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1.10.08

Arqueologia - Una tradicion entre la poblacion de Cuba: Mutilacion dentaria. Por Alexa Voss, Domingo Fuentes Febles, Zsuzsanna Riechers-Barrow



Autores: Alexa Voss, Domingo Fuentes Febles, Zsuzsanna Riechers - Barrow

Dr. Domingo Fuentes Febles:

Dr. en EstomatologíaEspecialista de Primer Grado en Anatomía Humana.
Profesor Asistente de Anatomía Humana.
Profesor Principal de Morfología de la Especialidad de Estomatología.
Ex Seniur Lecturer Faculty of Mecicine and Allied Health Sciences of University of The Gambia.

Zsuzsanna Barrow-Riechert
Etnóloga de la Universidad de Hamburgo, Alemania

Resumen


La mutilación dentaria en Cuba se conoce por los esclavos negros quienes trajeron de África esta tradición. Los indios de la Isla no tenían esta costumbre la cual, sin embargo, se encuentra presente en muchas regiones del mundo. El deseo y el esfuerzo del hombre por transformar la apariencia de su cuerpo aparece como patrón cultural ancestral en numerosas sociedades tradicionales. Las diferentes y sofisticadas técnicas de la mutilación dentaria demuestran que esta manera de modificar el aspecto físico abarca un valor social y cultural muy amplio.

Introducción


A través del mundo entero se conocen diferentes formas de modificar el cuerpo motivadas por el deseo de cambiarle su apariencia. Algunas afectan el esqueleto, como la deformación del cráneo que fue practicada en Cuba por los llamados agroalfareros de filiación étnica Arauca, mientras otras, como la perforación o ”piercing“, no dejan sus huellas en él. Por las excavaciones arqueológicas podemos observar y reconstruir sólo algunas de estas prácticas de mutilación corporal. Un ejemplo de modificación es la mutilación dentaria conocida desde la prehistoria, como lo demostraron hallazgos en Inglaterra, Siberia o Estados Unidos (J.W.Jackson, 1914 y A.Hrdlicka, 1940). En Cuba, esta costumbre fue introducida por la población negra traída del continente Africano.


En el continente americano, la mutilación dentaria en la época precolombina era ampliamente conocida y ejercitada. El fechado más antiguo para México es de 1400 AC (J. Romero, 1958) y de las técnicas empleadas en esta región existen descripciones históricas. A partir del México precolombino este hábito se extendió hacia el Sur y el Norte del continente.


Para África la costumbre fue descrita por viajeros en tiempos anteriores a la colonización de América y parece extenderse de Este a Oeste hasta las costas, y entre los 10° de latitud Norte hasta los 20° de latitud Sur (H.Lignitz, 1919-22 ).


La antigüedad de esta práctica no es conocida. En Asia, desde Japón, India, China, Indonesia, Australia hasta la isla de Tasmania, las descripciones de mutilaciones dentarias son muy frecuentes. Para Europa una limitación temporal parece restringir el fenómeno entre 4000 AC y 1750 AC (E.Jahnke, 1970).

En el caso de México se establecieron tablas con patrones de mutilación que sirven universalmente en el análisis de las formas y técnicas empleadas (J. Romero, 1958 y A. Dembo, 1938). Los aborígenes cubanos no poseían esta tradición pero cabe señalar que los patrones de mutilación conocidos de África y los del continente americano se asemejan mucho y sería posible, si consideramos solamente un hallazgo de dientes mutilados, que pueda confundirse su procedencia. Para el continente americano se conoce el caso, aunque poco documentado, de indios que tomaron la costumbre de los negros, lo que no parece haber ocurrido en Cuba.


Las razones para la mutilación no están absolutamente claras y divergen según los grupos. Tanto en Cuba como en Las Antillas Menores se hicieron encuestas con el fin de conocer la motivación de tal tradición. Los negros respondieron que la asociaban fundamentalmente con propósitos de belleza (H. Dumont, 1916).


Otro argumento que mencionaron era la intención de darse una apariencia feroz para impresionar a sus enemigos. Esto es válido para el grupo africano de los carabalíes del Reino de Benin o de la costa de Calabarí que daban a sus dientes una forma de lanza, conocida por “dientes de cocodrilo“ (H. Lignitz, 1919-22). Existe un paralelo en el continente suramericano donde el grupo de los Tenetehara o Guajara conocía una forma puntiaguda llamada “dientes de pirañas“ (P. Lima, 1954).

Los misioneros cristianos por su parte, se esforzaron en erradicar estos hábitos (C. Oldendrop, 1765-1777). En tal sentido se puede leer en algunas crónicas que en Las Antillas Menores se había acabado completamente esta tradición, pero esto no parece reflejar la realidad porque al menos para Cuba existen fuentes históricas que describen la mutilación dentaria en las dotaciones de esclavos.


Tal era el caso de los esclavos de Liberato Azcuy, en el caserío de Reconcentro, finca La Jagua, La Palma, en la provincia de Pinar del Río, los cuales se desgastaban los dientes con limas de acero y después mordían un plátano acabado de asar para cauterizar y quitar el dolor. La tradición se conservó también entre los esclavos criollos como se puede leer en las notas sobre la fuga de estos durante el siglo xix. En Cuba, junto a otros signos corporales, la identificación de esclavos prófugos se apoyaba en la mutilación dentaria, la que figuraba como descripción en anuncios sobre la búsqueda de esclavos cimarrones. Uno de los primeros reportes apareció en el Papel Periódico de La Habana, del jueves 20 de Enero de 1791 (M. Rivero de La Calle, 1973).

Técnicas y papel social


Las técnicas básicas de mutilación dentaria incluyen la extracción, la fractura, el corte, el limado y la incrustación (J. Romero, 1958 y A. Dembo, 1938). Sólo se transformaban los incisivos y los caninos, nunca los premolares y molares.
La incrustación no aparece en Cuba. En África se limaba y se fracturaba mientras en América era más usual limar y hacer incrustaciones.


El limado se puede describir como la frotación de un objeto de determinada dureza sobre el diente, desgastando así la superficie por capas sucesivas.
La fractura se realiza aplicando sobre el diente un objeto cortante al que se golpea con un martillo de material variable.


El corte se refiere a una forma de mutilación constituyendo una o más escotaduras. Es posible que tales mutilaciones fueran realizadas fundamentalmente cortando la corona por medio de trozos de sílex afilado del mismo modo que los cuchillos de uso común.


La presencia de horadaciones o de pequeños discos de diversos materiales ajustados en dichas perforaciones indica la forma de la incrustación, donde plaquetas de oro y piedras preciosas eran sujetadas en las partes del diente preparadas a este efecto. Una muestra del cemento empleado contenía calcio, fósforo, aluminio, silicio, magnesio, hierro y manganeso, la composición del aglutinante no llegó a conocerse (E. Jahnke, 1970).


La extracción es la desaparición física completa del diente de su sitio normal de implantación en la cavidad bucal, lo cual se puede lograr aplicando golpes y movimientos alternos.


El limado, la fractura y el corte son muchas veces difíciles de diferenciar. En el caso de un hallazgo arqueológico se puede determinar la técnica con más certeza que por el estudio etnológico y la lectura de los antiguos documentos. De todos modos es el contorno del diente que se ve transformado y la forma dada, los portadores del significado. Aparte de formas muy impresionantes como las escotaduras sucesivas o las de media luna, se destacan dos categorías: una es la modificación de los contornos de los ángulos del diente, haciendo así más ancho el espació interdental y otra, el afilamiento del diente para hacerlo más puntiagudo. Sobre la base de estas distinciones se puede atribuir el sentido de la mutilación a diversas motivaciones, pero debe tenerse presente que diferentes patrones de mutilación pueden presentarse juntos, complementándose, alterarse o ser simplificados convirtiéndose en mero signo de belleza con la pérdida del sentido original como posible consecuencia de las migraciones y el intercambio de esclavos (H. Lignitz, 1919-22).


En Australia se extraían dientes a los hombres jóvenes durante los rituales de iniciación. En analogía, se extirpaban dientes a las mujeres de Las Nuevas Híbridas durante la ceremonia del casamiento. En las Islas Hawai la extracción de dientes era vista como una ofrenda al dios Eatoa o podía representar una ofrenda funeraria (Ibidem).


El castigo representa también una razón por la extracción. Así Garcilazo De La Vega narra que el Inca Huayna Capac ordenó desarraigar dientes a los caciques rebeldes (Comentarios Reales, La Príncipe Parte, Lib. IX, cap. 3).


El afilado de los dientes y a veces, la extracción, están vinculados al totemismo. El deseo de asemejarse al animal venerado como antecesor del grupo, facilita la creación de un enlace entre sus miembros. De la misma manera que se buscaba la similitud con determinados animales, era importante poder diferenciarse de otros, así, los Bataka se querían parecer a los bueyes pero distinguirse de las cebras (H. Lignitz, 1919-22).


La modificación de los contornos de los ángulos del diente haciendo así más ancho el espacio interdental tiene otro aspecto interesante; la creencia en el poder de la transmisión de la fuerza del alma a través de la saliva es la base ideológica de escupir, acto que realizado en un chorro bien largo simboliza respeto, honra o veneración. La saliva simboliza la vida. Así, se escupe a una figura representante de una divinidad, o se hace como salutación. Esta tradición se aproxima a nuestra forma de dar un beso o a la costumbre de frotarse la nariz de los esquimales (Ibidem).


La mutilación dentaria también puede ser utilizada como símbolo de jerarquía social. En Madagascar el jefe se afilaba los dientes de la mandíbula inferior mientras el pueblo tenía sólo el derecho a afilarse los de la mandíbula superior. En la sociedad de los Dschinkas y Schillukas se mutilaban los dientes inferiores excepto los jefes y sus hijos, quienes los guardaban intactos (Ibidem).

Un ejemplo en Cuba


En Las Antillas, excavaciones arqueológicas revelaron que se conocían también varios patrones de mutilación. En Cuba los hallazgos de dientes en el cementerio de esclavos del Central Taoro, al Oeste de la Ciudad de La Habana ofrecen un buen panorama sobre la mutilación dentaria (J. Romero, 1958).


En la provincia de Cienfuegos se descubrió en los años ´90 el enterramiento de un individuo de sexo masculino de unos 30 años de edad en perfecto estado de conservación. El patrón de mutilación corresponde a la modificación del contorno de los cuatro incisivos superiores para hacer más ancho el espacio interdental. Es un patrón que se encuentra en varias partes de África y posiblemente el más antiguo de todos. En la costa Oeste africana, la llamada Costa de Oro, con puertos donde atracaban los barcos negreros que trasladaban los esclavos hasta América, este patrón está presente.


A pesar de que Jacobo de la Pezuela menciona la existencia de cimarrones en las alturas cercanas al mar, el hallazgo de un enterramiento en la provincia de Cienfuegos se puede calificar de fortuito. El entierro estaba localizado en un abrigo rocoso de acceso difícil. La entrada está orientada al Este con una altura de 50 metros sobre nivel del mar. El sitio se inicia a partir del borde de una ensenada subiendo sobre el diente de perro que aflora entre los árboles constituyendo un bosque xeromorfo costero.


La posición del esqueleto estaba en decúbito supino, la cabeza ligeramente inclinada con la mirada hacia el lado izquierdo (Este). Los miembros superiores en ambas partes del cuerpo presentaban una ligera flexión de los antebrazos; las manos estaban en pronación. La rotación medial o interna del antebrazo derecho era más fuerte que la del izquierdo. Las manos estaban situadas a nivel del extremo próximo del fémur. El pie derecho estaba en supinación o rotado lateralmente a causa de un bloque de la roca madre que imponía esta posición.


El pie izquierdo estaba en flexión plantar o extendido. La columna vertebral no ocupaba una posición rectilínea sino una postura en forma de letra S. El esternón estaba desprendido, se encontraba muy próximo al borde izquierdo de las vértebras torácicas. Dada esta posición, es posible deducir que el individuo fue enterrado dentro de las 24 horas posteriores a la muerte.


La excepcional buena conservación de los restos originó una datación histórica basada en la manufactura de los botones rescatados sobre el cuerpo, los cuales corresponden al periodo de 1837 a 1865 (I. Noël Hume, 1963).


La dentadura completa fue sometida a un análisis odontológico que arrojó el siguiente resultado: están presentes los 32 dientes permanentes, con buena implantación en el hueso alveolar, caries casi inexistentes y presencia de una ligera capa de sarro dentario, más notable en las caras linguales del sector anteroinferior, desde el canino derecho al canino izquierdo.


Los incisivos superiores se encuentran mutilados, siguiendo el patrón C1 de la clasificación de Romero (1958). Los ángulos mesioincisal y distoincisal de los incisivos centrales y laterales superiores han sido eliminados, la dentina está expuesta pero no hay exposición pulpar.


En el 1,1 (incisivo central superior derecho) el corte mesial se extiende desde la cara mesial al borde incisal con una longitud de 5 mm, tiene una dirección más vertical que el corte distal y es también de 5 mm de longitud. Del borde incisal queda un segmento remanente de 3 mm de largo. En la cara labial se observa una línea de fractura adamantina, vertical, con tendencia a seguir el eje longitudinal del diente pero sin lograrlo.


El 1,2 (incisivo lateral superior derecho) tiene un corte mesial de 4 mm, y un corte distal de 3 mm de longitud, el borde incisal remanente es también de 3 mm.


En el 2,1 (incisivo central superior izquierdo) el corte mesial extendido desde la cara mesial hasta el borde incisal, comparado con su homólogo del mismo arco afecta más el borde incisal y alcanza una menor altura de la corona; el corte distal es menos vertical que el corte mesial. Ambos cortes son de 5 mm de longitud.


El 2,2 (incisivo lateral superior izquierdo) presenta los cortes mesial y distal de 3 mm de largo. El borde incisal remanente es también de 3 mm, con un notable desgaste mayor que su homólogo contralateral.


Los incisivos inferiores presentan desgaste a bisel por su cara labial, hay ligera extrusión del incisivo lateral inferior derecho, el cual tiene además apiñamiento con el incisivo central inferior, situado este último de modo tal que oculta el tercio incisal de la cara mesial y área vecina de la cara labial (del incisivo lateral).


Los caninos superiores e inferiores presentan gran desgaste cuspídeo, con pérdida de la cima de la cúspide, de modo que se constituye un borde incisal casi rectilíneo. En los inferiores se observa una ligera “caída” de mesial a distal en el borde incisal haciendo que la mitad mesial esté más conservada; en el canino superior izquierdo al desgaste incisal es más rectilíneo que en el canino superior derecho. En todos los caninos hay afectación de la dentina por el desgaste a nivel incisal, lo que pone de manifiesto pequeñas áreas deprimidas y de forma ovoide.


Los premolares superiores tienen una amplia área de desgaste, verdaderas facetas en la cara oclusal, afecta a las dos cúspides (vestibular y palatina) con eliminación de las cimas cuspídeas y gran parte del reborde longitudinal.
El desgaste oclusal interesa en mayor medida la mitad mesial de la cara masticatoria y es más pronunciado en el lado izquierdo del arco. En el espacio interdentario entre el segundo premolar superior derecho y el primer molar existe un resto de tejido dentario que pudiera ser un diente supernumerario destruido con anterioridad y en posición ectópica por palatino o resto de la primera dentición.


Los premolares inferiores presentan un notable desgaste en la cúspide vestibular.
Los primeros molares superiores presentan un área de desgaste que interesa sus cuatro cúspides, más notable en las cúspides mesiopalatinas, la cual alcanza la cara palatina de la corona, y en lado izquierdo incluye también la cúspide distopalatina. El desgaste se proyecta desde el reborde marginal mesial hasta el reborde marginal distal.


En el segundo molar superior derecho hay una pequeña faceta de desgaste en la vertiente mesiooclusal de la cúspide mesiopalatina, más pequeña que la de los primeros molares, también hay desgaste en la cúspide distovestibular; en el diente homólogo contralateral el desgaste es más notorio en las cúspides palatinas y cúspide mesiovestibular, pues el desgaste de la cúspide distovestibular es apenas perceptible.


El desgaste de los terceros molares es mayor en la hemiarcada izquierda, interesando sobre todo la mitad palatina de la corona, apenas se puede visualizar la cúspide distopalatina. En el lado derecho de la cúspide mesiopalatina hay una pequeña faceta de desgaste y la cúspide distopalatina tiene dimensiones muy pequeñas.


En el primer molar inferior derecho se observa un patrón morfológico Y5, existe una amplia zona cuspídea desgastada, con afectación particular de la cúspide vestibular, en el lado izquierdo es tan marcado el desgaste que hace imposible determinar el patrón morfológico de relación entre las cúspides. En ambos primeros molares existen pequeñas áreas de exposición dentinaria.


Los segundos también tienen notorio desgaste, sobre todo hacia las cúspides vestibulares, que en lado derecho interesa en mayor medida la cúspide mesiovestibular y es sumamente ligero en la cúspide distovestibular. Su patrón morfológico cuspídeo es +4.


Los terceros molares están desgastados en las cúspides vestibulares, siendo en el del lado derecho más manifiesto en la cúspide mesiovestibular.
Un aspecto interesante es la poca afectación por caries, las cuales están presentes a nivel de dos piezas dentarias; pero la destrucción es tan pequeña que apenas permite el paso del extremo puntiagudo del explorador. Las caries se localizan en:


1- Fosita central del segundo molar inferior izquierdo.
2- Fosita triangular distal de segundo molar superior derecho.
Es de destacar la presencia de fosas (anatómicas) profundas en algunas áreas como son las fositas centrales de tercer molar inferior izquierdo y segundo molar superior derecho.


No se aprecia desgaste del tercio cervical y en la unión corona – raíz.
El hueso alveolar que circunda a las piezas dentarias está ligeramente apartado de la línea cervical que separa la corona de la raíz, lo que podría sugerir que el individuo padecía de algún grado de enfermedad parodontal.


Del análisis de la oclusión inferimos que tenía una relación molar de neutroclusión, con sobremordida de aproximadamente 2 mm en el sector anterior, y diastema interincisivo de unos 2 mm entre los incisivos centrales superiores.
El desgaste dentario nos hace pensar en un patrón masticatorio bilateral alternante con cierta preferencia por el lado izquierdo y con gran uso de los dientes posteriores, lo que pudiera vincularse a hábitos masticatorios resultantes de posible dolor en el sector anterior por la mutilación dentaria. Aún cuando el desgaste es muy marcado, no llega a interesar la pulpa dentaria,
en los productos del mar, es decir, con bajo contenido de carbohidratos, lo que pudo influir en la buena conservación de los dientes.

Discusión


El deseo y el esfuerzo de tener una apariencia determinada se encuentra como un patrón cultural ancestral en muchas sociedades tradicionales. Según Bryan S. Turner (1984) el cuerpo y el tratamiento que le da cada individuo son símbolos estructurales de una sociedad y reflejan aspectos centrales de la cultura. La transformación del cuerpo realizada por el hombre mismo no puede estudiarse fuera del contexto sociocultural y abarca un valor social y cultural muy amplio. El factor llave para estas modificaciones reside, según Ebin (1979), en el esfuerzo de demarcarse frente el reino animal, y también para precisar su integridad como miembro social de una comunidad y a la vez, distanciarse de las otras. Así, las transformaciones corporales dan irrefutablemente a cada individuo una identidad social. Según el mismo autor, se modifican las partes del cuerpo que están en contacto con el mundo externo: como las manos, los brazos, la cara, el abdomen, la espalda, etc.


Existen muchas diferencias en el significado de tales intervenciones y se duda si existe la posibilidad de encontrar un denominador común para dilucidar el fenómeno de la mutilación corporal. Cada sociedad tiene una codificación para estas marcas y sabe cuáles representan signos de belleza o aspectos mágico-religiosos y cuál es la importancia social de cada uno. Sin embargo, a razón de la distribución mundial de este fenómeno, se puede partir del principio de que existe una causa subordinada a los significados regionales.


Las transformaciones del cuerpo en general son señales que aparecen en el contexto social. Existen muchas formas y pueden aparecer solas o en combinación.


Los signos se pueden encontrar arriba o abajo de la piel como el tatuaje, la perforación o la elaboración de cicatrices, pero también pueden ser amputaciones como las circuncisiones y las mutilaciones dentarias en el caso de la ablación de dientes. La deformación craneal, el alargamiento intencional del cuello (cuello de jirafa) o la presión ejercida en los pies para impedir su crecimiento (en China conocido como pies en forma de loto) son otras maneras de marcarse.


Se puede distinguir entre las transformaciones temporales y las de carácter permanente. El pintado del cuerpo se efectúa para ciertos rituales; el color escogido y los motivos representados son códigos correspondientes a cada ceremonia como enterramientos, bodas o nacimientos. Al contrario, la mutilación dentaria o el tatuaje perduran y representan así un significado permanente. De no tener estas marcas, el individuo está disgregado de su comunidad. Los distintivos escogidos dependen de los conceptos míticos, religiosos y estéticos presentes en cada grupo. Así en Bali se limaban los dientes para adquirir una forma plana contrastando con las criaturas monstruosas míticas caracterizadas por sus dientes afilados (H. Schröder, 1906).


La deformación craneal era siempre dotada de un doble sentido; era un signo tribal y tenía una connotación puramente estética jugando con el efecto óptico.
Las modificaciones pueden ser usadas para distinguir etapas de la vida y también con objetivos discriminatorios y de sumisión de las personas.


A Las Antillas muchos esclavos debieron llegar con dientes ya mutilados, transformación generada por las motivaciones antes citadas. La razón para seguir con esta tradición debe encontrarse en la voluntad de estos hombres y mujeres de mantener un nexo con los contextos sociales de donde fueron sacados.
Como los negros no tenían derechos civiles y no podían defenderse, consevaban sus rituales con el propósito de preservar su dignidad. Aunque el gobierno colonial en Cuba trataba de limitar la transmisión de tradiciones africanas
[1], los cabildos[2], barracones[3] y palenques[4] jugaron el papel fundamental en el mantenimiento de ese legado cultural. El cabildo estaba presente en las ciudades mientras en el medio rural se crearon asociaciones en los barracones y palenques. La preservación de las tradiciones, en las cuales se destaca el carácter religioso, posibilitaba definir una especie de identidad, y la identidad representa una recuperación de cierta dignidad y la protección de un pueblo.

Además, en las condiciones específicas de la época colonial se podían fundir rasgos de diferente religiones africanas y se conservaba en la memoria colectiva un conjunto de informaciones, ocurrencias y experiencias pasadas que se transmitían de generación en generación con cierta alteración y no tenían un carácter riguroso (Sogbossi, 1998).

Hoy en día podemos observar un nuevo fenómeno que es el de la cirugía plástica por medio de la cual se puede cambiar completamente el aspecto de una persona como lo demostró el cantante Michael Jackson. Comúnmente estas operaciones se llaman de “belleza” y tienden a “rectificar” partes del cuerpo según conceptos estéticos regionales. Aquí surge el deseo de integración dentro de la comunidad. El tatuaje y la perforación son formas ancestrales que llegaron nuevamente a la moda en el mundo occidental, sin haber preservado la complejidad del código que debían transmitir. Hoy es el simple hecho de transformar su apariencia mediante estas técnicas lo que simboliza la actitud del individuo frente la sociedad en la cual vive. En este caso la actitud pretende ser desintegrativa. El individuo se quiere desmarcar de su contexto social pero crea al mismo tiempo lazos con otras personas que viven fuera de sus límites regionales y que poseen la misma concepción de vida que él. No son los motivos diseñados o la forma los portadores de un significado, sino el hecho de someterse a una deformación lo que tiene un valor social.


Todo rodea el principio de integración o desintegración. Es la legitimidad del individuo dentro de la sociedad que se maneja. El denominador común para explicar la voluntad del hombre de dar a su cuerpo una apariencia determinada, sin duda está centrado en el papel que desempeña cada persona dentro de una comunidad. La estratigrafía social y la diversidad del ámbito geográfico, explican las variaciones en las connotaciones que tiene cada transformación.

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Schröder, H, 1906, Die Künstlichen Deformationen des Gebisses, Greifwald.

Sogbossi, Hipolyte Brice, 1998, La tradición ewé-fon en Cuba, La Habana.

Stewart, T. D. and J. R. Groome, 1969, The African costum of tooth mutilation in America. Am. J. Phys. Anthrop. Vol. 28, pp.31-42

Suzuki, Hisashi, 1940 Über drei neue Funde der Zackenfeilung. J. Anthrop. Soc. Tokyo, 55: 489-496.

Turner, Bryan S., 1984, The body and society. Explorations in social theory, Oxford.
[1] Entre los motivos se puede citar el temor de perjudicar a la religión católica.[2] A buscar[3] Los esclavos en las dotaciones de ingenios y cafetales fueron albergados en pequeños bohíos. El nombre Barracón viene de Barraca que era la denominación para los depósitos de esclavos situados en la costa de África. En las plantaciones con un sistema de trabajo extensivo se creó una nueva forma de bohíos llamada “forma de barracón” que facilitaba la vigilancia de los esclavos. Los barracones de planta rectangular fueron un fenómeno arquitectónico esclavista típicamente cubano. Hacia el centro del país donde los módulos esclavistas fueron más laxos, se levantaron muy pocos barracones (M. Moreno Fraginals, 1978).[4] Como Palenque se designa a los asentamientos de esclavos prófugos (G. La Rosa Corzo, 1991).

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Pies de Fotos y dibujos

1) Piezas dentarias con mutilaciones procedentes del cementerio de esclavos del Central Taoro, al oeste de la ciudad de la Habana, Cuba.

2) Forma de mutilación encontrada en las mujeres Ganguella, Luimba y Lolua en África.

3) Patrón de mutilación entre los M´baka, Bondjiro y Sangha-Sangha de África.

4) Forma repertoriada entre los D´zem y sus vecinos de África.

5) Deformación existente entre los Loango de África.

6) y 7) Mutilaciones encontradas entre los Atonga, Wampoto , Wamanganja y Yao de África.

8) y 9) Forma de uña de tigre usual entre los Toute y Batschenga de África.

10) y 11) Patrón repartido entre los Bakongo de África.

12) Patrón de mutilación muy común que da a los dientes una forma puntiaguda.

13) Patrón de distribución de mutilación dentaria en la costa oeste de África donde las líneas horizontales representan la tendencia al alargamiento del espacio interincisivo superior y los puntos la forma puntiaguda, según los trabajos de campo de Lignitz.

14) Dientes del esqueleto descubierto en la Provincia de Cienfuegos, Cuba.


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El presente trabajo fue presentado en la Biblioteca Pedro Mir de la Universidad Autonoma de santo Domingo, del 10 al 14 de Octubre del 2006, en el Congreso de Antropologia y Arqueologia en honor al antropologo dominicano Fernando Luna Calderon.

Orbe Quince agradece a Alexa Voss el facilitarnos el precedente trabajo para su publicacion.

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1 comentario:

Anónimo dijo...

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