6.8.13

La identidad cultural: mitología de los brujos y curanderos de nuestras facultades

Típica familia dominicana de raza mezclada 

“El concepto de identidad muy utilizado por folkloristas, sociólogos y demás profesionales sociales es a nuestro entender un remanente del positivismo”. (David Arias Rodríguez)
 


Por David Arias Rodríguez
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Escucho a diario muchos "doctos"   y doctas hablar con una seguridad y un desparpajo únicos  sobre la “identidad cultural”. Toda esta  mitología identitaria ejerce una  función de mito oscurantista  desempeñado por el sintagma “identidad cultural” .La gran  cantidad de  brujos y curanderos que tenemos  en las facultades y en las sociedades de investigación dominicanas y del caribe donde tenemos muy pocos científicos  sociales de verdad que han repetido por años este artificio defectuoso. Todo esto en un afán por construir conceptos abstractos donde se oculten los deseos de perpetuar ciertas condiciones favorables a determinados esquemas de dominación cultural donde han popularizado este pastiche conceptual. Lo que mueve a ese anhelo por la “pureza” y la preservación de las identidades culturales no es más que la voluntad de las elites (mundiales o locales) que  desean proyectar la autonomía política de los pueblos o etnias en cuyo entorno  les conviene mantener aislado de todo el influjo civilizatorio o preservar privilegios y ventajas de las civilizaciones autoproclamadas superiores. La identidad cultural es sólo un mito, un fetiche.
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Recordamos la anécdota de un amigo que nos comentaba cómo una ciudadana proveniente de Europa del norte se quejaba amargamente de la poca identidad del pueblo dominicano cuando nos comparaba con nuestros vecinos haitianos. Ella afirmaba que estos “si tenían identidad” ya que hacían culto a la reproducción de sus identidades africanas y que los dominicanos en cambio tenían una marcada tendencia hacia la occidentalización. La ciudadana Noruega  había venido a la isla por medio de una Ong a hacer trabajos de investigación tanto en la parte este como en la oeste. Nunca fue al fondo del asunto y solo se limitó a expresar desprecio por la forma en que era asumida la dinámica cultural de los dominicanos desconectada de los que son los códigos de la negritud. Esto ignorando que lo que acontece en realidad es una desconexión por desconocimiento del pueblo mayoritario de sus orígenes por falta de información oportuna, pero que en todo caso el estudio histórico sobre nuestros orígenes africanos y su reflexión histórica no supone validación del mito identidad cultural.
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Esto nos hace pensar que la identidad cultural es un mito práctico que presta, sin duda, grandes servicios a aquellos que desean perpetuar condiciones favorables a la prolongación hasta el infinito (como concepto  matemático que es la identidad) del estado de cosas desiguales entre los grandes centros de la cultura occidental como son los países del llamado primer mundo y aquellos que se suponen no deben imitar esos valores, sino buscar en sus raíces más primitivas aquellos contenidos estáticos que le impidan avanzar al ritmo del proceso civilizatorio.
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Así lo expresa Gustavo Bueno,  en “El mito de la cultura [1996], séptima edición, Barcelona 2004  FGB 2011):
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“El concepto de ((identidad cultural)) o bien se utiliza con una intención gnoseológica, neutra, (descriptiva)  o taxonómica (la identidad propia de las (áreas culturales) o (círculos culturales» de F. Ratzel, de Karl O. Sauer, etc.) o bien se utiliza con una intención ontológica o ideológica que comporta un conjunto de postulados metafísicos que interpretamos como (megarismo cultural); en este segundo sentido se habla de la (pérdida de la identidad) en un sentido parecido a como el teólogo habla de la (pérdida  de la fe» en lugar de hablar de una ganancia de la razón)”.
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 Para entender sus orígenes según afirma el propio Gustavo Bueno citando a su vez a Esperanza Molina “La expresión “identidad cultural”, en su sentido ideológico, se abre camino, con éxito creciente, después de la Segunda Guerra Mundial, y alcanza su mayor floración a partir de los años setenta. Va referida, desde luego, no ya  referida a una «parte longitudinal) (rasgo, nota, carácter,.) de la cultura, sino al «todo» de esa cultura, pero no ya de la cultura tomada en la universalidad de su extensión (como cultura humana) sino en tanto está distribuida en «esferas», o «círculos de cultura naciones en sentido canónico, etnias, pueblos, ect.,  capaces de encabezar una línea transversal de la matriz que venimos  tomando como referencia”.
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El concepto de identidad muy utilizado por folkloristas, sociólogos y demás profesionales sociales es a nuestro entender un remanente del positivismo.
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El concepto como tal no explica las complejas dinámicas sociales que se suceden en la cultura a través del tiempo.
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La identidad es un axioma de las matemáticas y que fue extrapolado por las ciencias sociales a mediado del siglo XX traída quizá de la mejor tradición del siglo XIX con el afán de equipararlas a las ciencias exactas.
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Las culturas son estructuras Morfodinamicas" jamás entidades que se reproducen de manera axiomática. Dejemos de un lado la mitología y hagamos más ciencia, comprometámonos a hacer aportes de mayor seriedad que los penosos esfuerzos hechos por una gran parte por nuestros profesionales de las ciencias sociales. Trabajemos más por tomar de los contenidos civilizatorios lo mejor de ellos y desechar aquello que sea contrario a la vida y la preservación de los ecosistemas mundiales que si son esenciales conservar intactos no las sociedades humanas que son cambiantes.

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Orbe Quince