo democracias en ambos lados de la isla, pero uno no sabe cuándo habrá refugiados políticos haitianos en Santo Domingo o dominicanos en Puerto Príncipe, y ese será siempre un problema porque ambas ciudades son las capitales más cercanas de uno y otro país.
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En quinto lugar, si no hay una solución al intercambio comercial, esto es, si no encontramos un reglamento para manejar el comercio libre entre ambas naciones, el contrabando va a continuar y va a seguir un comercio aparentemente legal, pero penalizado por barreras no arancelarias, por disposiciones políticas caprichosas, y por abusos a uno y otro lado de la frontera, probablemente más del lado dominicano que del haitiano, por razones estructurales que explicó muy bien hoy Remy Montás.
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En sexto lugar, va a continuar también -y esto será decisivo en el largo plazo- la migración de dominicanos y haitianos hacia otros países. La diáspora seguirá creciendo, y con ella seguirán creciendo también los flujos de la migración de retorno. El impacto de dominicanos y haitianos regresando a sus países de origen se hará sentir cada vez más, tanto por el lado bueno como por el lado malo.
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Regresarán haitianos y dominicanos con capitales y con ahorros hechos legalmente, con buenas costumbres, con hábitos democráticos, con educación media y superior, técnica y vocacional, con habilidades gerenciales y empresariales, a invertir legalmente en sus países o a retirarse. Pero también regresarán delincuentes de todo tipo, muchos de ellos deportados por las autoridades norteamericanas después de haber cumplido sentencias en cárceles federales y estatales en los Estados Unidos, o voluntariamente huyendo de las autoridades, o buscando aprovechar oportunidades de negocios que producen enriquecimiento rápido, o simplemente buscando retirarse en sus lugares de origen.
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Este es un fenómeno sobre el cual quiero llamar la atención pues está afectando ya la isla de la misma manera que está afectando a casi todas las demás islas del Caribe. El retorno de delincuentes procedentes de los Estados Unidos es algo que va a afectar tarde o temprano las relaciones entre Haití y República Dominicana porque pronto empezaremos a ver delincuentes cruzando de un lado a otro de la isla con el consecuente dolor de cabeza de los embajadores de ambos países en Santo Domingo y Puerto Príncipe.
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En resumen, y para terminar, mi visión del futuro ustedes ya la adivinan: es optimista, pero obviamente con las reservas del caso. Es optimista, en primer lugar, porque creo que existe un aceleramiento del proceso democrático en ambos países. No hay ejército en Haití. Todavía hay un grupo de familias que gobiernan la vida económica, pero estas familias deberían haber amedrentado bastante después de lo que ha pasado a consecuencias del golpe de Estado.Segundo, existe una intensificación de los intercambios de todo tipo entre ambas partes de la isla, y existe un mejor conocimiento recíproco entre ambos pueblos y sus élites. Recuerdo un viaje organizado por un club de Puerto Príncipe a la República Dominicana en un autobús en 1972.
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Me imagino que ese club estaba compuesto por algunos distinguidos y educados miembros de la élite haitiana. Cuando llegaron a Azua, los viajeros aplaudieron pensando que habían llegado a Santo Domingo. Entonces alguien dijo: "no, todavía no hemos llegado". Cuando llegaron a Baní volvieron a aplaudir, y resultó que todavía no habían llegado a su destino. Cuando llegaron a San Cristóbal, hubo una gran ovación, pero todavía no habían terminado el viaje. Cuando finalmente entraron a Santo Domingo por la avenida del malecón hubo una docena de ellos que echaron a llorar. En la noche siguiente, en una cena del club anfitrión en Santo Domingo, varios de ellos confesaron con lágrimas en los ojos que ellos habían crecido engañados y nunca imaginaron que la capital de la República Dominicana pudiera ser más grande que Gonaïves.
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Me imagino que ese club estaba compuesto por algunos distinguidos y educados miembros de la élite haitiana. Cuando llegaron a Azua, los viajeros aplaudieron pensando que habían llegado a Santo Domingo. Entonces alguien dijo: "no, todavía no hemos llegado". Cuando llegaron a Baní volvieron a aplaudir, y resultó que todavía no habían llegado a su destino. Cuando llegaron a San Cristóbal, hubo una gran ovación, pero todavía no habían terminado el viaje. Cuando finalmente entraron a Santo Domingo por la avenida del malecón hubo una docena de ellos que echaron a llorar. En la noche siguiente, en una cena del club anfitrión en Santo Domingo, varios de ellos confesaron con lágrimas en los ojos que ellos habían crecido engañados y nunca imaginaron que la capital de la República Dominicana pudiera ser más grande que Gonaïves.
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Guy Alexandre hablaba anoche de su padre, de la generación anterior que creció con esos prejuicios. Claro que los dominicanos también han crecido con prejuicios similares. Recuerdo, por ejemplo, una vez que fui invitado a almorzar a la casa de un hermano de un famoso secretario de las Fuerzas Armadas. Este hermano, su esposa y su madre eran entonces residentes en los Estados Unidos, aquí en la diáspora, en San Francisco de California. Nunca olvidaré que casi toda la conversación de mis anfitriones fue sobre la "amenaza haitiana". A mí me dio mucho tiempo explicarles que Haití no era ninguna amenaza militar y no pude convencerles porque ellos eran miembros de una generación que creció con la idea de que Haití estaba siempre presto a invadir a la República Dominicana, y este fue el argumento que explotó Juan Bosch durante su confrontación con François Duvalier en el año 1963.
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Las cosas, sin embargo, van cambiando y muchos de los viejos prejuicios están desapareciendo porque a ningún miembro de la élite haitiana ni mucho menos a muchos trabajadores haitianos se le ocurre pensar que Santo Domingo pueda ser una ciudad más pequeña que St. Marc o que Cabo Haitiano.
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Tercero, existe hoy un mayor comercio, y si alguna lección enseña la historia, repito, es que el comercio une.Cuarto, decíamos que existe un discurso intelectual más extendido que predica las necesidad y la posibilidad de la cooperación..Quinto, también decíamos que existe una transición en la conciencia racial dominicana que ha dado por resultado un reconocimiento de su propia negritud entre muchos dominicanos; y Sexto, creo que en el largo plazo habrá democracia en ambos países.Alguien decía ayer que yo tenía que probar ese punto, y lo voy a hacer de inmediato.
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En el año 1961, cuando mataron a Trujillo, los dominicanos que eran adultos en esa época, y que están aquí presentes, no dejarán que me equivoque cuando recuerde que fuera de la República Dominicana nadie le concedía a los dominicanos la capacidad para construir una democracia. Lucíamos entonces como un caso perdido en el concierto de naciones. Después de 31 años de una feroz dictadura los extranjeros decían que "estos dominicanos no tienen experiencia para construir una democracia pues nunca la han conocido".
En el año 1961, cuando mataron a Trujillo, los dominicanos que eran adultos en esa época, y que están aquí presentes, no dejarán que me equivoque cuando recuerde que fuera de la República Dominicana nadie le concedía a los dominicanos la capacidad para construir una democracia. Lucíamos entonces como un caso perdido en el concierto de naciones. Después de 31 años de una feroz dictadura los extranjeros decían que "estos dominicanos no tienen experiencia para construir una democracia pues nunca la han conocido".
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El mismo argumento se esgrime hoy contra Haití. A los haitianos se les niega la capacidad de construir una democracia. Sin embargo, lo que el reciente proceso político haitiano ha demostrado es justamente que los haitianos sí tienen la capacidad de comenzar a construir una democracia pues han comenzado derrocando a los enemigos de su democracia..Haití está hoy como estábamos los dominicanos en 1961, con la ventaja de que Haití eliminó -por lo menos, temporalmente- el ejército, una estructura de poder y de fuerza que impidió bastante, y por muchos años, el desarrollo democrático haitiano.
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Finalmente, creo que aunque el futuro sea positivo, este futuro no se nos dará gratuitamente: hay que construirlo. Toda historia es construcción. El futuro es, igual que el pasado, una construcción de aquellos que se deciden a vivir de una manera, de una forma determinada.Hay riesgos todavía. Pero las posibilidades, repito, nunca han sido mejores que ahora.
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Sobre el autor
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Frank Moya Pons nació en La Vega (República Dominicana) el 13 de marzo de 1944.
Historiador, investigador y educador. Es uno de los más notables y difundidos de los historiadores dominicanos contemporáneos.
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Hijo de Francisco de Moya Franco y Adela Pons Tió. Cursó la educación primaria y secundaria en La Vega. Es egresado de la Escuela de Filosofía de la Universidad Autónoma de Santo Do-mingo (1966).
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Tiene una maestría en Historia de América Latina e Historia de Europa de Georgetown University y obtuvo su doctorado en Historia de América Latina, Desarrollo Económico y Métodos Cuantitativos en Columbia University (1969).
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Ha impartido cátedras de historia en la Universidad Católica Madre y Maestra, en Columbia University de New York, en la Universidad de La Florida y en The City University of New York, institución esta última en la que, además, fue Profesor Investigador Visitante en el recinto de The City College (1995-1997).
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Es director de Investigaciones del Fondo para el Financiamiento de la Microempresa, vicepresidente de la compañía O.G.M. Central de Datos y preside (presidió) la Secretaría de Estado de Medio Ambiente.
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Ha realizado una intensa labor como columnista y articulista de los principales periódicos y revistas nacionales. Su obra Manual de Historia Dominicana, la cual es usada como libro de texto de nivel secundario en el sistema educativo dominicano, fue publicada en inglés en 1995 con el título The Dominican Republic: a National History.
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BIBLIOGRAFÍA ACTIVA
ENSAYO:
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-La Española en el siglo XVI 1493-1520. Santiago de los Caballeros: Universidad Católica Madre y Maestra, 1971.
-La dominación haitiana 1822-1844. Santiago de los Caba-lleros: Universidad Católica Madre y Maestra, 1973.
-La Sociedad taína. Santiago de los Caballeros: Universidad Católica Madre y Maestra, 1973.
Historia colonial de Santo Domin-go. Santiago de los Caballeros: Universidad Católica Madre y Maestra, 1974.
-La vida es-candalosa en Santo Domingo en los siglos XVII y XVIII. Santiago de los Caballeros: Uni-versidad Católica Madre y Maestra, 1976.
Manual de historia dominicana. Santiago de los Caballeros: Universidad Católica Madre y Maestra, 1977.
-Historia dominicana para niños. Santo Domingo: F. Moya Pons, 1977.
-El futuro dominicano. Santo Domingo: s.n., 1980. Lima.
-El cabildo y la vida local en el siglo XVI 1534-1553. Santo Domingo: Editora Corripio, 1985.
-El arte taíno. Santo Domingo: Banco Central de la República Dominicana, 1985.
-El pueblo dominicano. Santo Domingo: Fundación J. A. Caro Alvarez, 1986.
El batey: estudio socioeconómico de los bateyes del Consejo Estatal del Azúcar. Santo Domingo: Editora Santo Domingo, 1986.
-La justicia en la República Dominicana. Santo Domingo: Forum, 1987.
-Después de Colón. Trabajo, sociedad y política en la economía del oro 1493-1520. Madrid: Alianza, 1987.
-Los problemas del deporte y la política deportiva en la República Dominicana. Santo Domingo: Forum, 1988.
-Pioneros de la banca dominicana. Una historia institucional del Banco Popular Dominicano y del Grupo Financiero Popular. Santo Domingo: Grupo Financiero Popular, 1989.
-El choque del descubrimiento. Santo Domingo: Editora Taller, 1992.
-Empresarios en conflicto: política de industrialización y sustitución de importaciones en la República Dominicana. Santo Domingo: Fondo para el avance de las Ciencias Sociales, 1992. ...
-Y el mito habitó entre nosotros. Santo Domingo: Universidad Autónoma de Santo Domingo, 1993.
-Microempresas y microempresarios en la República Dominicana. Santo Domingo 1993-1994. Santo Domingo: Fondomicro, 1994.
-Indicadores de las micro-empresas en la República Dominicana 1994-1995. Santo Domingo: Fondomicro, 1995.
-The Dominican Republic: a National History. New Rochelle, N. Y.: Hispaniola Books, 1995.
-Bibliografía de la literatura dominicana 1820-1990. Santo Domingo: Comisión Permanente de la Feria Nacional del Libro, 1997.
-Bibliografía del derecho dominicano. Santo Domingo: Editora Amigo del Hogar, 1999.
-Breve historia contemporánea de la República Dominicana. México: Fondo de Cultura Económica, 1999.
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BIBLIOGRAFIA PASIVA:
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-Alcántara Almánzar, José. “Frank Moya Pons”, en Dos siglos de literatura dominicana (S. XIX-XX). Vol. 2. Santo Domingo: Colección Sesquicentenario de la Independencia Nacional, 1996: 33038.
-Balaguer, Joaquín. “Frank Moya Pons”, en Historia de la literatura dominicana. 7ma. ed. Santo Domingo: Editora Corripio, 1988: 323.
-Chez Checo, José. “El pasa-do dominicano”, en Sobre libros de historia 1975-1996. Santo Domingo: Amigo del Hogar, 1997: 85-93.
-Comarazamy, Francisco. “El arte taíno”, en Comentarios sobre libros dominicanos]-1981-1984. San Pedro de Macorís: Universidad Central del Este, 1985: 33-37.
-Comarazamy, Francisco. ”El pasado domnicano”, en Comentarios sobre libros dominica-nos. Santo Domingo: Editora Listín Diario, 1989: 493.
-Diccionario enciclopédico dominicano. Vol. 2. Santo Domingo: Sociedad Editorial Dominicana, 1988: 349-50.
-Gerón, Cándido. “Frank Moya Pons”, en Diccionario de autores dominicanos 1492-1994. 2da. ed. Santo Domingo: Editora Colorscan, 1994: 264.
-Lebrón Saviñón, Mariano. “Frank Moya Pons”, en Historia de la cultura dominicana. Vols. 1, 2, 3. Santo Domingo: Edición Sesquicentenario de la Independencia Nacional, 1994: 1343.
-Martínez, Carlos T. “Frank Moya Pons”, en Gran-des dominicanos. Santo Domingo: Editora Centenario, 2000: 119-131.
-Molina Morillo, Rafael. “Frank Moya Pons”, en Personalidades dominicanas 1988-1989. Santo Domingo: Molina Morillo & Asociados, 1988: 425.
-Paulino, Alejandro. “Primeros escritos de Frank Moya Pons.” El Siglo [Cultura] 8 de septiembre, 2001.
-Torres-Saillant, Silvio. “¿Historiador conservador o intelectual subversivo? Hacia una lectura de Frank Moya Pons”, en El retorno de las yolas. Santo Domingo: Librería La Trinitaria-Editora Manatí, 1999: 249-278.
.http://www.escritoresdominicanos.com/pons.html
.http://www.escritoresdominicanos.com/pons.html
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